Narra Alexander
Estoy un poco frustrado, esta mujercita rusa anoche casi logra sacarme de mis casillas. Ninguna mujer se había atrevido a cerrarme la puerta en la cara y ella lo hizo, es que aún no lo puedo creer.
Que agallas las de ella, para hacerlo, aunque eso me gustó, si me gustó la manera en la que me dijo que tenía reglas. Reglas que pienso hacer que rompa.
Suspiro antes de salir de mi habitación, hoy iremos al terreno donde se construirá el nuevo hotel.
Subo al ascensor, junto a Jair y cómo cosa del destino ella viene en el.
—Buenos días — saludo, al verla.
—Buenos días, señor Smith — contesta, y por su tono de voz, sé que está molesta.
No puedo negar que con la ropa que trae puesta la hace lucir hermosa, pues aunque solo sea un pantalón de mezclilla y una camisa a cuadros, ella se ve muy bien, trae zapatos industriales, se ve fantástica una mujer ruda, pero fantástica.
El cubo gris se detiene, y entran muchos jóvenes. Mi instinto es proteger a Mariel, y Jair, protegerme a mi.
Por si no les había dicho, Jair no solo es mi asistente personal, también es mi guardaespaldas.
Cada uno de mis brazos viaja a los costados de ella y ella pone sus brazos en mi pecho, para formar una barrera entre nosotros y no la aplaste, cosa que se hace imposible ya que estos jóvenes se mueven mucho, y no se fijan en nosotros.
Los movimientos hacen que cada vez más, me pegue a ella, eso está probó ando que mi amigo despierte y lo peor de todo es que Mariel se ha dado cuenta ya que se ha puesto roja. Vamos apretados, muy apretados, la fricción que hay entre nosotros, me está matando, los segundos aquí parecen minutos, y mi cuerpo descansa cuando el cubo gris por fin abre sus puertas.
—Jair, lleva por favor a la señorita Mariel al auto, en un momento los alcanzó — doy esa orden a Jair, cuando ya todos se han bajado
•••
Después de aquel incómodo momento, y de haber estado casi todo el día en el terreno, nos encontramos de regreso hacia el hotel.
El silencio en el auto es incómodo, así que decido romperlo.
— Señorita Mariel me gustaría invitarla a cenar esta noche — digo y ella me voltea a ver.
— Lo lamento señor, creí que ya le había quedado claro lo que hablamos anoche.
— Por favor, es solo una cena, eso no tiene nada de malo. — esta mujer es necia, terca y testaruda, pero se que la haré cambiar de opinión.
— Y yo ya le di mi respuesta, espero que entienda mi postura señor Smith, no quiero ser grosera con usted.
Ahhh, esta mujercita rusa si que es dura, creo que comienzo a comprender su apodo ese, pero yo también soy terco y veremos quien puede mas. Ya no digo mas y llegamos a nuestro destino.
Dos horas después, bajo a cenar y me quedó sorprendido al verla, pero decido no importunarla así que solo la observo. Solo niego con la cabeza. Hay esta mujercita rusa de verdad que me saca de mis casillas.
Narra Mariel.
Me encuentro en mi habitación, estoy pensando en todo lo sucedido el día de ayer y lo de hoy,
Y... Eso que paso hoy en la mañana si que fue algo bochornoso, demasiado bochornoso diría yo.
Doy unas cuantas vueltas antes de decidir que hacer, si bajó al restaurante del hotel o ceno en mi habitación.
Pienso por unos minutos, hasta que tomo una decisión.
Tomo las llaves de mi habitación, mi abrigo y mi bolso, salgo de ahí y me dirijo al restaurante.
Media hora después ya he terminado de comer, intento pagar la cuenta, pero me dicen que todo lo que yo coma aquí esta cubierto. No puedo evitar poner los ojos en blanco, ese hombre me saca de mis casillas en fin.
Decido ir al bar del hotel, ya que no pude pagar nada en el restaurante no quiero encerrarme todavía.
