La observo dormir y me parece tan frágil e indefensa; todo lo contrario a lo que es cuando esta consiente. La puerta de la habitación se abre, Bianca entra junto a una charola llena de medicamentos. —Disculpe señor, vine acomodar los medicamentos para cuando despierte. —Asegúrate de que le cocinen ligero y saludable, me avisas cuando despierta. —Si, señor. Salgo de la habitación, camino directo al despacho en donde se encuentra Ludovico sentado frente a mi escritorio. —¿Qué noticias me tienes? —Ese maldito no se encuentra en Mexico, hemos peinado cada rincón y no hay rastros de él, creen que se marcho del país. —Quiero que a ese maldito lo encuentren así sea debajo de las piedras . —Esa es la orden hermano, daremos con él tarde o temprano. —Reúne a los socios esta noche,

