-Digo a quien le importa lo que digan los demás, de sus opiniones no llevas comida ni dinero a la casa.
-Ni te das los lujos de tener una piscina, ni la gran mansión como la mía –Toma otro trago –Algún día la tendrás Beatriz, pensamos parecido.
-¿Quién piensa parecido a quién? –Pregunta la voz de Samanta que acababa de entrar a la cocina.
-Beatriz me agrada –Responde Lucia entonada.
-Qué bueno, es así como debe funcionar una familia. En armonía –Sonríe –Pero señora Lucia ¿Seguro que no quiere ir a dormir un rato? Ya es bastante tarde.
-No, ¿Cómo crees? Aun tus padres están por aquí, que pena si la anfitriona de esta casa se va a dormir.
-No se preocupe por eso señora Lucia, mis padres ya están cansados y están muy agradecidos por todo, sobre todo por la comida –Me sonríe –Yo me quedaré un rato más con Salvador.
-Bueno en ese caso me despido de tus padres y subo a mi habitación.
-Sí, tranquila señora Lucia –Lucia sale del rellano.
-Le agradas bastante a la señora Lucia, hasta diría que más que a mí –Ríe -¿Será la forma en que cocinas? Quizá esa es la clave de todo –Me encojo de hombros.
-De algunas cosas, depende de en qué seas bueno.
-Si en definitiva yo soy buena para los negocios como mi padre, y en tu caso para solo estar aquí en la cocina –Asiento sin saber si lo dijo en modo de insulto o modo de alago –Bueno iré a despedirme de mis padres, buenas noches.
-Buenas noches. –Observo la noche pensando en lo que dijo la señora Lucia. , “ninguno llega a esta posición con la manos limpias” interesante conjetura.
En camino a mi cuarto paso por la sala en la cual se entra Salvador que acaba de entrar por la puerta de vidrio que conduce a la piscina.
-Buenas noches –Le digo en tono de timidez al ver que no lleva la camisa puesta.
-Muy buenas noches Beatriz ¿Qué haces levantada tan tarde?
-Fui a tomar agua –Me encojo de hombros. Intento no mirar su pecho desnudo, aunque siento que me cubre toda la visión.
-Disculpa que este así, espero que no te incomode –Sonríe pícaramente –Samanta es un poco tonta a veces y me tiro sin querer un poco de champan.
-Cosas que pasan –Me limito a decir. Salvador sube el trago que tiene en la mano como para bebérselo todo, pero en cambio me lo tira encima. Pego un brinco hacia atrás por sentir el líquido corriendo por mi camisa.
-¿Qué se supone que acabas de hacer? –Me observo mi bata color plateada manchada por el champan.
-No creo que te deje mancha, tranquila –Con su camisa empieza a limpiar mi bata a lo que yo reacciono dando un paso hacia atrás.
-No hace falta, me cambiaré simplemente –Digo en tono molesta. Aunque puede que sea una buena oportunidad para seguirle un poco el juego, no demasiado.
-Tienes un poco por el cuello –Se acerca, ignorando lo que dije. Siento el olor de su camisa mientras me pasa su camisa por el cuello, su perfume me deleita y me olvido por un momento de en que estoy pensando. Su cuerpo se encuentra cerca, se ve imponente, los músculos que se le marcan a través de la camisa, de cerca se ven impresionantes. Y que tenga un poco de champan por el medio de sus abdominales lo hace ver más sensual. Salvador se pega a mi cuello mientras pasa la camisa por encima de mis pechos donde hay algunas gotas derramadas.
-¡Vaya! Pero que grata sorpresa –Resuena la voz de Samanta en la sala junto con sus tacones imponentes.
Salvador Zwart
Nos apartamos lentamente y sin ganas de voltear a donde Samanta Beatriz dice.
-Buenas noches –Se va rápido por el pasillo donde se encuentra su cuarto. Quizá deba de hablarle más tarde.
-Buenas noches –Responde Samanta dando aplausos en un tono fuerte – ¡Bravo! Debo decir que esta vez estoy realmente impresionada –Samanta traía la coleta de caballo caída y su maquillaje, seguramente yo tengo que ver con eso, con lo que estábamos haciendo en la piscina. Lastimosamente mi madre estaba bajando las escaleras y nos interrumpió. Me pregunto si los padres de Samanta que estaban en el segundo piso junto con Lucia y Ramiro habrán notado eso, cuando se despidieron de Samanta.
