Cap 2

4052 Words
Bill Me encaminé a la ducha, había sido un largo día de universidad. En las últimas semanas nunca se hacía nada y el tiempo transcurría más lentamente. Hoy ni tan solo había tenido historia… La asignatura que más me gustaba. Creo que tocaba mañana a primera hora… Me metí bajo el agua y noté las gotas tocar y acariciar mi cuerpo. Me encantaba el agua. Sentía que si pudiera viviría bajo ella siempre, si me dieran esa oportunidad, la aceparía sin pensármelo ni un segundo siquiera. Mi película de animación favorita siempre ha sido la sirenita. Qué raro soy joder. Me dispuse a abrir la mampara para salir cuando justo oí el timbre de la puerta sonar. ¡Mierda! Tuve que ir corriendo a por una camiseta y un pantalón corriendo, ni tan solo me dio tiempo a secarme. Dios, que pintas que debo de llevar… Encontré una camiseta larga blanca, sencilla y un pantalón por las rodillas. En cuanto me puse la ropa sentí cómo se me pegaba al cuerpo y se mojaba por momentos. Volví a oír el timbre. ¡Pero qué impaciente es la gente! De camino a la puerta no puede evitar mirarme en el espejo. Dios, estoy lamentable. Abrí la puerta y me encontré con Ashley y con Georg. Me sorprendí. -¡Bill! ¿Pero qué pintas son estas? ¿Así nos recibes? Será posible… - dijo Ashley entrando en casa, como si fuese las suya propia, ¿Cuándo se había tomado tantas confianzas conmigo? Qué mujer… La seguí con la vista hasta que se perdió en el comedor, al final del pasillo. -¿Qué hacéis aquí? – dije extrañado, volviendo la mirada hasta Georg. -Oh… ¿Tampoco nos quieres ver? – dijo Ashley a lo lejos. Qué teatrera por Dios, ella si que podría hacer de actriz perfectamente, por el tono de voz fijo que me estaría poniendo pucheros. Cerré la puerta tras de mí y avancé Georg hasta donde estaba Ash, mi comedor perfectamente ordenado. Ahora que estaban ellos recé para no lo estropearan demasiado. -Pues yo estaba sobando cuando me sonó el móvil. Y de pronto vi que doña Ash me estaba llamando. – “que no me llames Ash” oí de fondo. Georg y yo nos empezamos a reír y pronto siguió su relato. - Me decía de ir a molestarte un rato y tocar lo huevos. -Ja, ja – dile lentamente, dando a entender que ni puñetera gracia la bromita de los cojones. Yo estaba perfectamente bajo la ducha… Entonces me percaté de que llevaba una gran mochila que parecía pesar muchísimo y un estuche de una guitarra, o incluso varias, dios que grande. -¿Qué llevas ahí? – pregunté mientras me sentaba. Ahora veía a Ash toquetear algo detrás de mi televisión nueva. – ¡Ehh ehhh! ¿Pero mujer, qué estas tocando? – pregunte hasta lastimero, se va a cargar mi tele... De pronto los dos me contestaron a la vez y cada uno con su tema y no entendí nada de nada. Puse cara de interrogante y fueron a hablar los dos a la vez pero se callaron. -Joder, poneros de acuerdo ya. Entonces Georg empezó a hablar. -Yo he traído la PlayStation 3, el Guitar Hero, el Rock Band, y todas las guitarras, bajos, baterías y micros suficientes. También he traído un juego en el que hay que cargarse todo lo que veas, otro de pasarse pantallas, otro de rol… A ver… ¿Pero no estábamos a lunes? ¿Qué ha pasado aquí? Ahora se dedicó a contestarme Ash que seguía con la cabeza escondida entre la pared y la tele. -¡Y yo estoy mirando a ver si tienes algún euro conector libre, un HDMI o alguna otra entrada! Pero qué va tío… ¿Puedo desenchufarte el DVD? – pero sin darme tiempo a conectar ya lo hizo ella. – Vale, listo. Georg tráeme eso para aquí. -¡Pero a ver, que aún no es finde! – el mundo se había descontrolado y yo aun no me había enterado… -Ya… Pero cómo ya han acabado los exámenes importantes y solo quedan cinco días de clase ya no se sabe qué hacer por la tarde. ¡Acabamos el día diecinueve y ya estamos a día trece! Dios, este año se me ha hecho tan largo… - a Ash, si le dabas un poco de cuerda no acabaría de hablar nunca. -¿Quién se apunta a un duelo de titanes conmigo en el Guitar? – preguntó Georg mirándome. ¿Enserio se creé que voy a jugar? Si sabe que a mí no me va eso. Estaba clarísimo que quien quiere jugar a cosas de tíos era… -¡Yo quiero! Te ganaré - …Ashley. Y Cómo no, ahí la tenemos. En menos de un minuto ya estaba poniéndose la guitarra. -¡Já! Lo llevas clarito enana pelirroja. – la