Capítulo 3
Los sábados por lo general salíamos temprano de clase, algunos profesores les encantaban j***r tanto que disfrutaban ver a sus alumnos levantarse un fin de semana temprano, desde pequeña estaba acostumbrada a madrugar así que no se me complicaba tanto, pero de todas maneras colocaba la alarma en mi celular por si me quedaba dormida. El día de hoy al parecer todos se habían colocado de acuerdo en devolverme el karma, en clase los profesores querían que respondieran preguntas sobre la clase, pero estaba tan preocupada por mi virginidad que no sabía que decir ganándome algunos reproches. Creo que me colocaba más nerviosa el hecho de hacerlo que de perderlo, de nuevo me molestaba conmigo misma, si no le hubiera seguido el juego a Sook o si no hubiera llamada por culpa nada de esto pasaría. Me avergonzaba que las chicas supieran la verdad porque es vergonzoso realmente que un hombre te rechace sólo por el hecho de ser virgen, ¿Acaso ellos nunca tuvieron su primera vez? Idiotas.
Cuando llegué al hotel no entré, miré hacia la ventana de la habitación de ayer, tenía el celular en mis manos, mis palmas estaban sudorosas por lo cual el móvil se resbalaba de ellas, respiré profundo varias veces encontrando esa ventana cerrada, la luz también lo estaba, quizás el chico no haya llegado aún, podría fingir estar dormida. Di un respingo cuando el móvil vibró en mis manos, tenía un mensaje nuevo.
"¿Ya llegaste o saliste corriendo?"
Gruñí mordiendo mi lengua. Era un idiota definitivamente que sacaba provecho, pero bueno, es lo que me pasa por intentar jugarle una broma a este chico. Eso me dejaba en claro que era vengativo.
"Estoy entrando al hotel"
"Llegaste dos minutos tardes, tengo una hora esperándote, apresúrate"
¡Una hora! Pero si quedamos a las siete, eso era pasarse de puntual, rodeé los ojos guardando el móvil. La chica en la recepción no dejó que hablara, me dio la llave y noté que era la misma de ayer. ¿Por qué tendría las luces apagadas si ya llegó? Quizás sólo me quería ver la cara de tonta, antes de dirigirme al ascensor decidí preguntarle a la joven.
— Disculpe, ¿Quién hizo la reservación?
Era alta y esbelta, calculaba unos veinte y algo más o menos, su cabello recogido en una coleta alta resaltaba su rostro, aquella falda negra junto a su camisa blanca dejaba en claro que esa chica se mantenía en forma. Era unos centímetros más alta que yo, pero sólo por esos tacones.
— Lo siento, no puedo dar esa información.
— ¿Por qué?
— Está prohibido, señorita.
— Verá, tengo una cita a ciegas y…bueno, conocí a este chico por Internet...
— ¿Y nunca le dijo su nombre? —levantó una de sus cejas sonriendo burlonamente. Cierto, que mentira tan mala-Será mejor que vaya a la habitación, la están esperando con urgencia.
Entonces sí llegó realmente. Di por inútil el intentar sacarle información, extrañada subí al ascensor presionando el botón, tardé minutos en caer en cuenta que era posible que esa chica haya estado anteriormente con este muchacho.
El pasillo lucía exactamente igual que ayer, una pareja de ancianos pasó a mi lado cuando me detuve en la puerta. Respiré profundo al introducir la llave, giré el pomo entrando al fin cerrando detrás de mí con mucho cuidado. Las luces estaban apagadas, las cortinas se encontraban cerradas, sólo una de las lámparas en la mesa de noche estaba encendida. Guardé la llave en mi bolso caminando hacia uno de los sillones lentamente, miré alrededor de la habitación sin ver mucho realmente, la oscuridad me lo complicaba un poco.
— ¿Dónde estás? —susurré colocando mi bolso sobre el sillón. Tomé mi celular escribiéndole un mensaje, al instante sonó el móvil, me quedé como piedra al identificarlo detrás de mí, contuve la respiración manteniendo la calma, pero ya mi corazón latía rápidamente.
— Guarda tu celular—ordenó causándome escalofríos por esa voz que ayer me había parecido seductora...y que todavía lo seguía siendo.
— Supongo que no estás nada contento...
— Para nada, estoy muy emocionado con esto—era tan obvio que había sido sarcástico. Dejé mi móvil en el bolso queriendo girarme, pero si me había cubierto los ojos era porque no quería que lo vieran.
— Traje el dinero de ayer...—escuché su risa amarga. Me estremecí un poco sintiendo una corriente eléctrica recorrer mi espalda haciéndome sentir algo raro en el estómago.
— No lo necesito ahora.
— Lamento que Sook te haya llamado, yo no pensé que...
— ¿Que ella me llamaría para decirme eso? —su voz fue acercándose. Me quedé quieta con mis brazos a los costados, miré las ventanas cubiertas por las cortinas escuchando mi corazón latir como loco—Yo tampoco lo esperaba, pero para todo hay una primera vez, ¿No?
¿Me lo dice enserio?
— ¿La recepcionista de la entrada estuvo contigo, cierto? Por eso no quiso decirme tu nombre.
— Nadie sabe mi nombre, te dije que la información personal es innecesaria.
— Entonces mentiste al decir que podías averiguar mi información—atajé. Hubo unos minutos de silencio, por la cercanía de su voz diría que estaba a pocos pasos de mí— ¿Sabes el nombre de las chicas con las que estás?
