Empecemos con algo sencillo, mi nombre es Mady García. Tengo 20 años, soy de estatura baja, no soy la típica chica con cuerpo de infarto, todo lo opuesto, me considero una chica común y corriente, nunca me he considerado una mujer bella y menos una que está dentro del estándar catalogado por la sociedad.
Me considero alguien muy intelectual y demasiado analítica, me encanta leer y escuchar música todo el tiempo, son mis más grandes hobbies. Pero, la verdad… Cuando leo o cuando estoy escuchando música, siento que puedo escapar de la realidad, aunque sea tan solo unas horas…
Para empezar a darles a conocer mi historia, deben saber que mi familia consistía siempre de mis hermanos, mi mamá y yo. Mi padre se fue cuando yo era pequeña, se fue del país con la intención de darnos una buena vida, pero parece que la vida y el destino, no quería que fuéramos una verdadera familia. Parece como si la vida quisiera vernos sufrir a su manera, al menos conmigo es así.
Solía enfermarme mucho cuando estaba pequeña, hasta el punto de estar hospitalizada en varias ocasiones. Era feliz, con cualquier cosita que me daban, era feliz… Hasta que él llegó a nuestras vidas.
Durante muchos años, no entendía que era tener a tu padre de tu lado. No sabía que era ser la consentida de papá, siempre ha estado mi madre para nosotros. Pero, siempre sentí que algo me faltaba, sentía que ese amor paternal no estaba y que solo contaría con el amor maternal.
No recuerdo cuando y cuantas veces mi padre llamaba para saber de nosotros, no recuerdo que hizo él por mis hermanos y por mí cuando era solamente una pequeña, no recuerdo cuando recibí un regalo de su parte antes de irse y alejarse de nosotros. No recuerdo, que era ser cuidada por él. Solo recuerdo, las veces en que era mi mamá, quien se trasnochaba cuidando de nosotros, solo la recuerdo a ella ayudándonos con las tareas de la escuela y enseñándonos lo que ella sabía de la vida.
Sentía que éramos una familia feliz, aunque incompleta. Sin embargo, éramos felices, al menos yo lo era. Aunque no soy madre, me he colocado muchas veces en los zapatos de mi mamá, he tratado y he logrado entender muchas de sus acciones y muchos de sus pensamientos, pero no todos.
Ella siempre se ha mostrado ser fuerte, pero es una mujer muy sensible que finge muchas veces ser fuerte, lo es, de eso no hay duda, pero sigue siendo una persona demasiado sensible, demasiado emocional. Cuando te sientas a escuchar historias sobre su vida, de cuando era una niña y de cuando comenzó a formarse como mujer, en cada relato que ella nos contaba, cada historia, podías darte cuenta de que muchas veces, muchas de las cosas que vivió hizo que su vida fuera una mierda, aunque muchas veces fueron momentos de felicidad para ella. Ella tuvo que sacrificar muchas cosas para ayudar a sus hermanos a salir adelante, sacrifico sus estudios, entre muchas cosas. Al igual que sacrifico mucho por mis hermanos y por mí.
Aunque no tengo conocimiento sobre muchas cosas que ella ha hecho por nosotros, sé que ha sufrido por muchas cosas, aunque ella se niegue a decirlas, ha preferido sufrir en total silencio. No sé si es por no querer lastimarnos o si es simplemente su deseo de querer reservarse esa información, no lo sé.
Amaba pasar el tiempo con mi familia, tener las tardes de diversión con mi mamá y mis hermanos, era muy feliz con nuestra familia de cuatro integrantes, pero cuando mi mamá dejo de esperar, para que mi papá volviera con nosotros por años. Fue ahí cuando empezó mi verdadero infierno, noches de insomnio, noches de miedo, noches de soledad…
Nunca he estado en contra de que ella desee ser feliz, nunca me he negado a que rehaga su vida al lado de otro hombre, al contrario, siempre he querido que ella sea feliz, al igual que mis hermanos, pero todo el tiempo me digo… ¿Por qué él?...