picó él. Ash abrió los ojos y acto seguido infló los mofletes y frunció el ceño. Siguieron picándose un rato más hasta que se hartaron y se hizo el silencio. No tardó en ser interrumpido por el sonido de la canción que habían de tocar. Cuando ella se equivocaba él la pinchaba y cuando él se equivocaba ella lo pinchaba. Era una lucha constante llena de humor. Se me antojó una imagen súper tierna. Realmente ellos dos eran mi familia. Yo quería mucho a mi madre, pero ella jamás estaba. Trabajaba de noche en un hospital de guardia nocturna. Y por la mañana estaba en el mismo hospital pero de doctora especializada en niños pequeños y en maternidad. Cuando venía, era sólo para dormir. Mi infancia fue tutelada por una niñera española que al principio estaba aquí de intercambio, por los estudios y eso, pero se acabó quedando a vivir. Con ella había aprendido a hacerme la comida, a plancharme la ropa, a poner lavadoras, ha lavar los platos, ha hacer las camas, a limpiar la casa, fregar, barrer… Vamos, todo. Mi madre a cambio de no estar ahí cuando al necesitaba, me pagaba todos los caprichos que quería y me llevaba a los mejores colegios para que pudiera estudiar. Me contó que ella tan solo tenía veinte años cuando se quedó embarazada de mí y que cuando se enteró que estaba en cinta se le cayó el mundo encima. No me extrañó en nada, es que era tan joven… Su novio ni tan solo tenía un trabajo decente como para costearse el piso, y los gastos que conllevaba y a mas a más el niño. Me contó que desde que le dijo a mi padre que iban a tener un hijo, él empezó a cambiar. Al principio estaba encima de ella, pero después todo fue como una pesadilla. Mi padre pasó de ella y cuando yo tenía aproximadamente cinco años, se fue sin más. Un día se fue a trabajar, y no volvió. Sinceramente no me acuerdo muy bien de su cara, podría reconocerle en fotos y cosas así porque tendría una imagen a la que agarrarme, pero de buenas a primeras, nunca consigo acordarme de su cara. Tampoco es algo que me plantee demasiado, empecé a odiar a ese hombre desde entonces, y no hay más. Algo que también me explica muy seguido mi madre, es una “anécdota”, por así decirlo, que le cambió la vida para siempre. El día que yo nací la mujer que había al lado de su cama había tenido mellizos. Y que uno de los dos… había muerto. Siempre consigue describir a la perfección el horror que vio en los ojos de esa mujer cuando la enfermera le informó que se había muerto su primer hijo. Como esa mujer lloró tan desconsoladamente, que se le encogió el corazón. Y digo que le cambió la vida porque… ese fue el motivo por el que se metió en esos estudios. Supongo que dentro suyo, intentaba salvar a ese bebé que murió. Asistía a la mayoría de partos, y siempre se encargaba de cuidar a los recién nacidos. Entre mis abuelos y Marina, mi niñera, cuidaron de mí durante mi infancia mientras mi madre estudiaba y yo iba al colegio hasta que ella encontró trabajo y nos mudamos a una casa increíble. Me contó que la vida le cambió desmesuradamente. Ahora ganaba muchísimo dinero y nos lo podíamos permitir casi todo. Igualmente yo echaba de menos a mi padre. Vale, lo sé. Era un hijo de puta, pero echo de menos tener a alguien aparte de mi madre que me quiera, que me diga cosas cuando algo me sale mal… Una voz masculina que me diga que me quiere… Alguien a quien poder llamar papá. Digamos que no le hecho de menos a él, él si está muerto pues muy bien, me daría igual. Lo que hecho de menos es esa figura paterna. -¡Eh, Bill! – Georg me sacó de mis pensamientos - ¿Quieres cantar en esta canción? Nos falta un cantante para que el grupo esté entero. Y más de una vez me he levantado de los chillidos que metes en la ducha por las mañanas… - lo miré extrañado – Sisi, No te hagas el loco… ¡Aquella vez que te quedaste a dormir a mi casa y te pusiste a cantar en la ducha! De pronto me acordé. -¡Es verdad! Jajajaja -Anda, vente a cantar mamón. Tom 13 de Junio. ¡Joder, sólo habían pasado tres días desde que envié las solicitudes! Me moriré de esperar… Necesito algo para pasar el tiempo, coño. Fui a la nevera sin necesidad de abrir las luces y me cogí un refresco cualquiera. Ni tan solo miré de qué era. Lo abrí y oí ese sonido que tanto me gustaba. Puse