Con un semblante enojado Leonard salió de aquel V.I.P, llevó las manos a su saco Brioni y sacó un cigarrillo y el encendedor. Después de encenderlo le dio una calada, molesto, el humo se deslizó hasta salir por su nariz. ¿Una virgen? ¿Le habían dado una virgen? Maldijo entre dientes su mala suerte, pero mucho más que Antonella le hubiera amargado el momento.
¡Acaso no podía dejarlo ni un solo momento!
Las cosas se habían tornado inestables desde su muerte, primero la soñaba y luego se aparecía en momentos como este haciéndolo enloquecer e impidiendo que saciara sus bajas pasiones con otras mujeres. Recordó la mirada plagada de preocupación de Fiore cuando la abandonó en aquella habitación.
—¿Leonard, pero qué demonios estás haciendo aquí? —preguntó Luca cuando le comunicaron que su hermano había salido furioso del V.I.P y que ahora se encontraba fumando un cigarrillo en uno de los pasillos. Vittorio al escucharlo había ido detrás de Fiore mientras Andrea y el menor de los Salerno acudían en su búsqueda.
El mayor de los italianos observó el cuello de su hermano lleno de lápiz labial y una inmensa corriente de envidia lo superó lanzando el cigarrillo al suelo. ¿Cómo él podía estar tan tranquilo? Luca miró consternado la actitud de su hermano e inmediatamente arremetió de nuevo con preguntas para saciar su curiosidad.
—Me dieron una virgen—Soltó entonces a Andrea fruncir el ceño.
—¿Y eso qué tiene de malo?
—No me gustan las vírgenes—Prosiguió Leonard mintiendo de manera irreverente, puede que fuera una de las razones, pero no la más marcada, no quería que su hermano supiera lo mal que la estaba pasando en todo aspecto, intentaba ocultarlo con trabajo y ocupando su mente en otras cosas, pero cada día que pasaba el recuerdo parecía atormentarlo algún más. Palermo no le gustaba, todo le recordaba a ella.
Antonella Greco, la mujer que Lucían había asesinado y que de manera perversa se había metido en la cama con los tres. La maldita que le robaba la tranquilidad y parecía haberlo maldecido impidiéndole colocar sus manos en alguna mujer, lo había intentado, pero siempre terminaba o insatisfecho o no lograba siquiera iniciar como había ocurrido aquella noche con Fiore-
—Las Vergine son mujeres exclusivas del bar—Comentó Andrea—Tengo entendido que la única manera en la que se las dan a un hombre es pagando una fuerte suma de dinero, prácticamente son vendidas para que funjan como damas de compañía. Es impresionante que Vittorio les haya cedido a Fiore cuando perdía tanto capital. Supongo que pretendía hacerlo como un regalo.
—Debió haberlo dicho—espetó Leonard—Pude haberla tomado como un animal y hacerle daño. Ahora solo quiero irme de aquí.
Luca no parecía convencido con la actitud de su hermano mayor. El Leonard del pasado no se hubiera puesto a ver si era virgen o no, la hubiera tomado allí mismo, algo le ocurría y el menor de los Salerno estaba dispuesto a descubrirlo. Despidió a Leonard alejando que él había dejado algo pendiente y entró nuevamente buscando a Vittorio para ofrecerle una disculpa por lo ocurrido, pues comprendía que no había hecho de mala gana, de hecho, ante los ojos de Luca había sido un bien obsequio, no cualquiera ofrecía aquello.
Vittorio estaba molesto, molesto con Fiore, molesto porque había desperdiciado su oportunidad y ahora tendrían que buscar otra forma de sacarla de allí antes de la llegada de los Kuznet, la chica estaba demasiado sorprendida y apenada como para darle la cara. Cuando escuchó que Luca lo buscaba pensó en que le recriminaría muchas cosas, pero en cuanto pudo entablar conversación con él ese temor se nublo.
—Lo siento mucho Vittorio, Leonard últimamente no se encuentra bien—Dijo Luca apenado por la situación. Su hermano había cambiado de carácter y se había tornado más distante, cuando tuviera oportunidad hablaría con Lucían al respecto, si no lo había comentado con el mayor de los Salerno era porque pensó que con el tiempo pasaría, pero ya habían transcurrido varios días y las cosas solo parecían empeorar.
—No debe preocuparse señor Salerno, pienso que posiblemente Fiorella hizo algo imprudente.
Luca negó.
—Ha dicho que no le agradan las mujeres vírgenes. ¿Por qué no le dijiste cuando te ofrecí pagar por ella?
