POV ELIZABETH
El tiempo transcurrió en una calma engañosa. Los días en casa de Adam se volvieron rutinarios, casi cómodos, pero la tensión entre nosotros nunca desapareció. Estábamos atrapados en un juego peligroso, uno en el que ambos nos negábamos a ceder, aunque la atracción latente nos consumiera lentamente.
Esa noche, el aire se sentía distinto. Había un presentimiento en mi pecho que no podía ignorar. Adam se había marchado temprano a una reunión de emergencia, y yo decidí aprovechar el tiempo para relajarme en la terraza, disfrutando del silencio y la brisa nocturna. Los guardaespaldas estaban en su lugar, la seguridad era estricta, y sin embargo, algo dentro de mí no dejaba de gritar que algo estaba por ocurrir.
El sonido de mi teléfono vibrando sobre la mesa me sacó de mis pens