la entrada en mi boca y sentí su sabor. Ostia, si era cerveza. De puta madre, mejor. Abrí la puerta de mi habitación de nuevo y me senté. Me acomodé en mi silla y empecé a girar en ella. Mi vista se paseó por mi habitación y observé todo lo que había. Realmente daba miedo mirar todo lo que tenía en ella. Mi cama era sencilla y había un mueble encima de dos puertas y en medio unas estanterías. En el otro lado tenía un armario enorme donde guardaba la ropa. Una mesa normal al lado de ventana, las vistas mejor ni comentarlas, donde estaba mi ordenador. Mi guitarra, una Gibson que me había costado muchísimo trabajo, estaba al lado de unos amplificadores en el sitio más pulido de toda la habitación. Lo demás estaba lleno de pósters, la mitad de tías en bolas y la otra mitad de Samy Deluxe, coches, más guitarras… Toda la ropa que no había colocado en el armario o en la cesta de la ropa sucia estaba por el suelo, impidiéndome verlo. Había incluso restos de una pizza y su correspondiente caja. ¡Dios! Era de hace una semana cuando vinieron estos a cenar… Qué noche. Y qué guarrada, joder. Entonces, justo al lado de un par de latas de cerveza esparcidas por el suelo vi unos portafolios. Al principio ni los reconocí. Pero enseguida recordé que la pasada noche había tirado al aire la información que me había dado mi padre sobre los niños a los que supuestamente iba a tutorar este verano. Me entró la curiosidad y fui a buscarlos. Eran tres hojas llenas de fotos pequeñas con los nombres al lado. Veintinueve en total. Más que otros años. Normalmente no pasaban de veinte. Joder, si que había tenido éxito este año… Pobrecito el que me sustituya. Empecé a mirar nombres y rostros y me reía yo solo. Había niños realmente graciosos, uno parecía sacado de la peli esta tan famosa del chaval que tiene un palo de madera que mueve las cosas… El… esto… Bah, al caso lo mismo da, el niño se parecía a su mejor amigo, pelirrojo y lleno de pequitas con nombre de alcohólico perdido. El niño se llamaba Helm, no me preocupe en su apellido. Otro llevaba unas gafas tan grandes que apenas se las sostenía su diminuta y redonda nariz, él contestaba al nombre de Daniel. Pasé de página sin que ninguno más me llamara especialmente la atención, y nada más mirar el siguiente esbocé una gran sonrisa. Un puto niño de seis años llevaba rastas. ¡No me lo podía creer! Las llevaba por el hombro ya… Buah, fijo que se las habían hecho sus padres sin consentimiento de él. A los padres les debe de ir lo mismo que a mí y se lo han pasado al hijo… Pobre chaval. Seguramente estaría reprimido por sus padres, lo mismo no le gustaban las rastas que llevaba. El niño se llamaba Mike. Justo debajo suyo, otro niño muy pero que muy rubio y con el pelo más o menos largo, sonreía ampliamente, me recordaba a Kurt Cobain, qué simpático, se llamaba Bruno. La lista de niños había acabado y ahora venía la de las niñas, bastante más corta. En ella no encontré una gran variedad que resaltase. Tan solo un par de chicas que eran gemelas. Se llamaban Marlene y Eva. A saber cómo me las habría apañado para diferenciarlas. La última niña era blanquísima y con el pelo muy largo, tanto que casi le tapa la cara en la foto. El pelo era n***o y resaltaba sus ojos verdes que lo flipas. Fuah, esa niñita estaría buenísima de grande. Se llamaba Anna. Hice un ademán de levantarme y dejar las hojas encima de la mesa, pero de camino me tropecé con algo que había en el suelo y me vertí todo el resto de cerveza por la sudadera y todos los pantalones. -¡Joder! – me quejé. Me empecé a mover intentando quitarme algo de líquido pero era inútil, la camiseta se lo había tragado todo. Como mínimo los portafolios salieron ilesos, a alguien le harían falta. Estos los dejé de nuevo encima de la cama ya que me pillaba más cerca y me quité la sudadera con la cerveza en la mano y todo. Acto seguido los pantalones y los bóxers también me los saqué. Ya que estaba cogí toda la ropa que tendría que haber dejado ya al cesto para lavar y me la llevé. Paseé por mi piso en bolas y a gusto, con todo apagado. Cuando volví de meterlo todo en la lavadora me encaminé hasta el baño y abrí el grifo para que se llenara la bañera. Lo puse lo más fría posible, adoro el frío, y el calor