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Lexi
Dani sacudió la cabeza y se apartó de mi brazo, haciendo que la soltase.
—¡Soy virgen! ¿Y se supone que tenga sexo anal primero? Eso no parece justo.
Treva debió haberla escuchado, pues sacudió la cabeza y miró a mi amiga.
—No, Daniela. No tiene que, como dice, tener sexo anal primero. Sin embargo, si le ofrece a su compañero el regalo sagrado de su vientre femenino, y si acepta su reclamo y la semilla en su v****a, estará con usted por siempre.
—¿Ah sí? ¿Y qué pasa si esos chicos nos violan y ya? ¿Nos quedamos con ellos por siempre? —preguntó una de las chicas.
Treva se paró con total firmeza, y todo rastro de amabilidad se desvaneció de sus rasgos faciales.
—Nuestros cazadores son honrados y respetados; son nuestros guerreros más sagrados. Jamás violarían a una potencial c