-¿No dirás nada?
-¿Debo decir algo? –Me cruzo de brazos. Sabía cómo contentarla pero quería hacerla enojar, empezó a aplaudir de nuevo pero con más fuerza, lo que hizo que me estresara.
-¿Quieres hacer silencio? –Me acerco a ella lo suficiente como para tomarle ambos brazos para que parara de aplaudir -¿Quieres despertar a mis padres acaso?
-Que se despierten así les puedo contar algo muy interesante sobre la mojigata que contrataron.
-¿Estas celosa? –Me rio –Si es una mojigata no deberías preocuparte.
-¿Yo? ¿Preocupada por ella? –Ríe como con dolor –Preocupada debería estar ella cuando le diga a la señora Lucia lo zorra que le salió su nueva empleada.
-¿Qué son esos ruidos? –Se encontraba Lucia con su pijama que consistía en una camisa con un pantalón largo en un conjunto, sus zapatos peludos de estar en casa y su gran sweater color blanco pelusa.
-Bueno que le parece señora Lucia que cuando entre a la sala vi a nada menos que a Beatriz en una escena muy romántica con Salvador… -Le apreto la muñeca a Samanta, ha hablado más de la cuenta.
-¿Eso es cierto Salvador? ¿Qué te dije sobre Beatriz? ¿Definitivamente no te puedo pedir nada cierto? Hazme el favor Salvador y por la mañana le pides disculpas a Beatriz, dios mío, que vergüenza… Una chica tan decente – Se agarra el cabello rubio con una mano.
-¿Qué? –Pregunta Samanta -¿Disculpas? Me va a disculpar señora Lucia pero creo que la que se está creyendo más de lo que debería es ella, la que vino solo a trabajar.
-Hablare con Beatriz mañana –Samanta había hecho lo que odiaba mi mama que hiciera, que le dijera que hacer –Ahora mejor todos nos vamos a dormir.
-Buenas noches –Le digo secamente a Samanta que parece ver que me he molestado todo este show, me abraza por detrás.
-Disculpa por todo este show con tu mama, si admito que estuve un poco celosa. Pero eso con lo que me encontré en la sala…
-Hablamos mañana, estoy cansado.
-¿Pero podemos dormir juntos no? –Se me pone en frente y me pasa sus manos por los abdominales –Podemos continuar lo de hace rato –Susurra. Pienso en decirle que no y que estoy cansado, pero sé que esta niña caprichosa puede hacer que los negocios con nuestras familias se cancelen si al menos no la trato bien.
Asiento, dando una sonrisa falsa. Samanta se abalanza sobre mí y me besa mordiéndome el labio, la cargo en mis brazos aun besándola y la subo así a mi cuarto.
Beatriz Rosalez
Genial, mi primera semana y ya tengo una enemiga encima. Seguramente se lo diría a la señora Lucia y no pensaría dos veces en despedirme, y apenas hoy iba a disfrutar mis días libres. En fin, les di instrucciones a Silvana y a Agatha de lo que tendrían que hacer estos dos días que no estaría aquí. Me fui temprano, sin si quiera prepararme algo para desayunar. La señora Lucia me dijo que me podía quedar aquí como las demás en sus días libres, claro sin tener que cocinar, al igual que Silvana y Agatha que tenían sus días también y si las llegaba a necesitar Lucia no se negaba a pagarles el doble en todo caso. Aunque al no haber tantas personas en la casa, no se hacía complicado.
Quizá estos días sin verme Lucia se termine de convencer que me quiere despedir o quizá me dé una segunda oportunidad o quizá Salvador convenció a Lucia de no decir nada. La haya convencido o no, ya iba ser difícil de tratar. Si iba a seguirle el juego a Salvador debía tener cuidado.
Pedí un taxi y llegue bastante rápido, hable mucho con mi hermano durante todo el día con mi otro teléfono, ya que no utilizaba el miso para trabajar, por si acaso.
-Te estoy diciendo que Ramiro se puso nervioso cuando escucho mi apellido.
-¡Ay! es un apellido muy común en este país. No significa nada y estas intentando encontrar una aguja en un pajar, estás perdiendo el tiempo mejor renuncia y ven a ayudarnos con el negocio en donde si tenemos bastante trabajo.
