Yo envío varios correos a Paola, mientras estoy en el cuarto de baño. Bloqueo el teléfono y me ducho, tardo un poco intentando quitarme la pintura de los dedos y las uñas, me lavo el pelo. Cuando salgo me visto con lo más básico en mi armario y cuando salgo Niza está intentando comunicarse con Mar. Tiene un bloc de dibujo sobre la barriga, se acaricia con la otra mano.
—¿Cuál es la diferencia? Yo también hablo—hace una pausa. —Voy a dibujar.
Ella se pone a hacer unos trazos y se queda en silencio, mirando el papel con una sonrisa en el rostro, me acerco y le beso en la mejilla. Ella me hace una seña para que no hable y escribe en un rincón de la hoja: se mueve cuando dibujo, creo que le gusta saber que dibujamos.
—Sería una decepción si esta quiere ser médico —Los dos reímos y le tomo de la mano.
—Si tu papá sobrevivió, tú y yo lo haremos.
Las llevo a la oficina y me pongo a trabajar en todas las cosa que Niza tiene en su lista enorme, por ejemplo; encontrarle un vestido en el que no se vea embarazada de cinco meses, las reservaciones de hotel y de restaurante van bien y como si no fuese demasiado pedir me hace buscar un regalo para Florencia, porque es muy amable con ella. También me pide que haga unas compras para Emilio y Mily que se comieron todas las uvas y poco más, ir al supermercado me encanta así que lo hago. Después tipo una voy a buscar el almuerzo para ella, Sofía, Milena y recojo a la niña, mi hijastra me llena de besos.
—¿Cómo has estado? —pregunta.
—Nos vimos hace unos días, estoy muy bien tú.
—Muy emocionada porque Alfonso viene y porque Mar es niña —los dos reímos.—Ella abre su bolsa y me muestra una cantidad enorme de mamelucos.
—¿Los robaste?
—No, mi abuela me dio mi p**o por las pasantías ayer y no pude evitarlo, después entré en pánico, boté las bolsas, lo metí un mi bolso del colegio para que mi mamá no lo viera y hoy Arturo se apareció a desayunar y preguntó qué llevas en esa maleta y yo... el computador—me río. —Entonces dije, solo Emilio, solo mi súper padrastro puede entenderme.
—Solo yo no voy a castigarte, pero tienes que devolver esa ropa, nena, es demasiado.
—Puedes comprarme la mitad, se va a ver muy mona.
—Voy a comprarte la mitad esta vez, pero la próxima te castigo, sin dinero una semana.
—Ok.
Cuando legamos a la oficina, Sofía está conversando con Mar y Niza está indignada con nuestra hija. Mily parece desmayarse antes de ir a saludar a su hermana, la cual se mueve aún más.
Mira, te he comprado un mameluco de persona recién nacida y como un montón a lo largo de la vida, y un tutú, vas a verte monísima en tutú, Mar. —Ellas dos parecen llevarse bien y mi esposa nos pide a todos que le dejemos comer en paz y soledad, porque Mar no le dejas seguir con su inquietud.
Mily le pide cinco segundos en silencio para mostrarnos las mil prendas de ropa, Sofía se ríe cuando mi esposa cree que ya no habrá más ropa, cuando cree que no habrá más piezas rosadas, pero, salen más y hay accesorios, su abuela y su madre la miran sorprendidas y ella empieza a sacar cosas para los ocho meses, diez meses, doce y le sostengo la muñeca.
—¿Dejaste algo en la tienda?
—Tengo un remordimiento, porque tal vez a sus doce meses esto esté pasado de moda.
—¿Es lo único que te remuerde? —pregunta su abuela.
Milena da un discurso sobre la importancia de mantener a los niños abrigados y como la ropa es parte de la identidad de un ser humano, quizá un color neutro para no forzarla a nada, pero, la verdad tanto ella como Emiliano están emocionados con tener una hermana y eso está simbolizado en el color rosado, le acerco el plato de comida y ella toma un buen poco de la bebida, me pone la mano en el hombro y yo me esfuerzo por no reír.
—Bueno, no es como que me regalaron el dinero, vengo y trabajo duro. Más que los demás.
—Mily...—dice su abuela. Niza ríe y su hija termina con un:
—Saben qué, voy a decretar que seré millonaria feroz y guapa toda mi vida.
—¿Qué les parece una tienda por internet? —pregunta a su mamá. —Yo últimamente compro algo y se agota, soy la it girl de mi generación. ¿Mamá, te gustaría un negocio conmigo?
—Mi amor, tú solo dime y yo diseño, pero, hoy viene mi jefe y quiero parecer competente, todos fuera. Mar no me deja y ustedes siempre tienes unas historias loquísimas.
—Yo también.
—Me acabas de informar sobre la importancia del centeno Sofía y discutiste con ale al respecto. —Mi tía le ve incrédula y los dos reímos
Todos nos miramos y le pregunto si confía en la fashion gurú para que elija su atuendo, ella siente y me acerco a darle un beso.
—Te amo—añado y le dejo una caja de regalo sobre la mesa, mi esposa sonríe y desde el exterior la veo con una sonrisa sacar la pulserita, se la pone de inmediato y me envía un mensaje.
—Es una regalo precioso.
Una pulsera de oro blanco, con unos dijes que llevan los nombres de sus amores, nuestros tres hijos y el mío.
Los dos compartimos una mirada, Mily nos interrumpe y me da un beso en la mejilla, me apura para ver los vestidos. Mi celular vibra y le pongo atención.
Mensaje de Paola.