Las calles de Rushania son increíbles, son preciosas y llenas de vida, de color. Muchos jóvenes llenan la calle, eso significa que las fiestas están próximas y que pronto se elegirá a la reina de la nación.
—¿Segura que estarás bien?—asiento energéticamente.
—Papá, estaré bien—hace una mueca, pero se rinde al intentar hacerme cambiar de parecer.
Se va en la camioneta en la que tantas veces me ha llevado a diferentes lugares, mi tío es mi papá por elección y jamás lo veré de otra forma.
Entro en mi nuevo departamento segura de que está decisión es la mejor que he tomado en mucho tiempo.
Me servirá para alejarme y tomarme mi tiempo lejos de los demás.
Espero que esto cambie mi vida para bien.
(//)
1 año después...
El local está lleno y la verdad no me gusta el exceso de gente que se tiene en el lugar, pero eso me servirá a ganar un poco más de lo usual.
Jason celebra el exceso de personas ya que a él le encanta estar de aquí para allá con un montón de cosas bajo su cargo, además celebra de que allá muchas personas. Es el primer día del festival de Luna y muchas personas viajan para venir al evento, para el próximo año se espera que la reina y el rey anuncien la llegada de su primer hijo. Lo cual muchas personas dudan que suceda, el rey es algo reservado y no es fácil que consiga a su reina en este evento, ya pasaron dos festivales y no se a casado, todavía.
Termino muerta pero es hora de irme a casa, gane más de lo que esperaba por esa razón iré a dormirme y a prepararme para ir a la feria en la que muchos solteros pueden disfrutar y tener una que otra aventura.
Paso por la zona peligrosa de mi vecindario, los chicos a los que se les debe de temet están fumando m*******a afuera del parque, los veo y doy la vuelta pero comienzan a seguirme. Apresuro el paso pero siguen caminando tras de mí, esto va muy mal. Giro en una cuadra, cuando de la nada me sale uno frente a mí.
—¿Vas a algún lugar, linda?—pregunta mostrando su dentadura gastada por tanta porquería que ingiere.
—Por favor... Déjenme ir—se ríen y eso me provoca escalofríos.
—De ninguna manera, preciosa—toman mis manos y las ponen detrás de mi espalda con una fuerza impresionante—. Tú, nos darás un poco de calor humano a nuestros...
—Una dama no se trata así—una voz los detiene.
Se giran y ven al extraño que quiere ser mi salvación, se ríen y este no pierde su tiempo en quitarmelos de encima, me hago bolita en el suelo mientras escucho la pelea que se lleva acabo, me tapo mis oídos y los recuerdos de la muerte de mis padres aparece en mi cabeza. Después de unos momentos ya no escucho nada, sólo silencio. Ninguna agonía, nada. Silencio total.
Una mano se posa en mi cabeza, elevó mi vista confiada en que mi salvador se acaba de ir. No es lo que pensé, sus ojos azules me perforan un poco, su cabello n***o resalta sobre su piel morena clara. Me ayuda a ponerme de pie pero mis recuerdos están atormentandome.
—Gracias...—en su brazo hay un punto donde la sangre sale libremente—. Deja que te lleve a un hospital.
Se mira su brazo y sonríe.
—No es nada... Hace mucho que no... Ayudaba a alguien—me sonrojo, pero no entiendo por qué, pero agradezco la poca luz del lugar.
—Gra...
—No me agradezcas... Puedo acompañarte a tu casa para que no te suceda nada malo.
—Gracias, nuevamente, pero yo puedo ir sola.
—¿Segura?—asiento.
Nos despedimos y comienzo a caminar a mi departamento, me desvíe para evitar a los idiotas pero de todos modos me siguieron. El par de cuadras que me faltaban las recorro sola, ya que le dije a mi salvador que podía ir sola, así que así se mantiene.
Subo las escaleras que llevan a mi departamento, la noche se apoderó de todos haciéndolos dormir y olvidarse de los problemas por una noche más. A excepción de mi vecina, que disfruta de que se la esten...
Al menos ella disfruta de algo en la noche. Entro en mi casa y cierro con seguro, prendo el apagador y todo cobra vida por la luz artificial que provoca el foco.
Me quito los zapatos y el uniforme de mesera que quedó oliendo a comida, además de m*******a, me siento en una de mis sillas y es donde dejo que mis lágrimas corran libremente. Soy patética. Demasiado patética, nadie me va a querer como yo quiero que lo hagan.