Al llegar me acomodo en la barra y le pido al barman un shot de vodka. Así es, soy rusa y esta bebida en realidad no me causa gran cosa, soy buena en ello.
Después de tomar mi primer trago, un hombre se acerca a mi.
— Por qué tan sólita señorita ¿puedo hacerle compañía? — pregunta el tipo ese.
— No gracias, así estoy bien, no necesito compañía.
— Vamos, no te hagas del rogar.
— Ya le he dicho que no, acaso no entiende, o hablo en otro idioma.
— Señorita ¿la está molestando? — habla el barman y yo asiento.
— señor, le agradeceré que deje de molestar a la señorita, ella ya le ha dicho que no, será mejor que se aparte o se retire o si no llamaré a seguridad.
— Ya, ya tranquilos ya me voy — dice aquel hombre, dándome una mirada que no se como interpretar.
El resto de la noche me la paso bien, sin ninguna interrupción, excepto por el sonido de mi teléfono. Giro en mi lugar y en lugar de una llamada mi madre me ha mandado un mensaje.
Mensaje de mamá
Mariel ¿Cómo estás pequeña? Nana me ha dicho que andas en un viaje de trabajo. Solo te pido que no sólo trabajes, también diviértete, eres joven, disfruta un rato de tu juventud
Hay mi madre, nunca cambia
Mariel
Mamá ya hemos hablado de eso ?
Mama
Lo sé, es por eso que te repito, sal a divertirte un rato no amargues tu vida, eres joven, inteligente y una mujer muy hermosa, así que solo disfruta y dejate llevar.
Mariel
Esta bien mamá, no te prometo nada pero lo intentaré, cuídate estamos en contacto, te quiero.
Ya no recibo respuesta alguna, y me vuelvo a girar, tomo mi último trago de vodka y me quedo pensando en lo que mi madre ha dicho.
Se que tiene razón, pero como ya lo dije antes, no creo cambiar de la noche a la mañana, en fin el próximo lunes iré con la terapeuta esa que mi madre mencionó.
Llamó al barman y pagó mi cuenta, el recibe mi tarjeta y después de que me la regresa me encaminó a la salida, realmente no me tomé más que dos o tres shots de vodka y me siento mariada.
Camino a paso lento, siento que me tambaleo, empiezo a sentir mucho calor.
— Maldita sea — exclamo, al sentir mi cuerpo arder.
En mi campo de vista veo aquel hombre que me estaba molestando sonreírme, me sonríe y me ve como un cazador, casando a su presa. Y cuando siento que ese hombre viene hacia mí, siento unas manos en mi cintura, eso manda una descarga eléctrica a mi cuerpo.
— Mariel ¿te sientes bien? — siento alivio al escuchar la voz de Alexander. Niego con la cabeza y el calor que siento se intensifica más.
Giro en mi lugar quedando frente a frente, en este momento no me importa nada más que, quitarme este inmenso calor que mi cuerpo siente.
— Necesito tu ayuda Alexander — digo, poniendo mis brazos en su cuello y parándome de puntitas.
Lo único que veo son sus labios, en lo apetitoso que se ven y sin mas, me lanzó a ellos, él en un principio no hace nada por la sorpresa. Pero después corresponde al beso.
El deseo que siento en este momento nubla todos mis sentidos, no sé que ha pasado pero lo único que sé es que quiero satisfacer lo que mi cuerpo pide.
••••
Abro los ojos lentamente, puedo ver un destello de luz pasar por las cortinas. Recorro con la vista el lugar y me alarmo al darme cuenta que no estoy en mi habitación.
Escucho una respiración al lado mío y mis ojos se abren como platos, al ver a Alexander acostado junto a mi.
Es ahí donde me doy cuenta que los dos estamos desnudos y me levanto de la cama, como puedo, al sentir una pequeña punzada en mi entrepierna.