me saca de mis casillas. Cuando hace mucho calor me enfado, y me vuelvo muy borde. La verdad es que ahora me apetecía darme un agua y sumergirme en esta un rato largo. Mientras se llenaba empecé a recoger un poco. Tiré la mitad de cosas que había en el suelo y la otra mitad las puse en un montoncito para inspeccionar con más detenimiento. Fui a prepararme la ropa que iba a ponerme y me dirigí a mi armario. Abrí el cajón de los bóxers y pillé uno cualquiera, sin mirar. Cuando me lo iba a poner me di cuenta que eso que tenía entre las manos no era un bóxer. Los ojos casi se me salieron del sitio del susto que pillé. La madre que me… Dios… Eso no era un bóxer, era un tanga. -¡Dios! ¡El tanga de Daniela! Mil años buscándolo… Recordé mi primera vez… Flashback Sus curvas me cegaban. Acariciaba cada centímetro de piel que tuviese cerca, haciéndola estremecer y disfrutando de cada sensación nueva y sorprendente. Estábamos en mi cama, mi padre no llevaba hasta las doce de la noche de la fábrica y ella se quedaba hasta la hora de cenar conmigo. Era morboso recordar como habíamos llegado hasta esta situación: estábamos hablando cuando se le cayó lo que llevaba en las manos y se dispuso a cogerlo. Al agacharse le puede ver toda la delantera y un calor empezó a subir por momentos. Me pilló embobado mirando sus pechos y sonrió. -¿Te gustan? Asentí como un tonto y ella volvió a reír. Me cogió la mano con sensualidad y delicadeza, lo que hizo que me estremeciera de gusto. Fue dirigiendo la mano por el aire hasta ponérmela sobre uno de sus senos. Ahí es cuando noté que me había empalmado a más no poder. -Desnúdame… Ni me lo pensé. La estiré bajo de mí, en mi cama, y comencé a desabrocharle los botones de la camisa, blanca e inmaculada. Poco a poco se le iba asomando el sostén, n***o y de encaje, una pieza de lencería casi de museo. -Bésame… Comencé a devorarla por todos lados. Por la boca sobre todo, su cuello, sus orejas, su escote… Todo era jodidamente perfecto, y yo me estaba poniendo como una moto. No pasaron ni cinco minutos más que ya me había cansado de tantos preliminares y la había empezado a embestir. Vi como sus pechos se movían a cada embestida. Al principio fui con cuidado pero al final me recreaba yo solo, haciendo caso omiso a los quejidos de Daniela, me importaba bien poco que lo estuviera pasando mal. Daniel estaba sudando a lo bestia, como yo. Dios, había sido la experiencia más increíble de mi vida. Jamás pensé que me gustaría tanto. Había disfrutado de lo lindo y ahora que lo había probado no pensaba dejarlo. De pronto me vinieron a la cabeza las palabras que me dijo mi padre hace escasos meses. Jörg se había enterado de que tenía novia, y cómo no, me dio la charla que todos los padres les dan a sus hijos en esos momentos. Pero aparte de la matada de conversación en la que te dicen “usa preservativo” también me explicó que cuando perdió la virginidad se sintió tan orgulloso de si mismo que le pidió a la chavala que le regalara las bragas, para hacer constancia o algo así. Para tenerlas. Una sonrisa se dibujó en mi rostro. Yo no dudé ni un momento en hacer lo mismo. -Daniela… Ella me miró, tenía la mano en el pecho que se movía agitadamente por la acelerada respiración. Estaba roja, y cuando me miró me sonrió tímidamente. Su mirada ya me decía que siguiera hablando, estaba cansadísima. No me dio pena. -Estaba pensando… Ese tanga que llevabas era muy sexy… ¿Me lo das? - Al principio frunció el ceño y no me entendía. Estaba sorprendida, y para ella que no había sido su primera vez le supuso algo raro que se lo pidiera, puesto que ninguno con los que había estado le había pedido semejante disparate. Me dio igual. – Es que no siempre estamos juntos… y es una manera de recordar tu olor, de tenerte cerca, de que nunca se me olvide este momento tan mágico que acabamos de vivir… - de grande debería ser actor. Recordaría su nombre porque había sido mi primera vez, no por ninguna cosa especial que tuviera la chica. Su expresión cambió totalmente y se tornó en la dulzura personificada. Se levantó con cuidado, dejando de nuevo su joven cuerpo a la vista de mis ojos. Lo fue a buscar por el suelo y cuando lo encontró, tirado de cualquier manera, lo recogió y me lo tendió. Con la