-Sabes, me pagan bastante bien, quizá pueda ahorrar y montar un negocio en una zona céntrica –Mi hermano subió las ceja.
-Estaríamos enserio muy orgullosos Bea, si ese es tu objetivo allí te apoyo pero la otro ya sabes lo que pienso, no sabes en primer lugar de donde ha sacado ese dinero, y de negocios limpios no fue –Me encojo de hombros.
-Solo quiero saber si él lo hizo.
-¿Y Hacer que Beatriz?
Lili se acerca a la cámara y comienza a saludarme. Mi hermano y yo no seguimos hablando del tema. Me quedo un rato hablando con ella, cuando tocan a la puerta. “Seguro fue la pizza que pedí hace un rato” le comento a mamá; abro la puerta sin ver al chico, le entrego el dinero tomando la pizza, me volteo para dejar la pizza en la mesa del comedor y cuando escucho al chico entrar al rellano me asusto y volteo rápidamente.
-Uh –Vislumbro los ojos azules y su pelo rubio suelto y largo -¿Salvador?
Dejo la pizza aún lado.
-¿Cómo se…
-Lindo lugar, no muy lejos de donde te dejo nuestro escolta la última vez –Mete sus manos en los bolsillos de su jean color gris, lleva consigo una chaqueta color n***o y una camisa casual blanca –Entonces ¿Cuál fue el propósito de no darle exactamente tu dirección al escolta?
-Yo debería ser quien esté haciendo preguntas.
-Trabajas para la familia Zwart tenemos que saberlo todo, cerrare la puerta y me sentaré
-¿Cariño? –La voz de mi mama hace que recuerde que estoy en llamada con ella.
-Disculpa mama me llego visita luego te marco de nuevo –Sonrío con cariño.
-Bueno pero más tarde me llamas y me cuentas de esa visita –Me pica el ojo.
-Mis saludos –Dice Salvador a lo que mi mama vuelve a picarme el ojo. Tranco la llamada –Salvador se siente en una de las sillas del comedor mientras con una mano toma un pedazo de pizza y le da unos mordiscos.
-No está mal –Me dice -¿No tienes asientos más cómodos? En estos ni si quiera me puedo recostar.
-¿Vienes a decirme algo importante? –Hace una mueca dudoso.
-Para mí mama es importante –Se encoje de hombros –Iba a esperar que terminaras tus días libres y hablarlo en tu casa, pero me llamo la atención el ver que la dirección que le dices al primer escolta no coincidía con esta.
-Es mi lugar privado, nadie tiene que saber dónde estoy.
-Y por lo visto este lugar es costoso –Observa las vistas y mira de reojo la terraza.
-Ahorre de algunos trabajos que tuve en Argentina.
-¿Esos trabajos pagaban bien no? ¿Mucho más que en la mansión no?
-Aquí estoy más tranquila. Con ustedes. No hay tanto trabajo puedo estar más pendiente de mi familia –Me escruta con la mirada –Igual no creo que deba dar explicaciones de donde me quedo en mis días libres.
-Yo pienso lo mismo –Toma otro pedazo de pizza –Pero sabes cómo es esto, somos una familia que debe cuidarse… Siéntate, come algo –Me siento en la otra silla a su lado, queriendo lanzar esa silla por la ventana.
-¿Incomodas no? –Observa mi espalda encorvada en el asiento.
-Un poco –Intento quitarle importancia. Alza unas cejas –Te pediré unas mejores.
-No hace falta no estoy tanto tiempo aquí
-Como te decía si quieres seguir trabajando con nosotros tienes que acostumbrarte a que sepamos todo de ti –Le quito el pedazo de pizza que acababa de tomar y le pego un gran mordisco, ya lleva la mitad de la pizza él solo. Le doy una mirada de resignación. Pensando que debo tener más cuidado si es así… Sobre todo pensando en mi familia.
-A lo que vine fue a pedirte disculpa por lo que paso la otra noche y el showcito de Samanta.
-¿Disculpas? –El hijo de la familia adinerada pidiéndome disculpas.
-¿Samanta hará algo?...
-No te preocupes por eso Lucia misma la que me mando a pedirte disculpas –Creo que no estoy escuchando bien, me acerco un poco más a Salvador.