Desgarros

1518 Words
La mujer abrió la puerta de la casa de Niza, ella estaba envuelta en una toalla, tenía varios moretones y el ojo morado, me miró a los ojos y se soltó a llorar antes de preguntar qué estaba haciendo en su apartamento. Le di las gracias a la señora y le pedí que nos dejara a solas. Niza asintió y la mujer salió, cerró la puerta y yo dejé las cosas en un pequeño sofá que vi. —¿Qué te pasó? —Me... me asaltaron—reconoció y le abracé. —Ohh, Niza. —Se metieron acá, robaron unas cuantas cosas y llegué en el momento menos indicado, me golpearon —dijo asustada y le abracé. —¿Llamaste a la policía? —No, yo... me quedé sin teléfono. Lo vi quebrado en el suelo, así como el desorden impropio en ella. Le di un abrazo e intenté tranquilizarla, Niza todavía lloraba y temblaba. Le propuse que se vistiera mientras le preparaba un té, luego haríamos una maleta y dormiría en mi casa hasta que encontráramos un lugar apropiado y seguro para ella. —No puedo pagar más—replicó frustrada. —Niza, he visto cuanto ganas. —No le voy a heredar billones a Milena, pero, al menos, quiero que le quede algo cuando me muera. —No vas a morirte pronto y tienes varias oportunidades laborales que antes. Solo un lugar más seguro, déjame al menos... —No, gracias, pero, no necesito tu ayuda Emilio. —¡¿Cuál es el problema?!—respondí molesto y ella sollozó, me intenté acercar y Niza me pidió espacio con un gesto de la mano y mientras se cubría el rostro. —Niza, ayúdame a entender —pedí en un tono de voz más suave. —¡Quiero ser tu igual! No tu obra de caridad o la bolsa que arrastras por la vida. ¡Estoy cansada de ser una carga para los demás! Y una vergüenza para quienes amo. No quiero hacerte eso a ti, no puedo más. —Niza, solo cálmate y ve vestirte, yo voy a poner el té. No tenía forma de convencerle de que para mí no es una carga y tampoco podía convencerle de que le amo porque ni siquiera le he dicho que la quiero. Tal vez, mi tía tenía razón y el amor sí necesita más trabajo, al menos el amor que dura más de unas semanas o más alá de los tres meses. Lo que pasa es que no puedo dejar que Niza se quede en un lugar que tiene paredes de material dudoso, la gente entra y sale por un donut o peor, los asaltantes de espera en casa y te golpean. Niza regresó con un camisón y unos jeans, Escuchamos la puerta abrirse de nuevo. Esta vez entró Arturo con su propio juego de llaves, los miré a ambos, Niza intentó decir algo, pero, Arturo se adelantó: —Ey, estaba por llamarte. Quería asegurarme de que Niza se calmara y tomara un baño. —¿Tuviste tiempo de llamar a Arturo?— No dejé que dijera nada más porque la verdad es una batalla perdida. —Creo que lo mejor es que reposes y te sanes esos golpes. Voy a Nueva York solo, cuando regrese Sasha estará reincorporándose, ponle al día, Sofía ha estado hablando de moverte de división y creo que te vendría bien. —Emilio, no nos has dejado hablar. —No quiero saber por qué tienes llaves del apartamento de Niza o por qué eres su contacto de emergencia. Me fui antes de que alguno de los dos dijera nada más, solo me fui y sal de su camino. Regresé a casa y me encontré con Ellis, Amanda, Logan, Joy, Valentina y Emiliano jugando cartas, reí porque Emiliano tiene una muy buena memoria visual. —¿Las tiene marcadas?—preguntó Ellis. —Es el próximo doctor Pieth —bromeé y todos rieron. —No, tiene una memoria increíble —Saludé a mis sobrinos y luego a mis hermanos. Logan no tiene vergüenza y como no le gusta perder, no le ha importado que su hijo de cuatro años y su sobrina estén por perder, pero él va de tú a tú contra Emiliano. —Aquí hay más cartas.