— Creo que no vinimos a interrogarnos, ¿No crees?
De nuevo no me diría nada. ¿Por qué sigo intentándolo?
— ¿Qué quieres que haga?
— Quítate la ropa y ve a la cama.
Miré mis zapatillas deshaciéndome de ellas, mis pies descalzos sintieron la alfombra suave del suelo, recogí mi cabello en un moño algo suelto desabrochando mi pantalón, quité mi suéter colocándolo sobre el sillón, pero entonces ahí venía el problema.
— ¿Quieres que te ayude, dulzura?
— No.
— ¿Entonces?
— Yo...—mis mejillas ardieron, pero agradecí estar en la oscuridad, así no podría verme sonrojada, acaricié mis brazos nerviosa. No podía dejarme vencer ahora, escuché un suspiro de su parte, ese suspiro lo sentí tan cerca que no me tomó desprevenida el sentir sus manos en mi cintura.
— Levanta los brazos.
— Pero...
— Levanta los brazos—repitió. ¿Pretendía quitarme por sí mismo la ropa? Tragué con dificultad—Estoy perdiendo la paciencia contigo y honestamente no quisiera ser agresivo en tu primera vez.
No me estaba ayudando con eso pero al preferir las cosas tranquilas obedecí, lo sentí levantar mi blusa rozando al mismo tiempo mis costillas, el chico estaba detrás de mí tan cerca que podía sentir su calor acompañado de ese característico perfume de ayer, mi corazón estaba latiendo más de lo normal, bajé los brazos cuando sacó la blusa por mi cabeza, me moví algo inquieta cuando bajó mis pantalones que ya estaban desabrochados, me crucé de brazos sintiéndome desnuda con sólo mi ropa interior, al menos se veía aceptable para la ocasión teniendo en cuenta que cuando me levanté en la mañana no tenía en mente esto.
— ¿Quieres que use algo para atarte a la cama?
— ¿Qué? —mi voz salió agitada pero claramente se notaba el terror y la sorpresa ante su pregunta. Escuché una pequeña risa de su parte terminando de sacar mi pantalón en cuanto levanté un pie y luego el otro.
— Si no dejas de moverte voy a atarte sin pensarlo y no creo que te guste estar así conmigo.
— Yo...—jadeé bajo sintiendo algo recorrer desde mi tobillo hasta mi muslo, no me atreví a tocarlo, pero supe que era su mano, dio un suave apretón a mi cintura haciéndome estar tensa de un segundo a otro.
— Ve a la cama, quiero que te recuestes en ella.
Sin ser capaz de llevarle la contraria obedecí. No quería que me atara, aunque pareciera tentador no me gustaría comprobarlo, necesitaba calmar mis nervios y mis sentidos, pero no podía. Mi cuerpo estaba ansioso de sentir sus manos recorrerme, aunque sea por unos segundos, recordé eso que las chicas dijeron sobre él, una vez que te toca caes en seguida.
Me recosté mirando el techo, mantenía mis brazos cruzados sobre el pecho y resistí las ganas de tomar la almohada para cubrirme. La luz en la mesa de noche se apagó, mi respiración se aceleró más delatándome por mi pecho que subía y bajaba más seguido de lo normal.
— ¿Debo creer que no estás asustada?
— ¿No dijiste que haríamos lo que tú quisieras?
— Lo estamos haciendo—lo escuché alrededor de la habitación. Fruncí el ceño analizando esas palabras, ¿Esto era lo que le gustaba?
— ¿Te gusta de esta forma?
— Prefieres que sea rudo entonces-no fue una pregunta. El peso en la cama me hizo saber que estaba sobre mí y aunque quisiera admitir que podía distinguir algo en su rostro mentiría, la oscuridad de la habitación no me dejaba verlo ni siquiera teniéndolo frente a mí, hubo un largo rato de silencio. ¿Cuántos años tendrá? ¿Cómo se llamará? ¿Hace cuánto que hace esto? ¿Por qué lo hace? ¿Vivirá solo? ¿Cuál será su historia? —Eres demasiado curiosa para mi gusto.
— No he dicho nada—me apresuré a decir. En cuanto intenté mover mis brazos mordí mi labio al descubrir algo, el chico no llevaba su camisa, de nuevo mis mejillas ardieron en cuanto fui consciente de que mientras yo estaba en ropa interior tenía a un desconocido sobre mí con el torso desnudo.
Su respiración en mi cuello me hizo cerrar los ojos, sus labios tocaron esa parte depositando suaves besos que me hicieron recobrar la compostura unos minutos, dejé salir un suspiro relajando mis hombros, su perfume me recordó a lo aturdida que me había dejado ayer, no sería mala idea que quedara impregnado en mí, bajó sus labios a mis pechos todavía protegidos por el brasier y por mis brazos, tomó mis manos dejándole libertad completa para besarme, sonreí como tonta al sentirlo entrelazar nuestras manos, se sentían tan cálidas, grandes y delgadas. Un pequeño jadeo se escapó de mis labios al sentirlo besando mi abdomen, una pequeña risita nerviosa se escapó con ello.
— ¿Qué estás...haciendo? —susurré con un hilo de voz.
— Intento saber cuál es tu punto débil—Su voz había sido más ronca esta vez. j***r, este chico sabe cómo volverte loca en segundos. Sus manos soltaron las mías dejándome desprotegida, pero di un respingo cuando sentí un suave mordisco en mi muslo derecho—Y creo que ya lo conseguí.