Casarse, ¿casarse había dicho su padre? Oh no, eso estaba muy mal, él no se quería casar, o no aun, es decir, sabía que en algún momento debía hacerlo, pero todavía no.
no, no lo haría.
-padre-habló pacientemente- ¿has escuchado lo que estás diciendo?, creo que aún no es necesario. Tan solo tengo 26 años, la mayoría de los caballeros se casan después de los treinta, además aun no necesito herederos. ¿Por qué querría yo casarme?
-la necesitas- le contesto su padre- y si quieres recibir mi herencia tendrás que casarte antes de cumplir los 27. Tengo unos amigos que están muy interesados en unir nuestros apellidos, la chica es linda y tiene una gran dote-
Edric no podía creer que su padre le estuviera ofreciendo un matrimonio arreglado.
-padre-le corto, -no voy a casarme con quien usted quiera. Por otro lado, solo faltan cuatros meses para que cumpla los 27 años y quiero conocer a mi esposa antes de casarme con ella
-por eso mismo hijo, veras que es la chica especial para ti, y cuatro meses son suficiente para conocer a una persona ¿no lo crees? Y si ella no te agrada, buscaras otra, pero en cuatro meses te quiero casado- sentenció parándose de su escritorio y dirigiéndose hacia la puerta, pero ante de salir se dio vuelta y agregó-y prepárate que esta noche tenemos una velada y quiero que vallas conmigo-y diciendo esto último abrió la puerta y salió del despacho dejando a un Edric enojado y pensativo acerca de la situación
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Elizabeth acababa de regresar de su apaciguador paseo a caballo cuando un criado se le acercó
-lady Elizabeth, el duque desea que usted se prepare para asistir a la velada de esta noche. Su tía, la marquesa de Dinell, pasará por usted en unas horas-
Elizabeth al ver que no tenía mucha opción agradeció al criado y subió a su cuarto para poder alistarse.
Trató de pensar en las cosas buenas que podía encontrar en todo aquello y al encontrar pocas se consoló diciéndose que al menos serie en compañía de su tía.
solo tenía dos tias y a las dos las apreciaba mucho, hacia cinco años que no veía a su tía Anabell, por lo que estaba más que feliz por poder volverla a ver.
Miró el vestido que su doncella le estaba mostrando, un vestido color dorado de corte corazón que no mostraba mucho y resaltaba sus curvas. dejó que le acomodaran el cabello con una trenza cocida y se colocó sus guantes del mismo color que el vestido.
Una vez que su doncella decreto haber terminado con todo lo que significaba la preparación recién le concedió el permiso para mirarse al espejo y le gusto el resultado. Ensayó su mejor sonrisa y salió de su habitación, bajó las escaleras y en el recibidor se encontró con su tía
-¡oh! querida Elizabeth que bella estas. Como has crecido mi niña, te extrañaba tanto- dijo Anabell acercándose para darle un abrazo y observar de más cerca a su querida sobrina
-bobadas, tía, estoy igual que hace cinco años. Pero tía que guapa que está usted, yo también la extrañaba demasiado- contestó Elizabeth dejándose abrazar y observando el vestido color azul real que llevaba su tía.
-nada de bobadas sabes que digo la verdad-dijo sacándose una lagrima que había derramado gracias al encuentro con su sobrina y una pisca de dramatización exagerada, que ella solía jurar que no podía faltar en una dama- ya vámonos antes de que nos pongamos a llorar las dos-
Ambas subieron con cuidado de no arruinar sus vestidos. Poniéndose en marcha para participar de la reunión social que prometía, como cada año y gracias a Lady Matroz, ser la más exitosa y exótica de toda la temporada
Maravillada era la palabra exacta para describir como Beth se encontraba al ver la decoración del salón de lady Matroz. Era espacioso y estaba decorado con flores rojas en diferentes lugares, tenía candelabros de oro alrededor de lodo el salón y en el centro una enorme lámpara estilo araña que colgaba del techo e iluminaba toda la estancia.
Entregó su abrigo al mayordomo que se encontraba a la entrada y se dirijo junto con su tía a saludar a los anfitriones
- Oh lady Matroz, se ha lucido con la decoración en esta ocasión-saludo su tía a la mujer regordeta que se encontraba parada muy cerca de la entrada recibiendo a los invitados
- Marquesa, que bueno que haya podido asistir a la velada y veo que viene acompañada-contestó Lady Matroz
- Claro que, si déjeme presentarle a mi querida sobrina, lady Elizabeth Cromwell hija del mi hermano, duque de hamigtons-Anunció, haciéndose a un lado para que Beth pudiera saludar correctamente
- Lady Matroz- saludó la joven haciendo una pequeña inclinación- es un gusto poder asistir a su velada y déjeme elogiarla. ha decorado hermosamente el lugar-dijo regalándole una sonrisa que dejó a la mujer encantada con la joven-
- Oh querida Anabell que hermosa y educada sobrina tienes- dijo mirando a su tía y dirigiéndose a Beth agregó- seguro tendrás muchos pretendientes, pero pasen, pasen por favor y disfruten de la noche- las invitó, haciéndose a un lado para dejarlas pasar
Elizabeth estaba realmente nerviosa. Su misión del día consistía en bajar las escaleras con el pesado vestido que consistía en muchas capas y aquellos incomodos zapatos.
En ese momento estaba lamentando el haber elegido ese vestido, sabía que llamaría demasiado la atención, más, porque iba acorde a muchas de las cosas que había en el salón. El color oro, al menos en esa ocasión, no era el vestido para pasar precisamente desapercibida.