mirada le dije que lo dejara sobre la mesa, ya lo cogería más tarde. Cuando lo dejó se aproximó a mí y me abrazó. -Tom… Te quiero tanto… -Yo también preciosa… -mentí descaradamente. Esa fue la primera vez que le mentía a una chica después de tirármela, más tarde descubriría que desde luego iba a ser la primera de una lista incontable. Recuerdo que el follón que tuve que montar para poder lavar ese tanga sin que mi padre se enterara fue digno de ser escrito, casi para la posteridad. Fin Flashback Rompí con ella a la semana después de habérmela follado cuatro veces más. Yo le rompí el corazón y ella a mí la cara. Supongo que me lo merecía. No se porque las chicas, y los chicos claro, les da por enamorarse. Cuando te enamoras dejas de ser tú. Empiezas a moverte por la otra persona, a dejar tus prioridades en segundo lugar, y el hecho de tenerla cerca es lo que más te importa, tanto que hasta te da por prácticamente, autolesionarte o cosas de ese estilo. Sí, tuve que quedarme tardes enteras aguantando los lloros de mis mariconcetes personales cuando se tuvieron que dar un tiempo porque las cosas no iban bien. Eran patéticos, lloraban por el otro y después volvieron juntos de nuevo. Eso es de ser masoquistas. No, desde luego, Tom Kaulitz nunca se enamorará. Mi padre también me explicó que a mi madre también le cogió unas bragas. Que él había sido como soy yo ahora y que cuando se lo montó por primera vez con ella había sido como la primera vez, estaba tan enamorado que se le habían nublado los sentidos. Dice que es lo único que conserva de ella… Mi madre… ¿Qué sabía yo de ella? Absolutamente nada. Lo único que mi padre me explico es que mis abuelos me odiaban, cuando se enteraron que mi madre estaba embarazada de mi padre nos dieron la espalda, a más se ve que ni mi madre quería que naciera. Mi padre me apartó de ella para que no sufriera tener una madre tortura. Ya se que era una puta, que no me quería, que no debe de pensar en mí nunca, que si la volviese a ver me giraría la cara, pero dios… ¿Qué es tener una madre? ¿Qué es que una voz femenina te susurre al oído un Buenas noches? Yo no lo sabía… Y la echaba de menos. La echaba de menos sin haberla conocido siquiera. Jamás la había visto. Nada más nacer ni tan solo me cogió entre sus brazos, simplemente se me llevaron para lavar y que no me volvió a ver, no me quería volver a ver. Lo único que tenía de ella era mi nombre, ya que en principio tengo el nombre que ella me quería poner. De hecho tengo entendido que los nombres de Tom y Bill siempre le gustaron… O eso me dijo mi padre. Sinceramente no me importa mucho cómo me llame. Solo sé que no tengo madre. No tengo a quién llamar mamá. Qué bobada. Mi padre cuidó de mí como bien pudo, con el dinero que ganaba sobre todo en verano en el campamento y con lo que ganaba durante el año trabajando en una fábrica. No sé ni de qué. Sólo tenía a mi padre, ya mis mejores amigos, se lo debía todo a ellos. Abandoné esos pensamientos y me centré en mi ropa. Dios, cuantos temas en mi cabeza por un puto tanga. Pero joder, qué tanga… Pura lencería femenina, de la cara a demás. De pronto oí el sonido del agua caer. -¡Ostia! ¡El agua! A mitad de camino de comprobar cómo iba de llena la bañera me sonó el móvil. Joder… Joder… ¿Qué coño hago? Al final decidí ir a por el móvil y giré sobre mi mismo para cambiar de dirección. “Andreas” -¡Andy!, mil años que no me llamas al móvil… ¿Te pasa algo? -¡Putooom! -¿Mario? – ya decía yo… Su voz era inconfundible. -Sip. Te llamo desde el móvil de Andy porque el mío se ha quedado sin batería, y no encuentro el puto cargador de mierda. – me dijo lastimero. – pero bueh, que le voy a hacer. Te llamaba para decirte que si te quieres venir al parque de la calle ocho, han estrenado un centro comercial que es una pasada, ¡y lo mismo te quieres venir! ¿Qué te parece la idea? – me preguntó, ilusionadísimo. -Emmm… ¡Bueno, vale, me parece bien! – no tenía mucho que hacer, y tenía que distraerme del puto tema de los trabajos… Creo que me dará un ataque si sigo pensando. -¡No llegues muy tarde, que se hace de noche y nos van a cerrar! Bueno, a ti… nosotros ya estamos dentro. – ¡Pues a ducharse rápido se ha dicho!
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