Fiorella se mantenía despierta, su cuerpo estaba contraído sobre la cama, no le importó no quitarse sus largas zapatillas de tacón de aguja. No pudo dormir, no pensaba pegar el ojo en toda la noche. Un silencio sepulcral invadió la casa, Ludmila y Leisel la habían indicado que debía dormir, la mansión era segura y nada más ocurriría. Cuando cerraba los ojos se imaginaba lo que hubiera pasado si no hubiera notado la ligera y fina línea del infrarrojo. Leonard estaría muerto. Tan solo imaginarlo le resquebrajaba el corazón, no le importaba que la hubiera rechazado, eso no era importante, de cualquier forma, aunque él quisiera dejarla era casi imposible que Lucían lo permitiera, ella había sido su regalo y debía mantenerlo, de no ser así sería una falta de respeto hacia su hermano mayor. Re

