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1073 Words
Brisa El baño me ayudó a relajarme bastante, era como si con el agua se fueran las últimas lágrimas que me permitiría llorar por Jerry. Pero cuando salí, me sentí una nueva mujer y está nueva versión no iba a aceptar mentiras, ni que la hagan sentirse menos, de lo que realmente vale. Tengo veinticinco años y un trabajo estable, puede que no trabaje en alguna oficina o en alguna carrera universitaria, algo que la madre de Jerry siempre me recalcaba, pero trabajo hace cuatro años en una hermosa tienda de ropa, dónde me siento cómoda. No necesito a Jerry, puedo vivir felizmente sin él y desde ahora se lo demostraría. Esperaba que este tiempo que quería tomarse lo ayudará, porque será un tiempo definitivo. En mi vida volveré con él. —Muy bien Debbi, ¿A dónde iremos? — pregunté, mientras abría mi armario. Lo triste de hacerlo es que mucha ropa del innombrable estaba aquí, sus camisas, sus pantalones, los cuales pronto estarían dentro de una bolsa de basura, descansando en el contenedor que se encontraba en la acera del edificio. No quería nada que me recordará a él, no quería nada que me hiciera pensar en lo idiota que fui. Entonces recordé el anillo. Este aún descansaba en mi dedo, luciendo tan hermoso y tan fuera de lugar a la vez. ¿Cómo habíamos llegado a esta situación? No tenía idea, pero ya no había nada más que hacer. Saqué con cuidado el anillo y lo lancé sobre la cama, no iba a tirarlo, no, su destino sería la casa de empeño, al menos me daría dinero para comprar algo para mi nueva etapa. —Debbi, ¿A dónde iremos? Debo saber que ponerme. —volví a preguntar y la vi acercarse a mi, con su teléfono en la mano. —Vamos a ir a “Inmortales” ya sabes, el bar de la tercera. —Pero siempre está tan lleno de gente que a penas si puedes respirar. —Lo sé, por eso es perfecto, allí conocerás a alguien. —Debbi, no quiero conocer a nadie. Lo de Jerry es muy reciente y puedo salir y fingir que no existe, mientras le deseo lo peor, pero no por eso me meteré con algún tipo al azar. —¿Quién hablo de alguien al azar? —eso llamó mi atención, me hizo comprobar que ella tenía algo planeado y que estaba sumándome a su plan. —¿Qué piensas hacer? —Yo nada. —¿Qué sucio y retorcido plan estás ideando? Débora es muy diferente a mí. Ella es más atrevida y siempre esta dispuesta a llevarse al mundo por delante. Somos amigas desde que tenemos nueve años y nos aliamos para cortar las trenzas de Cristina, la pequeña “soy mejor que ustedes”. Pero luego de que le dejamos un corte carré, no volvió a molestarnos. Pero desde ese momento, no dejamos de ser inseparables. —Vamos a trabajar en tu confianza y autoestima. —¿Cómo? —Vamos a ir al bar y vas a tratar de ligar con alguien. —comencé a reír, segura de que mientras tomaba una ducha, Débora había asaltado el pequeño bar que Jerry armó en la sala. —No tengo ánimos para ligar con nadie. —Solo lo harás para reforzar tu confianza. —¿Estás pidiéndome que vaya y elija a alguien al azar y traté de conquistarlo para reforzar mi  confianza?  —No, claro que no. — suspiré, Sintiéndome mucho más relajada. — Quiero que trates de conquistar a uno de los dueños. —¿Me estás jodiendo? ¿Cómo demonios voy a saber quiénes son los dueños? —Ellos están siempre atendiendo la barra, ligando con todas, será sencillo Brisa, son jugadores. —Yo soy amateur. No práctico el coqueteo desde hace años, incluso fue Jerry quien vino a encararme, no llegaré a la segunda fase. La verdad es que si podría hacerlo, pero no quería, no cuando en mi mente odio a cada hombre, gracias al imbécil de mi ex. —Deja de subestimarte, sé que lo conseguirás. —¿Qué ganó si lo consigo? —¿Qué quieres? —El nuevo vestido que entró a la tienda, más dos kilos de helado de chocolate. —Hecho, pero ahora termina de prepararte o no conseguiremos entrar. Volví a atacar mi armario, sacando la ropa de las perchas y arrojándolas a la cama. Siempre fui una especie de compradora compulsiva, coleccionando vestidos cortos de fiesta. Al trabajar en una tienda de ropa, me es muy sencillo hacerme con alguno y luego descontarlo de mi sueldo. Pero para esta noche sabía que debería lucir majestuosa, porque en tema conversación venía para atrás. Tomando uno de los infalibles vestidos cortos negros, me lo puse y pensé si era el correcto o no. Sin embargo, sin querer pensarlo dos veces, decidí ir así. Es un vestido ajustado, con la cintura de encaje, detallando partes de mi cuerpo que son completamente inexistentes con otras prendas. No me gustaba admitir la planicie que tengo en mi zona delantera, pero no debía hacerlo, no con este vestido, ya que el pequeño escote, me dejaba una delantera decente. Combinándolo con unos tacones, que me gustaría clavar en Jerry, vi que el resultado era perfecto. Cuando terminé los últimos retoques en el cabello y maquillaje, me dirigí a mi segunda gran obsesión: los perfumes. Eligiendo uno un poco osado, elaborado a base de pimientas y azafrán, combinado con flores y cítricos, que me hacían sentir un poco más confiada. Solo esperaba que está confianza recién adquirida, no se esfumara al llegar al lugar. —Muy bien, estoy lista. ¿Tú piensas ir así? —No. Pasaremos antes por casa y allí elegiré algo rápido. Vamos, vamos, Brisa, esta noche te convertirás en un fuerte viento. —Tonta. —dije sonriendo y siguiéndola hacía la puerta. La casa aún era un desastre y no quería limpiarlo, no hoy. Cada vez que pensaba en lo que había sucedido, me sentía más segura de hacer esto. Los hombres siempre jugaban con nosotras, sin importarles nuestros sentimientos, entonces ¿Por qué me sentiría culpable de jugar con los sentimientos de dos jugadores? Estaba decidido, haría esto por mí y los vería como a Jerry, un sucio traidor. Recuperaría mi autoestima y les enseñaría a uno de ellos a no volver a jugar con las mujeres. O eso esperaba…
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