-Tengo hambre.
Laura deseo que no le gustara tanto su voz y no acordarse de como la había afectado en la oscuridad. Se había preguntado mil veces como podía sentir tanta a atracción por un hombre al que no había visto, pero sabia que aspecto, dinero y encanto no eran nada en comparación con lo que decía un cuerpo. Y el cuerpo de Richard Smith decía mucho; Laura deseo que el suyo no estuviera tan dispuesto a escucharlo.
-Te lo subiré -dijo.
-Gracias -replico él, deseando poder bajar.
Recibí el correo electrónico. Las >.
-Supongo que tienes algo que decir al respecto -dijo él casi viendo como ella fruncía los labios.
-¿Es negociable alguna?
-¿Cual por ejemplo?
-Esa de no subir a la tercera planta. ¿Como va alimpiar la asistenta?
-Conoce las reglas. Me avisa antes de subir y me voy a otra parte de la casa -explico él.
-Ya veo -su suspiro se oyó claramente -. Esto del intercomunicador es muy impersonal.-Así es como debe ser Laura.
-Pero ninguna regla es irrevocable, ¿no? -dijo ella. En silencio, golpeo la pared con la frente, era un hombre muy testarudo.
-No -tras una pausa, pregunto -¿Que es lo que quieres Laura? su voz dono irritada y ella se agito como una ola. Quería que Kelly tuviera un hogar normal ,pero sabia que tendría que luchar con Richard para conseguirlo.
-Oh, nada -dijo con voz dulce -. Encontrare una forma de saltarme tus reglas te aviso. Sobre todo la de no pasear por la casa de noche. Me gusta la noche. Me gusta beber cacao en la oscuridad, mirando a las estrellas.
-Entonces aquí debes sentirte como en casa.
-Si así, es.
Richard quería que se sintiera bienvenida; Kelly llegaba a la mañana siguiente y Katherine lo había llamado para decirle que no podía encontrar otra niñera a tiempo. Richard creía que estaba enfadada con él y que tampoco estaba buscando a conciencia.
Minutos después llamaron a la puerta, Richard miro por la mirilla. Era una mujer persistente.
-Dejadla ahí - ella le saco la lengua a la puerta -. Un gesto encantador, señorita De Las Rosas -dijo con sequedad. Laura sonrió levemente y dejo la bandeja.
-Señor Smith, respecto a ayer noche...
Richard gruño para si y golpeo suavemente el intercomunicador que había junto en la puerta.
-Hiciste mal en tocarme.
-¿Por que?
-Eres la niñera de mi hija.
-Muy conveniente, ¿no?
-¿Que?
-Bueno -dio un respingo al percibir su tono hiriente -, estoy aquí, soy mujer, y...-De muy buen ver.
-Eso es lo que iba a decir -apretó los labios con amargura. Casi deseo estar desfigurada como él. Así al menos sabría que los hombres no la querían solo por su aspecto.
-¿Te estas preguntando cuanto tiempo llevo sin estar con una mujer?
¡Claro que no! - exclamo. Esa voz ronca y profunda hacina que le temblaran las rodillas.
-Mentirosa.
-Insultar es una defensa infantil -dijo ella furiosa, cruzándose de brazos y mirando la puerta.
-Perdón
-Olvida que lo mencioné.
-Eso haré.
-Perfecto -replico ella, pero no se fiaba. Él mantenía al mundo a distancia y, de pronto, se había agarrado a ella como si fuera el cabo salvavidas de un barco que se hundía. No poda ignorar la electricidad que había sentido, el calor que la inundo, ni la necesidad de acariciar la dureza de su enorme cuerpo. Habia hecho que se sintiera pequeña, indefensa y deseada. No era algo fácil de olvidar -. Si quieres repetir, no tienes más que dar un grito -dijo y bajo la escalera.
Richard abrió y miro la montaña de comida: huevos, tortitas, beicon, salchichas, café, tostadas y mermelada. Iba atener que correr un par de kilómetros de más para bajarlo todo, pero se sentó a disfrutarlo y a intentar no pensar en la mujer que lo había preparado.