Al principio fue extraño pasar de una familia de cuatro integrantes a ser una familia de cinco integrantes, fue un poco difícil saber que no había oportunidad alguna, de que fuera mi padre el quinto integrante, sino que era un total y completo extraño. Desconozco como se conocieron, desconozco como fue que inicio su romance, desconozco muchas cosas de lo que ella vivió con ese hombre... Solo sé lo que he visto y lo que tuve que vivir.
Verán… Mi hermano menor, siempre ha sido una persona de comer mucho. Yo siempre me he dedicado a ayudar con las cosas de la casa, desde muy pequeña lo he hecho hasta este momento.
Mi mamá siempre trabajaba todo el día, solía madrugar para alistarnos y así despacharnos a la escuela, mientras nosotros nos arreglábamos y nos despachaba, ella solía dejarnos la comida preparada y luego se iba a trabajar. Así fue durante un tiempo, a veces contrataba a alguien para que cuidara de nosotros, ya que ella no podía, pero cuando tuvimos la edad suficiente, nos dejaba solos en casa. Y fue ahí cuando empezamos a estar solos durante las tardes, en ese tiempo mi hermano muchas veces me decía… Hermana, tengo hambre…
Nunca me negaba en prepararle algo y darle de comer, así que iba a la cocina y miraba que había para darle, pero en varias ocasiones no había nada preparado, así que empecé a intentar aprender a cocinar por él, fueron muchas veces en las que me he quemado mis manos y mi pecho por intentar preparar algo para él. Aún conservo una que otra marca de aquellas quemaduras, pero, aun así, siempre he estado dispuesta en hacer cualquier cosa por él y por mi hermano mayor, a pesar de las quemaduras y el dolor, siempre estuve dispuesta.
Mi hermano mayor es diferente, él, siempre intentaba dar lo mejor para cumplir con su rol de hermano mayor, nunca fue exigente y nunca solía quejarse de lo que le pedía. Con él, es con quien más me identifico, los dos hemos sufrido en silencio, los dos estuvimos en nuestros mundos por años. Pero, él a diferencia de mí, ha soltado muchas de las cosas que lo hacía vivir con tristeza y dolor.
El hecho de que él decidiera mejorar su vida espiritual, ha cambiado su vida por completo. No es alguien que se dedique a pertenecer a un grupo de creyentes, que van todo el tiempo a una iglesia, no es de ese tipo de personas y mucho menos es el tipo de mejoría que ha tenido. Me refiero, a que él solía ser una persona que no creía en Dios, solía decir que Dios no existía y no creía en la fe, pero luego de que muchas cosas pasaran, creo que eso le sirvió para tener creencias hacia Dios, creo que eso le ayudo a salir de su mundo, de un mundo donde la soledad es tu única compañía, fue un cambio agradable de ver.
Fue un cambio donde pude ver como él estaba viviendo su día a día con alegría y determinación. Lo vi convertirse de un niño triste y solo, a un hombre feliz. No voy a negar en que hay momentos, en los que él se enoja o se pone triste o se aburre de algo o sus demonios lo atormentan. Es normal, que un ser humano tenga todo tipo de sentimientos y pensamientos. Pero, él ha dejado la soledad a un lado, al menos en un gran porcentaje, no les mentiré, estoy segura de que aún habrá momentos en los que desee la soledad, como cualquier persona, eso no tiene nada de malo.
Y estoy segura, que mi hermano menor es igual. Él no es tan creyente en Dios, como mi hermano mayor. Siempre dice muchas cosas, de las que estoy segura de que en su mente hay otro tipo de pensamientos. Él ha sido como un hijo para mí, al fin y al cabo, fui yo quien, de cierta manera, durante años lo ha criado. He sido yo, quien tuvo que hacer la labor del rol de madre, cuando nuestra madre no ha estado, debido a su trabajo, también lo he sido de cierta forma para mi otro hermano, pero, sin duda alguna, ha sido más en mi hermano menor.