—Sugerí y les acerqué un nuevo paquete. — ¿Por qué no iniciamos un partido los que no nos sabemos todo? —Claro, yo quiero en este nuevo equipo—Dijo Amanda y todos reímos porque es evidente que su única intención es ganar. Mi hermana me dijo que preparó una ensalada y un pollo y mi sobrina fue quien rió con ganas esta vez. Yo me contagié con su risa y fui a la cocina. A ver, que sí, Valentina cocina más ahora que es esposa, pero eso no significa que esté muy laboriosa porque el 93 % de la comida es preparada pro alguien más. Amanda se acercó y se sentó en el banquillo, esa ensalada es preparada y el pollo, solo lo calentó dentro del horno. —Amanda, preparé el arroz, no seas as, ehh. Qué corazón, el tuyo con tu tía favorita del universo. —Sí, Amanda, por lo menos no han inventado el arroz en lata —Dijo su papá y los dos rieron. —No, pero en el restaurante me lo dan en una tacita aparte y quedo como la más. —Todos reímos. —¿Te sirvo, hermano princeso? —No tengo mucha hambre. —¿Niza no se iba a quedar contigo hasta mañana?—preguntó Ellis. —¿Sí, donde está Niza?—interrumpió mi hijo. — Guardé melocotones o duraznos para ella. —Niza no va a seguir viniendo, cielo. Mis hermanos y mi hijo precisaban de más información que no estaba dispuesto a dar. Solo sabía que Niza y yo no podíamos funcionar. No con ella corriendo hacia Arturo, cada que tiene un problema y alejándose de mí, cada que alguien tienen una opinión de ella como madre o de su pasado. Me encogí de hombros y lo resumí en que no funcionó. Saqué del refrigerador las uvas y le di a mi sobrino favorito, el cual suspiró y se sentó sobre la barra de la cocina. —Es una lástima, Niza es guapa, inteligente y sexi, y la verdad — Se metió una uva en la boca y esperó a masticarla aproximadamente treinta o cuarenta veces porque es lo correcto—Tu pérdida, tío E. —Gracias, gracias Jo. —Con gusto, siempre emocionado de informarte sobre lo que no va bien en tu vida. Joy tiene el poder y la habilidad de decirme que no está bien, por ejemplo: hace dos años me dejé crecer la barba y él me informo que no me quedaba bien “Feo, peno feo, tío E”, compré un carro deportivo “No pa´da bebés, tío E” Compré una casa antes que esta, a Joy no le gustaba porque faltaba espacio y en realidad después de seis meses me querría volver loco con la falta de espacio y de comodidad. El niño, aquí dónde se ve, es muy sabio. La puerta de mi casa se abrió y todos miramos a Arturo. Los chicos corrieron a saludarle y él les llenó de besos y apachurros. —Arty baby —saludó Valentina. —¿Quieres comida? No cociné, pero, preparé cosas muy ricas. Mi primo se aceró y saludó a mis hermanaos, le dio un beso a mi hermana y le pidió un tupes para llevar, todos compartieron miradas y Ellis le preguntó que le traía de forma tan tensa a mi casa. —Vine a hablar con el patán de Emilio. —¡Cómo todo toma sabor la noche!—dijo Ellis antes de decirles a los niños que fueran a ver las estrellas unos minutos. Básicamente, sacaron a los niños, porque ninguno de los adultos quería perderse el chisme y tener un telescopio en la terraza siempre es una buena idea, cuando Arturo tiene cara de querer arrancarme el cráneo. —No tengo nada con Niza, más que una amistad muy fuerte y una relación de cariño y respeto. Yo le di esperanzas a alguien a quien sabía no podía cumplirle y probablemente la lastimé más de lo que admite. Es la mamá de mi hija y mi amiga, está decepcionada y triste. ¿¡Sabes!? Yo creía que habías madurado y finalmente eras un hombre, pero has demostrado que el mundo sigue girando al rededor de ti y tus necesidades. No voy a permitirte lastimar a Niza y quiero que así como te has ido sin dejarla dar una explicación, te vayas y no vuelvas a llorar por tu error, porque ella se merece mucho más. Mi hermana le dio el tupper, y Arturo le dio un beso en la mejilla y se fue. —¿Qué hiciste Emilio? —No, sé qué hiciste, pero te pasas —gritó mi hermana y me dio un golpe en la cabeza. —Venga, habla, decepciónanos. ¡¡Lo que son los celos!!
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