Capítulo 3

1442 Palabras
Elizabeth no era una persona callada cuando se encontraba en compañía de conocidos, incluso su tía y su madre, cuando aún se encontraba viva, siempre le reprochaba por no poder mantener su boca cerrada, sin embargo en esta ocasión y para sorpresa de ella misma y su doncella, hacía casi ya dos horas que había retomado su viaje junto a su inesperado nuevo acompañante y no habían cruzado más que palabras de cortesía y algún que otro comentario del clima con respuestas de pequeños monosílabos de parte de ella.  Su silencio no se debía a su cansancio o los pensamientos atormentados que se habían formado en su mente y que la habían mantenido callada antes de encontrarse en aquella incómoda situación.  Tal vez se debía a que él era un completo desconocido, quizás era por vergüenza por lo pasado unos minutos antes, o quizás solo se trataba de que él era un hombre.  Era la primera vez que tenía la oportunidad de hablar con un caballero que no fuera su primo a su tío, ya que si bien en Escocia, había asistido a bailes, no había sido un centro de atención y su primo solía comportarse de una forma muy protectora cuando se trataba de ella.    Edric por su parte se encontraba pensando si había insultado u ofendido de alguna manera a la joven dama ya que estaba siendo   ignorando deliberadamente, cosa que ninguna dama ya sea casada, soltera, viuda o de edad avanzada, había hecho.   Era considerado en la alta sociedad, para su mala suerte, como uno de los partidos más aceptable para las damas solteras y no había lugar en todo Londres que no estuviera rodeado de damas casaderas junto con sus madres queriendo obtener un poco de su atención.  Su aspecto siempre lo había hecho sentir orgulloso, incluso un poco arrogante. Sin embargo y siendo un golpe fuerte en su orgullo, parecía que a lady Elizabeth no le importaba en absoluto su reputación de hombre soñado.   La joven no había hecho siquiera el intento coquetear con él, la conversación fue casi nula y el resto del tiempo la dama se había dedicado a ignorarlo, incluso parecía que la doncella allí presente, por la forma en que lo miraba, se había interesado más en él, que la propia muchacha.  Estaba tan confundido con la falta de interés que no se dio ni cuenta de que Bhet ni siquiera se había tomado un momento para analizarlo por estar sumida en sus propios pensamientos.  Luego de algunos intentos Edric se dio por vencido y dejó que ella disfrutara del paisaje y del silencio que reinaba en el carruaje  Al llegar a la posada del siguiente pueblo Edric ayudó a Beth a bajar del carruaje y acomodando su chaqueta, puso su brazo en jarra para acompañar a la dama hacia el establecimiento.  Al entrar a la famosa posada “The birds”  el lugar estaba atosigado de personas, sabían, que difícilmente podrían encontrar habitaciones libres y si así no fuera tendrían que andar por la noche para poder llegar a la siguiente posada.  Edric se acercó al posadero dejando a Elizabeth junto a la doncella y el cochero.  Beth necesitaba urgentemente una cama para poder reposar su espalda, espantada por lo incómodo que podía ser un carruaje y decidida a no volver a realizar un viaje tal.  Aquel lugar parecía algo viejo, con las paredes de color marrón y unas alfombras rojas muy gastadas. Algunos faroles estaban rotos y los muebles no parecían estar muy limpios.  vio volver a su inesperado acompañante, quien al parecer y por la cara con la que se acercaba no parecía que tuviera buenas noticias.  Él carraspeó.  -En este hospedaje solo queda una habitación, Me temo que solo tenemos dos opciones.  Edric le dio un espacio de tiempo para que hiciera un escándalo o lo apresurara a terminar, sin embargo, ella una vez más lo sorprendió con un pequeño cabeceo para indicarle que podía continuar   -quedarnos aquí y compartir habitación, o continuar viaje hasta el siguiente pueblo rogando que allí haya lugar y sin tener la total certeza de que será así.   - ¿compartir habitación? -preguntó ella   Él solo se limitó a asentir  Beth, soltó un alarido muy bajo que no era otra cosa que una protesta silenciosa, no sabía qué hacer, realmente se encontraba cansada ¿pero compartir habitación con un desconocido?  > pensó...   Después de todo habían compartido el carruaje todo el día ¿Qué haría compartir habitación? Él era un caballero ¿no?  -mi lord yo realmente no tengo problema de compartir habitación con usted, confió que usted se comportara como el caballero que es, además me encuentro demasiado cansada y hambrienta como para seguir viaje- mencionó queriendo mostrar menos vergüenza y miedo del que tenía, después de todo no le conocía de nada.  El marqués creía que en cualquier momento la joven haría caer su quijada del asombro que le provocaba cada frase que la misma decía. por un momento pensó que ella le diría que no y tendría que seguir viaje, pero al parecer su cansancio era más fuerte que cualquier señal de alerta que su cerebro se encargaba de hacer sonar o que ella muy tranquilamente ignoraba.   Pidiéndole al posadero que subiera comida y rogando no encontrarse con ningún conocido que los viera en tan comprometedora situación. subieron las escaleras y se encaminaron a su habitación.  Elizabeth observó la habitación: era grande, la cama parecía muy cómoda, más con el cansancio que tenía, también había un sillón con espacio para tres personas y una chimenea que calentaba el lugar con el fuego que se veía muy atrayente a sus ojos y que le devolvía la temperatura a su cuerpo que ya podía sentir temblar.  definitivamente la habitación era mejor que el recibidor de aquel lugar y se alegraba por ello.   El marqués salió un momento dejando a la doncella de Elizabeth sacarle el corsé, ya que, si andar con él durante el día era incómodo, dormir con él lo era aún más.  -señorita, disculpe, pero creo que no es una buena idea- le expresó la joven, preocupada por su señora.     -yo también lo pienso-consintió ella, quitando sus brazos del incómodo vestido y acercándose al fuego para calentar su piel-pero qué otra opción tenemos, parece respetable y amable  -guapo-apuntó la otra mujer, Beth la ignoró   -En fin, no creo que pase nada, podríamos recorrer el camino hasta el siguiente pueblo y encontrarnos con la misma situación o peor y mi cuerpo no podría soportarlo.  Contestó cortando de raíz cualquier excusa que su doncella pudiera poner para que una respetable dama como ella tuviera que dormir con un desconocido   Cuando la doncella salió, Edric entró y ella se acercó a la cama, tomó asiento en esta y lo observó.   Edric acostumbraba dormir con poca ropa, pero para no incomodar a la dama simplemente se sacó su sombrero, su abrigo y chaqueta. “dormiría solo con la camisa y el pantalón”  Beth se tomó su tiempo para comprobar que lo que su doncella había dicho era cierto, era el hombre más guapo que había conocido:  Alto, de ojos azules, pelo n***o y su piel blanca levemente bronceada, dejaban el contraste de un caballero de buena cuna, si tener la necesidad de mencionar sus rasgos en la nariz y el mentón que hacían honra su sangre aristócrata, además y    semejante a esas estatuas que tenía su tío en Escocia, que representaban dioses antiguos.  Ella se avergonzó ante sus pensamientos y se preguntó cómo podía estar ella tan loca como para haber aceptado compartir habitación y estar sentada allí observando cuando solo una fina tela cubría el cuerpo del hombre.   A él tampoco se le había pasado por alto que ella solo llevaba la finísima tela que las damas solían llevar bajo sus pesados vestidos, pero intentó hacer caso omiso a este hecho y al que ella parecía tan avergonzada por andar en paños menores delante de un hombre al que apenas conocía.  El hombre había dejado en claro que él dormiría sobre el sillón, por lo que no tendría de qué preocuparse y ella deseó que realmente no hubiera nada de qué preocuparse, pero por más que intentaba mentirle a su mente, nada le hacía olvidar que dormir con un desconocido era el menor de sus problemas.   El sonido de la puerta rompió el silencio y la incomodidad que se había formado en la habitación y sobresaltó a ambos.   Beth miró con satisfacción que era la esposa del posadero quien traía alimento, luego de comer en silencio los dos se dirigieron a sus respectivos lugares de descanso y se durmieron casi inmediatamente. 
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