Apenas tuvieron contacto durante el resto del día, y Richard espero impaciente a que llegara la noche para disfrutar de la libertad que le daba la oscuridad. Se sentía como un vampiro; la noche era su compañera, aunque amaba el día y el sol.
Ya abajo, miro a Laura, dormida en el sofá, con un libro abierto en el pecho. Ladeo la cabeza para ver el titulo: Los niños y el dolor. Lo asalto la idea de que Kelly iba a depender de ella para encontrar consuelo y que en realidad deseaba dárselo él. Deseaba tener a su hija en brazos, leerle cuentos y verla crecer y aprender; maldijo a Andrea por no haberle permitido compartir la visa de Kelly. Comprendió, con tristeza, que iba a ser Laura la que amaría a su hija por él.
Laura esperaba impaciente cuando el barco atraco. La gente comenzó a salir y busco con los ojos a la niña y su acompañante. Vio una criatura preciosa, de pelo oscuro y carita de ángel, que agarraba con fuerza la mano Katherine.
-Me alegro de que la trajeras tú -dijo, mirando a su ex compañero de estudios. Katherine bajo los ojos hacia la niña y sonrió -.
-Me pareció que preferías alguien conocido a una extraña -dijo ella. Le pregunto con la mirada como le iba con Richard Smith. Laura no quería que adivinara lo ocurrido la noche anterior y suspiro con alivio cuando un hombre se acerco a recoger las maletas. Lo acompañe al coche que Richard le había prestado, le dio una propinas y volvió con ellas.
Se puso de rodillas y sonrió a Kelly. La niña oculto la cara en la falda de Katherine.
-Hola, soy Laura -dijo.
-Hola - apenas se oyó la voz. Katherine se aparto, obligando a Kelly alzar el rostro. Laura se sentó en el suelo, como si tuvieran todo el tiempo del mundo.
-Ah, sido una semana dificil, ¿ eh? - Sí.
-Bueno yo voy a cuidar muy bien de ti, Kelly -la niña la miro con cansancio -. Te lo prometo. Podemos jugar en la playa, montar en bici y, quizás, incluso a caballo -noto que eso animaba a la niña y continuo -. Tú papá tiene tres caballos, y creo que no hacen suficiente ejercicios, así que tendremos que ocuparnos de ellos.
-¿Has visto mi papá?
-Sí -La esperanza de la vocecita emociono a Laura -. Es muy agradable.
-Mamá me dijo que se hizo daño.
-Es verdad, pero ahora ya esta bien -no quería asustar a la niña con detalles -. Solo que no le gusta que lo miren.
Kelly frunció las ceñas como si intentara comprender por que no quería que lo miraran si ya estaba bien.
-Bueno, ¿estas lista para ver tú nueva casa?.
-Kelly asintio y mordisqueo una esquina de su jersey. Laura se lo saco de la boca -. Habla, no puedo oír lo que piensa tu cabecita.
-Sí, señora -la niña casi sonrió.
-Te va a encantar. Es un castillo, igual que en el cuento de la cenicienta.
-¿De verdad?
-De verdad -Laura se puso en pie y le ofreció la mano, Kelly miro a Katherine, suspiro y la acepto.
Laura casi lloro de alegría -. ¿Quieres venir a casa? -.Le pregunto a Katherine -. Puedes tomar café y volver en el siguiente barco.
-Creo que es mejor que os vayáis conociendo. Te llamare después cariño.
-Eso me encantara -replico Laura mirándola a los ojos, se acerco y susurro -. Porque este trabajo no tiene nada temporal, y tu lo sabias..
-Necesita a la niña en su vida, Laura.
-Lo se, pero... -bajo los ojos y vio que Kelly las miraba con curiosidad. Intercambio una mirada con Katherine, ella sonrió y se inclino para besar a la niña. Kelly se aferro a su cuello y a Laura se le encogió el corazón. Debía sentirse asustada e insegura.
Katherine le dio un golpecito en la espada, susurro que iría a visitarlas y que la quería. Kelly fue hacia Laura y sonrió con valentía . En el coche, Laura le puso el cinturón de seguridad, se sentó al volante y arranco.
