Vittorio era un ser que cuando tomaba una decisión nada podría hacerlo cambiar. Derrotada Fiore regresó a su habitación con claros y firmes deseos, deseaba intentarlo de nuevo pero esta vez no pensaba fallar. Llena de un ávido deseo por corregir el error garrafal y obtener una nueva oportunidad para salir de allí antes de la llegada de los Kuznet se dirigió a la oficina de Agatha, posiblemente Vittorio echaría chispas cuando se lo comunicaran. —¿Por qué la protegida del proxeneta vendría a mi oficina? ¿Acaso has perdido su protección? —No para nada, —¿Entonces? —Deseo que me permita bailar el día de mañana para los Salerno—Una carcajada le respondió y Fiore no pudo hacer más que tragar saliva apenada por lo que había provocado. Agatha pareció divertida al mirarla asistir ante ella pa