Con ese pensamiento estúpido me voy a la cama, me quito toda la ropa a excepción de mi ropa interior, me arrojó a la cama dejando que mis emociones me consuman como una llama ardiente a un pedazo de papel.
El restaurante es un fuerte distractor para mis problemas principales, tanto que hoy se me olvidan las cosas que me consumen.
Sirvo de comer a mis clientes y a los que Jason olvida, cuando termino de atender a estas personas es hora de que me vaya a casa, me voy al vestidor y me pongo en marcha para irme a casa.
Salgo del local con la cabeza sumida en mis pensamientos, bajo del auto cuando pasa una caravana.
La princesa Arina.
Una de las tantas que desean desposar al rey.
Tal vez se regrese desepcionada como lo ha hecho los años anteriores. Sigo con la canción en mis oídos pero sobre todo la voz de ese extraño que quiero ver de nuevo.
Me encojo de hombros, me bajo del autobús y camino las dos calles que me hacen falta, al parecer nadie está en sus casas, no con las puertas del palacio abiertas y con la feria a todo lo que da.
Me acuesto en mi cama y sonrió al recordar sus ojos que se marcaron en mi memoria, unos espectaculares ojos celestes, que me muero por ver una vez más.
{[(Alandher)]}
Mi madre me mira desde la silla en el otro extremo del comedor, no le parecen mis escapadas, sin embargo es la única forma en la que conozco mi reino sin que toda la prensa este presente detrás de mí como si fuera un pedazo de mierda y ellos las moscas que la persiguen.
Las puertas se abren para la princesa Arina, genial, esto va ser super, primero mi madre y ahora esta, algo hice mal.
—Majestad—da una reverencia que me provoca querer matarla.
Le he pedido mil veces que no me entre con esos vestidos que no me engatusa con ellos.
No tiene que usarlos si no tiene pechos que lucir.
Harry se ríe a mi lado y yo sólo le copio el gesto, mi madre nos medio mata a ambos pero la ignoramos.
—Más respeto—dice mi madre en tono filoso.
—Lo sentimos madre—se disculpa Harry.
—Me retiro que tengo cosas pendientes—Harry se levanta y me sigue mientras abandonamos la estancia.
Nos reímos a pleno pulmón en los pasillos que guían a mi despacho, ambos sabemos que la linda princesa sólo busca un lugar en mi corona, no en mi cama, ese lugar lo tiene para la doncella que la acompaña para todos lados.
La que si quiere mi cama y corona no ha llegado y no tarda en hacerlo.
Me siento en mi silla y mi hermano sonríe con esa estúpida sonrisa que lo caracteriza.
—Dime mi rey, ¿Qué le ocultas a tu hermano?
—Nada...
Intento ocultarlo, aunque sé que no lograré nada, Harry me conoce mejor que mis padres, por eso es mi mejor amigo y mano derecha.
—¿Castaña? ¿Pelirroja? —como dije.
No puedo ocultarle nada.
—Te refieres a eso—afirmo y él sonríe aún más—. No vi muy bien por la oscuridad, pero apostaría que es castaña clara.
No oculto el entusiasmo en mi tono de voz.
—¿Qué te impide ir tras ella?
Muchas cosas.
—Soy el rey, no puedo tener una aventura con una plebeya.
—¿De cuándo a la fecha eso te a importado?—hago una mueca y niega—¿De verdad te casarás con una de ellas?
Tengo las manos atadas con eso, cuando se es el rey y todas las miradas están sobre ti y tus decisiones, y a veces es indispensable el hacer cosas a la fuerza, como el matrimonio.
—No tengo opción—me levanto del sillón y avanzó hasta mi ventanal.
La ciudad aparece y con ella el recuerdo de esa hermosa mujer que salve un par de noches atrás.
Ella si que tenía un buen cuerpo, cabello largo, pero desaliñado y labios no muy gruesos ni tan delgados, unos que me provocaban para que los besara.
—El reino necesita una reina, y yo herederos, así que no tengo opción.
—¡Al diablo con eso!—vocifera molesto—, Alandher, tal vez...
—No, ya tomé mi decisión, me casaré esta vez.
—Bien...
No me gusta cuando usa ese tono.
—Harry.
—Si esa es tu decisión no tengo por qué meterme—no le agrada la idea cómo a mí, pero a diferencia de él, yo no tengo opción—. Sólo que no me quedaré para ver cómo hechas a perder tu vida amarrado a lo que es tu castigo y ahora con una esposa que no amarás.
Se retira de la estancia y suelto un suspiro enorme, pero para mí se acabaron los romances de una noche, aunque... Todavía no me comprometo.
Voy por el último.