—Pensé que sería imprudente, además quería que la pasara bien y darle una mujer cualquiera sería una aberración de mi parte. No pensé que le molestaría—Ni yo tampoco, pensó Luca suspirando con pesadez. Sentía curiosidad por la chica, por lo que pidió a Vittorio que le permitiera hablar con ella, quería saber qué había pasado allí dentro para poder de alguna manera descifrar el comportamiento de su hermano mayor.
Fiore bebía un vaso de agua con rapidez. Estaba desesperada, había fallado y Vittorio querría matarla, cuando escuchó la puerta abrirse detrás de ella contuvo el aliento y sin subir la mirada al espejo que permanecía delante de ella musitó unas palabras cargadas de desesperación.
—Lo siento mucho, he fallado, de verdad que lo intente, pero al final terminó marchándose y yo…—Levantó la mirada al espejo y unos ojos grises le devolvieron la mirada del otro lado, era un hombre mucho más joven, pero con un inmenso parecido a Leonard, una leve sonrisa permanecía en su rostro mientras con su mano derecha se acariciaba la barbilla.
—Dependiendo de lo que me cuentes seré yo quien juzgue quien ha tenido la culpa—Articuló Luca haciendo que la mujer lo mirara parpadeando varias veces ante la sorpresa. Al recordarlo a lado de Leonard mientras bailaba cuando aún permanecían en la mesa, recordó de quien se trataba, inmediatamente lo miró apenada.
—Lo siento mucho señor Salerno. He escuchado que me ha concedido como un regalo y lo he decepcionado. Su hermano no se ha marchado complacido y yo no puedo ver a Vittorio ni a usted a los ojos, de ninguna manera.
—No has fallado—Replicó Luca, recordando que llevaba varias semanas intentando persuadir a Leonard para pasarla bien con alguna mujer, pero con todas había declinado la oferta a tan solo mirarlas, pero sorprendentemente cuando le ofreció una noche con la italiana cedió de inmediato lo que ya era una victoria—¿Qué ha pasado con Leonard allí dentro?
Fiore se quedó callada sin saber qué contestar.
¿Qué había pasado?
Lo único que recordaba era que de un momento a otro sus ojos se habían oscurecido como si de alguna manera la desconociera, después todo se tornó incómodo y posteriormente se alejó de ella como si se tratara de algún objeto desagradable que no deseara tocar. La experiencia no había sido agradable, menos para ella.
Un poco apenada por tener que narrar ese pasaje desagradable de su vida Fiore narró a Luca lo ocurrido y entonces supo que las cosas andaban demasiado mal. Era predecible lo que le estaba ocurriendo, Leonard estaba aún con Antonella dentro de la cabeza lo que le impedía estar con otras mujeres, esa maldita mujer le nublaba el carácter y el juicio incluso después de muerta.
—Comprendo.
Sin más el italiano intentó salir, pero la voz de la apenada chica lo interrumpió haciéndolo girar para mirarla. Fiore era linda, del gusto de Leonard y con un semblante angelical poco visto en un lugar como Palermo. Era bonita y no era una prostituta por lo que no aparentaba tener la talla de una mujer de una sola noche.
—No entiende la vergüenza que siento. Dígale al señor Salerno que lamento haberle hecho pasar un mal momento y que si hay algo que pueda hacer para compensarlo con gusto lo hare. No quiero que se lleve una mala impresión de este bar y tampoco de Palermo—Sus palabras hicieron sonreír a Luca.
Pero qué mujer tan más tierna.
Espero encontrar cualquier cosa en ese bar menos una mujer con menos manera de prostituta que ella. Su cuerpo era cubierto por una bata de seda bien amarrada y un maquillaje para nada explosivo, si glamuroso, pero para nada corriente o vulgar. Le agradaba.
—Le diré, aunque espero que lo mires de nuevo. Pronto regresaremos a este bar, podrás decírselo tu misma—Concluyó para luego salir del lugar. Andrea lo acompañaba y justo al llegar a la puerta principal se despidieron. Luca tenía planeado regresar en un par de días.
—Arregla todo para dentro de dos días, como mencionaba será el cumpleaños de mi hermano. Lucían estará aquí también y deseo que lo pasemos de manera agradable. Comunícale a Vittorio que deseo que Fiore se mantenga para ese día. Leonard solo está enojado, pero se le pasará—Con aquellas palabras abandonó el lugar subiendo al sedan. En cuanto se puso en marcha sacó su teléfono e ignorando que era la madrugada llamó a Lucían.