4 Elena

1670 Palabras
Pedimos la misma comida que pedimos desde que tenemos uso de razón, para él un corte de pescado asado y para mí una hamburguesa doble, con papas extra, me gusta, no me quejo, el lugar al que venimos es un estilo tradicional y hogareño que nos hace relajarnos, la primera vez que vinimos fue en mayo de hace siete años, teníamos quince, los exámenes de la preparatoria eran duros y más si no habías estudiado en todo el semestre, lo que nos pasaba a mí y a él, y pasábamos con ocho o diez, dependiendo de nosotros. La noche que nos topamos con este lugar volvíamos de la playa riendo y jugando con mi primer corazón roto, y años después volvemos por el mismo motivo. Y los mismos aspectos para una chica como yo. Un corazón roto y un amigo capas de aliviar ese dolor con palabras de aliento que de alguna forma no me sirven mucho. —Es un idiota—dice una vez que termino de contarle la razón por la cual estoy llorando desde hace unas noches— y tu prima, una linda zorra. Me encojo de hombros mientras sigo comiendo la riza cena que tengo en el plato, lo escucho renegar de mi ex y de todos los defectos que él le encuentra o las quejas que tenía guardadas desde que empecé a salir con él. —Cole, creí que él sería el bueno—me lamento. —Ya vez que no lo es todavía—el aire de los pulmones me estorba por unos segundos, así que lo suelto en un suspiro demasiado dramático lo que lo hace sonreír—. Elena, el amor no cae de los árboles y tampoco es algo que puedas tener con quien sea. —Cole... —El amor es... El amor es la única cosa buena por la que vale la pena luchar—mis ojos suben a los de él que se mantienen serenos a pesar de tener el poder de las mareas en ellos—, y el idiota con el que salías... no es amor real. —Cole... —Sí te amará... no te hubiera engañado con Fabiola. Asiento sin poner mucha atención en la conversación que le sigue a esas palabras que de alguna forma lograron quedarse en mi cabeza y hacerme entender que la vida no siempre es rosa, que tiene matices y a mí, me están tocando los negros con rojo embarrado entre esa combinación. Para cuando salimos del restaurante Cole me conduce a la playa, vamos en silencio, sé a dónde quiere ir, es a donde íbamos cuando tratábamos de animar al otro, o cuando teníamos un mal día en la escuela, Alexa conoce el lugar, pero este espacio es más mío y de Cole que de ella. En ocasiones veníamos los tres a pasar la tarde o a jugar con cartas, e incluso a nadar. Se quita la camisa y después el pantalón para finalmente arrojarse al pozo de agua, está alejado de las personas, y la única forma de entrar a nuestro escondite es dándose un chapuzón en el agua helada de la playa. La ropa la pongo en el lugar donde va para ocultarla de las personas, para después dejar la mía y unirme a él en el pozo de agua salada, nado entre el conducto submarino que me saca en nuestro ambiente, cuando me quito el agua de la cara, Cole está sentado en la roca que da la apariencia de escalera natural, me acerco a él y su expresión no muestra nada. Me acerco a él con el movimiento del agua ayudándome en esa labor, cuando llego a su lado suspira y sus ojos me observan con una dulzura que no estaba ahí antes. —Tengo un viaje a Venecia—dice después de unos minutos así—. Me iré por casi un año..., me gustaría que vinieras conmigo. —Cole, sabes que... —Sé que la universidad te lo impide—en un momento decide ponerse a mi nivel en al agua y su cuerpo se sumerge a mi lado—. Pero eso no quita que te quiera conmigo. —Cole. Se acerca más de lo que debería y la verdad que no hago nada por quitarlo de donde está, nuestras respiraciones se vuelven una, de una manera algo extraña termina juntando sus labios en los míos, no lo detengo, dejo que me bese, que el calor y la tibieza de su cuerpo se junte a la mía. No es mi primer beso con él, pero sí uno que disfruto, mis piernas las subo a su cadera para enredarlas en su cuerpo, el beso nos cobra factura y enciende algo en el otro, algo que ya nos es conocido, y lo mismo que nos llevó a romper mi virginidad hace cinco años atrás. —Cole. —No haré... Tal vez me odie en un momento de mi vida por lo que mis labios van a soltar en un momento, o tal vez Cole lo mal interprete, pero quiero algo que no me ate a la realidad, aunque