Christian
Esa chica, Samantha, me está volviendo loco, con su carácter, con su actitud seria y directa. Dios. Me encanta.
En todos los años que trabajó para mi, nunca me había hablado de esa manera, como si no le importara nada.
Creí que sería bueno pedirle disculpas, así que le envíe un ramo de rosas ayer, junto con una tarjeta. Espero que eso sea suficiente para calmar su enojo. A todas les gustan las rosas, y con un par de palabras bonitas, ya está, su enojo desaparece.
Quizás me pase por su nuevo trabajo para ver como le va, y de paso me divierto un rato con ella.
Se que a pesar de su terco carácter, va a caer rendida, ninguna se ha podido resistir a mis encantos y ella no será la primera.
(...)
Samantha
Nuevo día y nuevas obligaciones en mi trabajo, me levanto y me doy una ducha. En toda la noche no pude dormir bien, creo que fue por el estrés.
Luego de unos minutos, me coloqué mi ropa para irme al trabajo.

Tomé mi desayuno rápidamente y tomé mis llaves junto a mi cartera y salí del apartamento. Me subí al auto y comencé a conducir hacia la empresa.
Al llegar, saludé a Anne que ya se encontraba en la recepción y de camino a mi escritorio vi a Hannah suspirando y hablando sola mientras intentaba ordenar unos papeles que tenía sobre el escritorio suyo. Pobre chica.
Llego a mi lugar de trabajo, dejo todas mis cosas allí y a paso rápido me aproximo hacia la puerta de mi jefe. Luego de golpear, escucho su voz del otro lado y entro.
-Hola, buenos días. ¿Se le ofrece algo?-le digo amable.
-Buenos días Samantha, traeme un café bien cargado, por favor.-yo asiento y salgo de su oficina.
Me dirijo a una especie de habitación donde se encontraban las cafeteras y otras cosas más y me dispuse a preparar su café.
Mi teléfono suena indicando que tengo un nuevo mensaje.
Frunzo el ceño. Quizás sea Lucía.
Lo abro y lo leo en voz baja.
"Espero que las flores hayan calmado su enojo." C.S.
Suspiro. No se como se atreve tan siquiera a escribirme. Idiota.
Guardo el teléfono y camino de vuelta hacia la oficina de mi jefe, con el café en mis manos.
Golpeo la puerta y luego entro.
-Con permiso, aquí está su café, señor-le digo sonriendo mientras dejo la taza sobre su escritorio.
-Gracias-me dice y se lleva la taza a su boca -¿te gustaría almorzar conmigo hoy?-me pregunta.
-Eee..si, claro -le digo un poco confundida.
-Perfecto. Eso es todo, te puedes retirar. Si necesito algo, te llamo-asiento y salgo de la oficina.
Tomo asiento nuevamente en mi silla y reviso unos documentos que se encontraban allí.
Reviso también la agenda de mi jefe para comprobar si tiene alguna reunión programada para el día de hoy y efectivamente, tiene una reunión a las 10 de la mañana.
Me pongo de pie y camino hacia su oficina, otra vez.
Golpeo y luego de oír su autorización, entro.
-Con permiso, venía a avisarle que a las 10 de la mañana tiene una reunión con los nuevos socios- él asiente.
-Perfecto, gracias. La reunión generalmente dura alrededor de una hora más o menos, así que tendrás ese tiempo libre- me dice y yo asiento.
-Okey, ¿algo más? -el niega.
-No, gracias -salgo de su oficina y camino hacia mi asiento.
Veo acercarse a Hannah con una sonrisa de oreja a oreja.
-Muy buenos días -dice emocionada.
-Hola, ¿por qué tan contenta? -le pregunto extrañada.
-¡Hoy en la noche tengo una cita!-chilla y yo solo sonrío.
-Eso es...genial, supongo.-le digo.
-Esperé éste momento desde hace mucho-suspira.
-Que bien, me alegro mucho por ti-le digo sincera.
-Aunque no se que me pondré -pone su mano en su barbilla- estaba pensando en un vestido corto, de esos que resaltan la figura, tu entiendes- yo asiento- pero tampoco me quiero ver muy zorra. Por otro lado, podría llevar un vestido largo- dice pensando - pero no quiero parecer una monja tampoco- yo comienzo a reír- ¿tú que me sugieres?-yo hice una mueca.
