"Deja de fingir. Pasemos un buen rato". "¡Déjame ir! No soy prostituta ni actriz. No he actuado en ninguna serie. Estoy diciendo la verdad. ¡Déjame ir!" Ella gritó mientras la cargaba y casi la tiraba encima de mi cama. Antes de que pudiera moverse, me puse encima de ella y le quité todo lo que me estorbaba. Le abrí las piernas mientras una de mis manos la sujetaba por encima de la cabeza. Antes de que pudiera apartarme de un puntapié, ya estaba introduciendo mi excitación en el estrecho y seductor pasaje rosado "Deja de actuar. Disfrutemos juntos", le susurré al oído antes de presionar mi dedo contra esa seductora hendidura rosada y ella dejó escapar un gemido. Lo necesito de verdad. Miré fijamente la conexión entre nosotros. Maldita sea... ¡Sangre! Casi me estalla la cabeza cuando miro la cara de la joven que tengo debajo. Jadeaba con fuerza. Estaba llorando, temblando incontrolablemente. "Tú... no eres... ¡Maldita sea!" Murmuré una maldición en voz baja. Parece que ella jugó un papel en otro drama. ¿Quién iba a imaginar que ella no era la persona que Chandler me envió y que apareció de repente en mi puerta? Ahora lo entiendo. He llegado hasta aquí y no puedo contenerme. "¿Cuánto quieres... a cambio de lo que hice?" Le pregunté a la mujer que yacía desnuda debajo de mí. Ella permaneció en silencio, solo sollozando suavemente. "¿No tienes voz?" Me introduje dentro de ella, haciéndola estremecerse y casi gritar. "Pregunté cuánto costaría... ¿A cambio de tu virginidad?" Respiró lentamente y me miró a los ojos. La mirada en sus ojos me hizo temblar por un momento. Había algo en esta mujer que me cautivó. Su rostro se parecía al de alguien que conocí una vez.