-¿Lista? -Kelly la miro con enormes ojos azules llenos de lagrimas y asintio. Laura se inclino hacia ella y la abrazo -. Todo ira bien, cariño. Sé que tienes miedo.
-Quiero irme a casa -la niña la agarro con fuerza. Sonaba triste e indefensa.
-Voy a llevarte a una casa nueva, y será una aventura investigarlo todo. ¿No te apetece? Kelly se encogió de hombros y Laura le acarició el pelo. Les quedaba mucho camino que recorrer.
Laura se preguntó cuánto tiempo tendría que pasar allí y si alguna vez se atrevería a irse. Ya empezaba a querer a la desconsolada niña.
Cuando apareció la casa, Kelly soltó un grito y se estiró para verla. Laura hizo que volviera a recostarse y rodeó la casa, esperando que la playa, el establo y el enorme jardín interesada a Kelly. y así fue, sobre todo los columpios y el tobogán que no habían estado allí el día anterior. Detuvo el coche y apagó el motor.
-Venga, ve a probarlos- la animó. Kelly abrió la puerta del coche, Laura la ayudó a bajar y la niña corrió hacia los columpios de madera. Sonrió cuando trepó al tobogán y se tiró una a otra vez, sintiéndose agotada solo con mirar. Le encantó ver su sonrisa de felicidad y se preguntó cuánto duraría, mientras la niña probaba un columpio con forma de avión y descubría un arenero lleno de juguetes bajo el tobogán.
Sergio, apareció pronto y se acercó despacio.
-Subiré sus maletas - dijo, estirando la mano para que le diera las llaves del coche-. Se parece a él- dijo con voz suave, sin moverse. Laura miró fijamente a Kelly, preguntándose cuánto se parecía a su padre.
Kelly saltó del columpio y corrió hacia ella, se paró ante Sergio y lo miró fijamente. Laura comprendió que creía que era su padre. Les presentó y vio que la niña perdía la sonrisa.
-¿Cómo está, señorita? -Sergio, se agachó ante ella y le crujieron las rodillas.
-¿Te ha hecho daño eso? -pregunto Kelly mirando sus rodillas con los ojos de par en par.
-No, siempre hacen ese ruido.
-Mi papá se hizo daño.Mucho.
-Sí bonita es verdad.
-¿Lo conoces?
-SÍ, claro que si.
-¿Crees que le gustare? pregunto con voz temblorosa; Sergio se estiro y miro hacia las ventanas. Kelly alzo los ojos a la casa.
Richard miro a su hija y se le hincho el corazón de amor. La había observado mientras jugaba, tenia el pelo oscuro como él y los ojos del mismo color. También tenia su sonrisa. Se pregunto si Andrea le haba dolido verla cada día y concordarlo a él. Kelly alzo la mano y saludo; Richard deseo bajar corriendo y tomarla en brazos, decirle que la quera y que la protegería y que se alegraba de que estuviera allí. Pero no podía hacerlo, así que se limito a saludar con la mano.
Miro a Laura apoyada contra el coche, de brazos cruzados, lo miraba fijamente. Era obvio que pensaba que él debía estar jugando con Kelly, y que no entendida como podía resistirse a una niña tan perfecta. Deseo explicarle de que se moría de ganas de bajar, que quería consolarla, y que el le dolía mas que a la niña mantener la distancia.
Sergio fue hacia la casa con las bolsas. Laura le dijo algo a Kelly y cuando ella le dio la manita, sintió el deseo de golpear la ventana y aullar >.
Laura dio la comida a Kelly antes de llevarla a su habitación, sabia que no tendría ningún interés en comer una vez viera la fantasía que su padre había creado para ella. Le explico que dormía al otro lado del pasillo, y que podía ir a verla en cualquier momento del día o de la noche; eso pareció tranquilizarla. Mientras Laura arreglaba su ropa, Kelly investigo su habitación y los juguetes, y le llamo la atencion un oso de peluche con orejas y patas de satén verde menta, casi tan grande como ella. Cuando se subió a la cama y miro hacia abajo, apretó el oso contra su pecho.