-Lleva un vestido que no sea demasiado corto, pero tampoco que sea demasiado largo- me encogí de hombros.
-Tienes razón, ya tengo el vestido adecuado. ¡Eres la mejor!- sale corriendo en dirección al elevador y yo niego.
Que chica mas rara.
(...)
Ya eran las 11:10 de la mañana y mi jefe se encontraba en su reunión, y yo, en mi puesto de trabajo aburrida.
Me puse de pie y caminé hacia el elevador, le voy a ir a dar una visita a mi querida amiga que se encuentra en la recepción.
Quizás así el tiempo pase más rápido.
Cuando llego a donde se encuentra ella, pongo mis brazos en el mostrador.
-Hola Anne- ella me sonríe.
-Hola, ¿qué haces aquí? ¿Nuestro querido y sexy jefe te mandó a vigilar? -dice divertida.
-De hecho, él está en una reunión, así que decidí hacerte compañía- ella sonríe.
-Te lo agradezco, desde hace mucho tiempo, nadie viene a hacerme compañía, y cuando digo nadie, es nadie- ambas reímos.
-¿Necesitas ayuda? -ella asiente.
-¿Podrías ordenar esto? Son pocos- me da unas cuantas carpetas- solo tienes que agruparlas según sus fechas de entrega.- asiento y comienzo a ayudarla.
Oigo el sonido de las puertas de la entrada abrirse y cuando levanto la vista, veo a Christian, mi ex jefe. Genial.
-Eee..olvidé algo Anne, ahora regreso- suelto las carpetas y me volteo en dirección al elevador pero una fuerte voz hace que me detenga:
-¿Escapando, señorita Miller?- maldición. Christian ya me había visto.
Tendría que haber salido corriendo. Me volteo poniendo me mejor sonrisa fingida y vuelvo a quedar junto al mostrador.
-No tengo motivos para querer escapar, señor Smith.-le digo.
-Parecía lo contrario- dice elevando una ceja-Buenos días, señorita- le dice a Anne.
-Buenos días señor Smith, ¿se le ofrece algo?-pregunta ella de manera educada.
-Vengo a hablar con la señorita Miller- vuelve a mirarme.
-Lo siento mucho señor-le digo haciendo una mueca- pero en éstos momentos no puedo atenderlo, estoy trabajando -le digo negando.
-Me acabas de decir que estás libre Samantha, el jefe está en una reunión - habla Anne y yo le observo con mala cara.
Tenía que quedarse callada.
-Mentir es malo, señorita - dice Christian con tono divertido.
-¿Sobre que quiere hablar?-le pregunto.
-¿Podríamos sentarnos? -yo suspiro y le hago señas para que se siente en uno de los sofás que estaban a un lado del mostrador.
Ambos nos sentamos y él me observa.
-¿Le gustaron las rosas?-yo niego.
-No, las odio. No son de mi agrado.- él suspira.
-¿Y qué las hizo entonces?-cuestiona.
-No lo se- pongo mi mano en mi barbilla- creo que las tiré o las regalé. No lo recuerdo- sonrío.
-¿Y la tarjeta? ¿La leyó? -yo finjo estar confundida.
-¿Había una tarjeta? No la vi, lo siento- el bufa, claramente lo estaba hartando -¿podría repetir lo que decía?.
-No era nada importante - dice quitándole importancia.
-De acuerdo. Si eso era todo, ya puede irse- me pongo de pie y él imita mi acción.
-¿Aceptaría ir a almorzar conmigo?- yo niego.
-Lo siento señor, pero no puedo. Ya tengo un compromiso, pero cuando desocupe mi agenda, le aviso - él estaba enojado, se le notaba; tenía su mandíbula tensa, sus puños apretados, y la vena de su cuello le sobresalía.
-No se preocupe, adiós - dice con los dientes apretados, y antes de que se fuera, yo hablé:
-Y la próxima, señor, sea más original, las rosas pasaron de moda. Ya no sirven como forma de disculpas- su rostro era épico, decir que estaba enfadado, era poco.
Salió de la empresa echando humor y Anne comenzó a reír como loca.
-Eres muy mala, por un momento, creí que él comenzaría a golpear todo lo que estuviera en su camino- yo comencé a reír.
-Es divertido verlo enojado. Además se lo merecía - le digo y comienzo a ayudarla nuevamente con las cosas.