Con desesperación busco mi ropa y me la pongo, salgo de la habitación dejando a Alexander aun dormido, que demonios hice anoche, no recuerdo nada, el dolor de cabeza comienza a matarme y el no recordar me hace sentir peor.
Llego a mi habitación y lo primero que hago es llamar a una aerolínea, necesito salir de aquí lo mas rápido posible.
Medía hora después ya estoy lista para salir, tomo mi abrigo, mi bolsa, mis lentes obscuros y mi maleta. Espero que ya este el taxi esperándome. Llego al lobby y entrego la llave.
— Aquí tiene señorita, muchas gracias— digo y la chica me sonríe.
— Su taxi ya ha llegado, solo que...
— Solo que ¿Qué? — preguntó y ella me señala la entrada.
Hay un montón de reporteros en la entrada, no se que demonios hacen aquí. Respiro profundamente, gracias al cielo traigo mis lentes obscuros, así que me los pongo y camino hacia la salida y en cuanto me ven, comienzan a bombardearme de preguntas.
— Señorita Mariel, le puede decir a la audiencia, que tipo de relación tiene con él señor Alexander Smith, el soltero más codiciado de New York.
— ¿Qué nos puede decir de las fotos — dice otro y me quedo pasmada, de que fotos habla este.
— Saben bien que no me gusta hablar de mi vida privada, así que por favor déjenme pasar — digo ya molesta, escuchando todo este alboroto.
Gracias al cielo, la seguridad del hotel me abre el paso y puedo llegar al taxi.
— Buenos días, puede llevarme al aeropuerto por favor — el chófer asiente y salimos de ahí.
Antes de llegar al aeropuerto hice una parada en la farmacia, no recuerdo nada de lo que paso anoche, pero al saber que amanecí en la cama de Alexander, es mejor prevenir que lamentar, no quiero sorpresas, no sería nada bueno ni para mi ni para él.
••••
Cuatro horas de vuelo, y al fin estoy en mi casa.
— ¿Mariel? No llegarías en la noche — dice mi Nana al verme llegar en taxi a la casa.
— Decidí venirme antes, ya tengo todo lo que necesito para comenzar el proyecto.
— Hm... Haré como que te creo.
— Nana por favor, en este momento mi cabeza es un lío, así que por favor no me empieces a sermonear.
— ya tranquila, ve a descansar mi niña.
Asiento y subo a mi habitación, por más que lo pienso, doy vueltas y vueltas y lo único que recuerdo de anoche es... Es que yo bese a Alexander, yo fui quien lo beso, Dios que hice.
Juro que me volveré loca y más por no poder recordar lo que pasó entre él y yo.
Por favor díganme que esto es una pesadilla y que pronto despertaré de ella, no quiero creerlo, pero las marcas en mi cuello me dicen que si paso.
Ya no se si quiero llorar, gritar, golpear a alguien y ahora mas que nunca creo que le haré caso a mi madre e iré a ver a la terapeuta.
Ahora con que cara lo veré, no es mas yo creo que no lo veré mas. Maldición por qué, porque tenía que ser así, jamás en mi vida creí perder mi virginidad en esas circunstancias, yo...
Se que estamos en pleno siglo XXI, pero para mí era importante mi primera vez, yo me entregaría al hombre que me amara y que yo amara, aunque hace tiempo creí que ese era Nikolai.
Y ahora que no recuerdo como la perdí, me hace sentir fatal, no se que le diré a mis padre cuando se enteren de esto, aunque creo que mi madre se pondrá feliz.
¿Dios que hago? Que alguien me diga que hago.
De la desesperación, decido entrar a una de mis r************* y lo primero que veo en la sección de noticias son las dichosas fotos de la que hablo ese reportero, y no conforme con eso hay un video, donde claramente puedo ver como me lazo a él, para luego besarlo. Yo que siempre había tenido un perfil bajo me topo con esto y ni siquiera se como lo tomara el señor Smith
Quiero que la tierra me trague y me aviente en el polo norte, donde nadie me encuentre no lo podre ver después de esto.