Me giro y espero ver a Niza, en su lugar, me encuentro a mi hijo el cual tiene el bolso en la mano y me mira serio antes de dejarlo en el suelo. Mi hermano toca claxon y salgo de mi adormecimiento para acercarme a la puerta, le saludo y le doy las gracias.
—Te amo —grita Joy y yo grito lo mismo en respuesta y le lanzo besos, en el auto va Pia, mi sobrina y corro a verle.
—Pip —le saludo y abro la puerta para darle un beso en la frente.
—HaLaa —saluda y su papá ríe
—Hola, mi amor. —le doy besos y ella ríe mientras me acaricia el pelo tan grosero y dulce como solo un bebé sabe.
—Hola, porque no salías.
—Estaba hablando por teléfono.
—Emiliano se estaba haciendo orines—Le acusó Logan y los dos reímos.
—Siempre, no entiendo por qué viene del kínder a orinar.
—Esta bebé es lo más hermoso de la vida—dije mientras le escuchaba reír.
—Dile a Niza, que tengan uno y ¡¡deja de besuquear a mi bebé!! —me regañó y Joy rió.
Me fui por el otro lado a llenarle de besos correspondidos a mi sobrino el más guapo de la historia y regresé a casa. Mi hijo estaba secándose una hoja con una toalla y me miró a los ojos.
Emiliano no quiso saludarme.
Pasó su mirada de arriba de mis pies a la cabeza mientras se secaba dedo por dedo las manos con una toalla de papel. Le pregunté qué había escuchado exactamente y se encogió de hombros antes de ir en dirección a la cocina.
Después de regañarme y pasar su mirada de pies a cabeza fue hacia el refrigerador y tomó el queso y la ensalada, la mantequilla y dos tipos de jamón diferente. Se preparó un emparedado y le pregunté si quería ayuda.
—Emiliano, ¿seguro no escuchaste nada?
—No.
—¿Entonces tuviste un mal día?
—No.
—¿Qué pasa hijo?—insistí. — Me lo puedes contar.
—Si se lo dices ella te va a dejar y todo se va a arruinar de nuevo, de verdad, no sé lo que pasa contigo y me voy a ir a mi habitación.
Se llevó el sandwich y dejó el reguero. Acomodé todo de vuelta y me senté a trabajar de nuevo. Mi tía me envió a las tres mejores de la lista y me dijo que no olvidara llamar a la trabajadora social nueva porque la otra es a quien le asignan los casos que aparecen en el Pieth y puede resultar contraproducente.
Le di las gracias e hice las llamadas, envíe al correo de la psicóloga la orden del juez que decía que mi cita debía ser asignada de manera urgente, así como a la trabajadora social. Después de una hora tenía citas asignadas, para Emiliano, Niza, para mí y con la trabajadora social.
Mi novia entró con una caja de pastelillos, fui hacia la puerta a ayudarle y detrás de ella vi a Mily, la cual me dio un beso en la mejilla antes de ir hacia la cocina. Le di un beso en los labios y ella sonrió.
—¿Emiliano estamos en casa?
Mi hijo vino corriendo y no supo sobre quién saltar primero, así que se abrazó rápidamente a las piernas de Mily y luego a las de mi novia, Niza me entregó la caja y se inclinó para cargarle. Le dio un beso en la mejilla y ella varios él.
—Te tengo una sorpresa, trajimos pastelillos frescos de la pastelería de Olivia.
—Recién hecho y preparados por mi mamá.
—¿¡Los de coco!?
—¡Los de coco!—confirmaron al unísono Mily Niza.
—¿Quieres café?
—Sí, por favor.
Emiliano me apuró a llevarlos al comedor para poder verlos y olerlos, Niza rio y yo les seguí. Mi hijo abrió la caja y quedó encantado con los pastelillos, no te escapes Emiliano deletreado en cada cupcake, mi hijo fue por un cuchillo y partió uno y le mostró a Niza la mejor parte del cupcake.
—Mira, mira, te lo voy a explicar.
—¿Me dejas grabarte para que mi mamá escuche?—mi hijo asintió.
—Hola, tía Olivia, gracias. Mira, Nizi, estos cupcakes son perfectos, tienen coco caramelizado en la parte de arriba, luego un aire de coco una pequeña crema de coco con leche condensada y un pastelito con esencia a vainilla, en el centro —lo partido esta mágica crema de coco como con melcocha. Entonces lo partes como hice yo y pones la cremita en todo tu cupcake y ya está listo para comer —le dio un pedazo a Niza, otro a Mily, partió un segundo cupcake para nosotros.
Visto desde esa forma tan apasionada. Es el mejor cupcake de coco y sí que es uno bueno, todos comimos un cupcake más mientras bebíamos té y café, bromeábamos y lo tengo, todo, la familia perfecta, dos hijos, una mujer que me ama y por más egoísta que suene quiero mantener mi vida así.
Las risas de Niza y Mily me sacan de mis pensamientos. Mi hijo las ve preocupado y yo le pido que repita la pregunta. Sonrió y dijo:
—Quiera saber si Niza puede tener un bebé o tenemos que pagarle dinero a alguien más —Sonreí.
—Es muy dulce lo que propones mi amor, pero, papá, Mily y yo, tenemos que esforzarnos muchísimo en ser la mejor familia para que la jueza decida dejarte aquí en casa.
—Mi mamá no tiene otro bebé y su esposo no puede tener otros bebés, así que si tenemos un bebé problema resuelto. Somos Mily que es muy grande para ser una bebé—ella se aguantó la risa. —Yo y mi nuevo hermano, pero... necesitan apurarse, tardan demasiado en nacer. Roberta, la mamá de mi amiga Marina, va a tener un bebé, y dice que los bebés tardan nueve meses, así que hace semanas anda con una gran barriga y todavía faltan tres meses para que nazca.—mi hijo bebió un poco de agua. —¡Entonces, papá! ¿Van a tener un bebé o qué?
—Vamos a tener diez bebés, ahora no es el momento—aclaré.
—¿Quieres jugar a las cartas Mily?—preguntó.
—Me llamaste muy grande.
—También eres guapísima, inteligente, ¡¡divina!! La mejor hermana de la historia.
Mily le cargó y le llevó directo a su cuarto de juegos. Me incliné sobre la mesa y le di un beso en la mejilla a Niza.
—¿Diez hijos?
—¿Tres?—regateó.
—¿Contando a estos dos o sumándole?—pregunté. —Si se los sumamos, sí, definitiva, me conformo con siete preciosos hijos.
—Cinco en total, dos más por mí estarían bien, cuatro es un buen número.
—Lo que tú quieras.
—Tengo que decirte algo...—comenzó Niza con el rostro arrugado y tomé una bocanada de aire.
—Yo... yo también. —reconocí. —¿Quieres decir lo tuyo?