No cualquier persona, aprende a cocinar y hacer las cosas básicas de un hogar por ti, no cualquier persona soportaría el dolor de las quemaduras y el dolor de las palabras, por ti. El que lo hace, realmente lo hace por amor. Aunque hay momentos en los que se confunde el amor, por la resignación y eso no es bueno, y no les negaré, me ha pasado y muchas veces.
Han sido noches y noches de mucho dolor, pero saben… A pesar de eso, me he hecho fuerte e independiente, al menos eso es lo que creo y que muchas personas me han dicho...
El primer golpe o trauma, o como deseen llamarlo, fue cuando ese hombre se hizo parte de nuestra familia. Al principio fue extraño, pero luego nos amoldamos a la nueva familia que éramos. Pero, después de un tiempo, pude ver que ese hombre, que se disfrazaba como un hombre bueno, era un demonio. Y ese… Fue el primer demonio al que tuve que enfrentarme, en total soledad.
Tenía alrededor de 12 años cuando todo comenzó, noche tras noche entraba en mi habitación para cometer el mayor delito que un ser humano puede hacer, robar la inocencia de un ser puro. Y de puro, me refiero a un niño o niña, la inocencia que todo niño tiene, es sagrada y es algo de lo que debemos respetar, pero está visto que no toda la sociedad piensa igual.
Él siempre entraba cuando todos dormían, para ser más exacto a las tres de la madrugada, nunca le temí a la oscuridad, nunca le temí a la soledad, nunca le temí a fallar, mi temor… Mi más grande temor, fue él. ¿Por qué?, simple… Porque, gracias al abuso que sufrí de su parte, me vi obligada a madurar demasiado temprano, me obligaba a dejar de pensar y actuar como una niña, para pensar y actuar como una mujer.
Siempre me he dicho y me he preguntado, ¿por qué los niños se ven obligados a comportarse como un adulto, en lugar de actuar como un niño? Muchos años me preguntaba eso desde que era una niña, pero me di cuenta, que el adulto es el que obliga a un niño, dejar de ser niño, porque han destrozado su inocencia, y no me refiero solamente al abuso s****l que fue mi caso, no… Si no también, al abuso emocional, al abuso verbal y muchas otras formas, que pueden ser consideradas como un abuso.
Fueron varios años, en los que tuve que soportar que él hiciera lo que quisiera, porque muchas veces fui testigo, de como él podía lastimar a mi familia. No quería que mis hermanos pasaran por lo mismo, que yo pasé. No quería que ellos tuvieran miedo de que fueran las tres de la madrugada, no quería que tuvieran miedo a la soledad, no quería que tuvieran miedo de ellos mismos. Siempre he querido protegerlos y amarlos, se supone que ese es el principal deber de todo padre, pero yo lo hice, en lugar de mis padres.
Pero, en mi caso, desde que él llegó a nuestras vidas, no tuve esa protección, como la poca protección que yo les ofrecía a mis hermanos, siendo tan solo una pequeña niña. No solo me obligo a ser adulta siendo tan joven, no solo fue eso, sino que rompió mi alma y mi corazón en miles de pedazos. Me hizo sentir como si tuviera un hoyo n***o en mí, me hizo sentir como si fuera una muñeca a la cual podían hacer y deshacer fácilmente. Todo lo que hizo por años, me obligo a alejarme de las personas que amaba, me obligo a amar la soledad, me obligo a odiarme.