sea por una noche. —Vamos a tu departamento. Nos separamos para poder nadar de regreso a la salida, estoy loca verdaderamente por hacer lo que haré con él en su departamento, pero no digo que no me gustará, con Cole tuve mi primera vez, yo la de él no, pero por su experiencia la mía fue buena, no agradable porque dolió el tenerlo en mí, abriéndose paso por mi parte sensible hasta que después hizo que disfrutará mucho el tener esa rica fricción de humedad y piel en mi interior. Nos cambiamos y subimos por donde bajamos para venir a este sitio, caminamos hasta el restaurante y subimos a su coche. No hay vuelta atrás, no cuando estoy dispuesta a pasar una noche con él, maneja unas calles cuando mi celular suena, mi mamá. Contesto y me dice que sí me falta mucho para llegar que me necesita para que la lleve al aeropuerto para recoger a al abuelo. Le digo que voy para allá, Cole no me dice nada, pues entiende que necesito ir a casa. Salvados por la campana. Llegamos a casa y se ofrece a llevarnos para recoger al abuelo, mi madre asiente encantada pues no es su gasolina la que se acabará. Cole y yo vamos callados entre nosotros, pero mamá va hablando de posibles cosas que puedan ser provechosas para mí y Cole en el ámbito laboral, como que puedo resolver las crisis legales de Cole al registrar una de sus creaciones y cosas así, si mi madre supiera que estaba a punto de ir a su departamento para coger no estaría muy contenta. Llegamos al aeropuerto y ella nos dice que nos esperemos ahí, que ella va por el abuelo. Nos callamos hasta que la música suena de nuevo en la radio. —¿Cuándo te vas?—aunque sea algo para desviar la tensión. —En dos días... Por lo que paso... —Todo bien—nos miramos y asentimos. No será nuestro primer secreto, le dejo un beso en la mejilla que él cambia a los labios en el trayecto, no renegamos del beso, nuestros labios se mueven en la sincronía que tenían hace rato, mi mano sube a su mejilla para profundizar, la de él sube a mi nuca para hacer lo mismo. Nos separamos y no dudamos en juntar nuestras frentes. —Tenemos un año para pensar las cosas—asiento antes de volver a tener sus labios en los míos. Se separa de mí justo en el momento en el que mi madre se acerca para subir las cosas del abuelo a la camioneta de Cole, y el trayecto a la casa del abuelo se enciende después de que hicimos las paces, ambos vamos riendo y recordando cosas de la infancia que nos ponen muy felices a los dos. Mi madre no dice nada, pero parece que sospecha algo entre mi amigo y yo, pero no dice nada. Su sueño es que algún día de estos Cole y yo le digamos que le daremos un nieto, y que nos vamos a casar, pero eso no pasará, no cuando él se va a ir, y... en un año todo puede cambiar. Todo puede cambiar en ese tiempo. Puede enamorarse de alguien de su trabajo, puedo querer estar con alguien en ese año. Nada es para siempre, y es algo que he aprendido a la mala, con Thomas por ejemplo, de alguna forma él me enseñó que debo confiar más en mí que en lo que las otras personas puedan decir de lo que hago. Las personas que pasan por la vida son para enseñarnos algo en la mayoría de los casos, sólo hay que estar atento para saber que es. (_/_) Alexa y yo nos despedimos de Cole, antes de que suba al vuelo que le corresponde, su viaje será largo y algo cansado, pero valdrá la pena. Es una oportunidad de trabajo muy larga que le servirá para desarrollarse aún más en su viaje laboral, me da un último abrazo, pero deja un beso en mis labios. —No me extrañes, Gárgola. —Lo mismo digo, Gitano. Me sonríe y después se va a la fila de su vuelo, Alexa y yo le decimos adiós de lejos, para finalmente verlo perderse entre las personas que irán con él en el vuelo a Venecia. Su avión prende vuelo dejando esta bella nación para finalmente desaparecer entre las nubes, y envolverse en el cielo adornado por el atardecer del día. —Se nos fue el Dios del trueno—me río por el apodo. —Volverá en un año. —Sí, veremos qué pasa. Veo una vez más al cielo antes de sonreír y encaminarme a la camioneta, gracias aCole tengo auto ilimitado por un año completo. Espero que este año sea deprovecho para ambos, y que... tal vez sí quiera algo serio con él cuando regrese.
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