Capítulo 6

1089 Palabras
Me he pasado el resto de las clases nerviosa y no se debe al encontrarme con Alaric, ni tampoco a las palabras de Catriel, no... no estoy así por ellos, es más no han ocupado mi mente en estas horas, no negaré que en su momento lo que me dijo Catriel me molestó, pero desde que tengo este sentimiento de que algo malo pasará el resto del mundo desapareció. Es como si me apretaran el pecho, como si tomarán mi corazón y lo estrujaran. Siento que el aire me falta y que una parte de mí se desprende de mí alma. Tengo miedo de algo que no se que es. —¿Estás bien? — pregunta Dafne en un susurro, ya que estamos en clases. Está en la única clase que compartimos ella y yo. Asiento a su pregunta brindándole una pequeña sonrisa. —¿Segura? — volvió a cuestionar, a lo que yo volví a responderle con un simple sí. Al terminar las clases salgo casi corriendo queriendo no hablar con ninguno de los chicos, me siento extraña. Llamo a mamá como siempre lo hago para indicarle que estoy bien, pero ella no respondió, no le di importancia seguro debe de estar muy ocupada. Últimamente está semana ha estado muy estresada. Llegó a mi trabajo y empiezo a atender varias mesas. Sin verlo venir chocó con un cuerpo, tirándole la malteada que me había ordenado una de las mesas. —¡Maldita estúpida! ¿Que hiciste inútil? — mi suerte no puede ser peor, Merry me ve como la cosa más asquerosa del mundo — ¿Entiendes que esto no se va a quitar con nada? — señaló su ropa, que a simple vista se veía muy cara. —Disculpa no te vi, yo te prometo... —Conozco a las de tú clase, se hacen las inocentes mojigatas para llamar la atención de los hombres — ¿De que mierda me está hablando está chica? —Perdon, pero no sé de lo que me estás hablando... —¿Crees que no me doy cuenta? Desde que te vi lo supe — la mire incrédula, enserio creo que se está confundiendo de persona —No te quiero cerca de él. Es mío y si te metes en mi camino te exterminare como una plaga — se acerco amenazante —Espero que sepas de con quién te estás metiendo, bicho raro. Se alejo de mí chocando su hombro con el mío, llendo a la salida maldiciendo, junto con una chica que la acompañaba. Me quedé asombrada y confusa. Creo saber de qué me habla pero tampoco quiero admitirlo. Salí de mis pensamientos cuando una de mis compañeras se acerco a mi preguntadome si estaba bien, mire a mi alrededor viendo a las personas murmurar y clavando sus miradas en mi silueta. Huyo de ahí avergonzada, entrando al baño y encerrandome en uno de los cubículos. A la hora de la salí mi jefe me llamo, reprochandome por a verle tirado encima el pedido que traía en mano a uno de sus clientes y por a ver hecho según él "un escándalo" a lo que me despidió por una tontería como esa, sin dejar que le explicará lo sucedido. No rechiste y salí con frente en alto, este no es el único empleo que hay en el mundo. Además no me iba a martirizar ya tenía suficiente con el malestar de miedo que tenía que ni lo que me había dicho la loca de Merry me molestó en gran parte. Antes de llegar a la puerta de mi casa me de tengo ya que la casa del frente llama mi atención, hay varias personas charlando y bebiendo cervezas con la música a un volumen moderado, pero eso no es por lo que me detuve, sino porque ahí se encontraba Catriel y con nada más que con Merry sobre sus piernas. Ella le dice algo y el rie, no lo negaré estoy celosa, sin embargo ese sentimiento desapareció en segundos cuando él posa su mirada en mí y Merry cuando se da cuenta de que él no le presta atención, sigue su mirada y me ve con molestia, parándose de encima de Catriel y llendo directo a la entra de aquella casa. Catriel ni se inmuta por su actitud y sigue mirándome, se para de su lugar decidido venir hacia mí, pero yo soy más rápida y entro a mi casa dando un portazo, poniéndole seguro a la puerta. Si, soy un poco exagerada. Suspiro y voy hacia mí habitación para darme una ducha con agua fría. [...] 3:00 de la madrugada y mi madre aún no llega. Este sentimiento a empeorado, siento que algo malo le pasó. He perdido la cuenta de cuántas llamadas le he hecho y de cuántos mensajes le he escrito. Las lágrimas corren por mis mejillas, mi corazón late deprisa y los espasmos constantes de escalofríos no abandonan mi cuerpo. Vuelvo a llamar pero me envían directo al buzón de voz. No lo pienso más y tomo mi abrigo para ir directo a su trabajo. Al salí el viento frío choca con mi rostro como si fuesen miles de agujas clavándose en mi piel. El cielo está gris, avisando que en cualquier momento empezaría una llovizna. Un auto de policía se estaciona frente a mi casa y de este bajan dos hombres uniformados. Miedo, mucho miedo. Dolor, el pecho me duele. Eso estoy siento mientras los oficiales se van acercando a mí. —¿Usted es pariente de la señora Margaret Scott? — Asentí con la vista nublada. —Soy su hija — los hombres se miraron entre sí. —Señorita, esto es muy difícil de decir — el cielo trono como si fuera una advertencia de lo que se avecinaba. —Su madre sufrió un accidente de auto y perdió la vida al instante — los oficiales me miraban con lástima —No, es mentira, mienten — reí con dolor —Es mentira, es mentira, ustedes mienten. Ella no puede, ella no. —Señorita tiene que calmarse — dijo uno de los oficiales acercándose a mí cuando empecé a imperventilar. —¡No! ¡Mienten! — les grite sin contener mi llanto —¡Largo! ¡Largo! — les cerré la puerta en la cara y me deslice por ella. Llore, llore por mi madre, llore por todo, llore porque la vida se ha encargado de ser una perra conmigo. Llore y el cielo lloró conmigo. Llore porque eso era lo único que me quedaba, llorar.
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