A medida que crecía, me sentía vacía, me sentía una persona sin alma. Era como un cascarón vacío. Dejé de ser la niña sociable, dejé de sonreír, dejé de amar las fotos, dejé de hacer amigos, dejé de amarme a mí. Comencé a odiar cada cosa que me caracterizaba, comencé a odiar mi cuerpo, comencé a odiar todo de mí. Me convertí en alguien que se la pasaba malhumorada todo el tiempo, me convertí en alguien que sufría en silencio…
Poco a poco fui creciendo, vi como ella era feliz a su lado, vi a mis hermanos aceptándolo a él en nuestras vidas, como si nada pasara. Me vi obligada a resignarme, a aceptar mi destino, a aceptar mis demonios, a aceptar la soledad. Dejé de tener amigos, dejé de hablar todo el tiempo, dejé de querer ir a las fiestas de cumpleaños de mis compañeros a las que me invitaban, todo… Porque, me sentía sucia, me sentía odiada por mí misma.
Muchas veces, traté de contarle la verdad a alguien para que me ayudara, para qué me sacará de ese infierno. Pero, siempre que tenía el valor de hacerlo, las personas en las que yo confiaba, me daban la espalda y eso hacía que me detuviera, eso hacía que deseara callar. Además, de que muchas veces vi las amenazas de su parte, no tuve opción, más que resignarme a callar y sufrir sola, en total silencio.
He sido criticada y juzgada desde hace muchos años, al principio fue demasiado doloroso escuchar y ver lo que decían de mí. Pude darme cuenta, de que las personas a las que he amado y he confiado, me han lastimado de muchas formas, me ha dolido cada una de las cosas que me hicieron, porque todo lo que han dicho y han hecho, dolió más que estar en el infierno, en el que ya me encontraba. Aprendí a aceptar que las personas siempre juzgan y critican, muchas veces por odio, muchas veces por envidia, muchas veces por gusto y otras por placer.
Aprendí a soportar muchas de esas críticas y juzgamientos que recibía a lo largo de mi vida, ya no me importa lo que las demás personas decían y siguen diciendo de mí. Pero, aunque trato de ignorar todo lo que dicen o hacen, aún hay momentos en que me lastima todo lo que pasa a mi alrededor, soy humana, así que tengo sentimientos y es normal que no siempre pueda ser fuerte, para soportar el dolor que me ocasionan. Lo peor de todo, es que ese dolor que me causan, lo hacen las personas a las que más he amado y he protegido en mi vida.
He callado durante muchas veces y por mucho tiempo… En algunas ocasiones lo he hecho por no herir a la persona que me ha herido, otras veces fueron por el hecho de no poder decir una sola palabra, eso es más frustrante y doloroso, que callar, por no querer herir a los demás. ¿Por qué?... Porque, es ahí donde sientes que se forma un nudo en tu garganta, lo cual te impide hablar.
Sientes que te derrumbarás fácilmente con tan solo mencionar una palabra, porque al tratar de decir algo, dejas salir un solo y pequeño gemido, y es ahí cuando te das cuenta, de que ese nudo que ya sentías, se vuelve más y más asfixiante, sientes que tus ojos quieren convertirse de un desierto en un mar inmenso.
Cuando te derrumbas, sientes que no volverás a ser tú, sientes que te quiebras por partes y sientes que te pierdes de a poco. Cuando te derrumbas y deseas reaccionar, es cuando te preguntas muchas cosas como, por ejemplo, ¿por qué no fui capaz de decir o hacer esto?, ¿por qué esa persona es así conmigo?, no entiendo el por qué lo hace o lo dice, entre muchas otras cosas que te cuestionas.
Tu mente se convierte en un caos total y es ahí, cuando muchas veces, se necesita estar solo para reflexionar, para analizar el por qué ha sucedido las cosas, el por qué debes ser tú quien sufra y muchas otras cosas... Por eso duele… Es por eso, que duele más callar, por ese nudo que sientes.
Las traiciones duelen más, cuando es de las personas en las que más confiabas, a comparación de si es una persona que no te identifica y yo… Bueno, yo… He sido traicionada de muchas formas, por esas personas en quien confiaba y a quienes más amaba… Siempre me pregunto, ¿algún día seré feliz?...