(...)
Ya eran las 12:10 en punto y junto a Matt, mi jefe, nos encontrábamos en un restaurante que estaba cerca de la empresa.
-¿Qué desean ordenar? - nos pregunta un chico.
-Yo solo quiero una ensalada-le digo.
-Yo también - el chico se fue y yo hablé.
-¿Cómo estuvo la reunión? - él sonrío contento.
-Excelente, cerramos un buen negocio, diría que la empresa está en su mejor momento - yo sonrío.
-Que bueno, te felicito- estaba contenta por él, después de todo, me caía bien.
-Gracias, ¿que tal estás en la empresa?¿estás a gusto?- pregunta curioso.
-Por ahora todo va bien, mis compañeros son buenos conmigo, sobre todo Hannah y Anne, son dos chicas geniales- le digo con total sinceridad.
-Me alegro que que sea así, estoy contento de que estés en mi empresa- yo frunzo el ceño.
-¿Por qué? -el hace una mueca.
-No lo se, pareces una gran persona y eres una chica muy linda y agradable - yo lo observo un poco sorprendida.
Iba a responder pero alguien se me adelantó.
-Vaya, vaya. No sabía que estabas saliendo con ella, Collins- la voz de Christian se oyó detrás de mí.
¿Por qué aparecía en todos lados? Maldito.
Mi jefe se pone de pie y lo saluda.
-Que sorpresa verte por aquí - le dice Matt, yo me volteo y observo que Christian no viene solo, sino acompañado de Camille, mal-di-ta zo-rra.
-Lo mismo digo- responde Christian.- así que éste era su compromiso, señorita- dice mirándome.
Yo solo lo ignoro.
-Tomen asiento con nosotros - ofrece Matt.
No. No. No. Lo último que quiero es compartir la mesa con éste par de idiotas.
-Claro, será un placer- Christian y su tonta novia, toman siento en nuestra mesa.
-Que bueno verte de nuevo Samantha -habla Camille con su voz chillona.-Quiero pedirte disculpas por todo lo que te dije la otra vez, estaba celosa, tu me entiendes, ¿no?- pone su sonrisa falsa, la que siempre lleva en su rostro.
-No, no suelo ponerme celosa por tonterías, pero no te preocupes, está todo bien- le sonrío obligada.
-Genial, seremos buenas amigas querida, ¿verdad?-toca mi brazo pero yo lo aparto.
-No lo creo, querida- vuelvo mi vista hacia Matt, quien solo sonríe divertido.
La comida llega y el mesero les pide su orden a los dos estúpidos.
-Yo quiero un filete con verduras- le ordena Christian y Camille hace una mueca.
-Yo solo quiero una ensalada de lechuga y tomates, estoy a dieta- dice y yo ruedo los ojos. En mesero de va.
-Se nota- suelto yo, mientras llevo comida a mi boca.
-¿De verdad? - pregunta emocionada y yo niego con diversión- ¡Oh dios! Estoy gorda, no puede ser- dice de manera exagerada y yo sonrío al igual que Christian y Matt.
-De hecho, se notan unos cuantos rollos de más en tu panza - le digo haciendo una mueca sin dejar de comer y ella observa su panza rápidamente. A decir verdad, ella tenía un cuerpo muy bonito. No entiendo cuál era su obsesión por lucir más "delgada".
-¡Es cierto! ¡¿Cómo no me di cuenta antes?! -dice y yo observo a Christian, quien solo niega.
-¡Mira tus piernas!- le digo a ella mientras las señalo. Era divertido ver reacción.
-Tengo que ir con mi cirujano urgente- dice desesperada. Frunzo el ceño.-¡Gracias por haberte dado cuenta!- yo elevo mis cejas y vuelvo a centrar mi vista en mi comida.
El mesero llega con la comida de ambos y Camille se pone como loca nuevamente.
-Llévate mi comida, no la quiero. Me acabo de dar cuenta que estoy gorda y no quiero nada de comida, mejor quiero agua, no, mejor no. El agua también engorda- yo comencé a reír al igual que Matt. Christian solo sonreía.
El mesero solo se marchó un poco confundido y Camille fingía llorar. Que chica más estúpida. Estaba peor que una ramita, su cuerpo era tan delgado, y de todas maneras, se veía gorda.
Ésta chica tiene serios problemas.