11- Algo enorme explotaría

2256 Palabras
Cuando salí del baño, un vaho de humo cálido me acompañó. Me abracé a mí misma, a la suave tela del descolorido suéter que usaba como pijama. ¿Yoongi estaría despierto ya?  Me removí un mechón de cabello de la cara, lo recogí detrás de la oreja y sonreí mientras entraba en mi habitación y cerraba con un pequeño chasquido la puerta. Me acerqué a la ventana y descorrí las cortinas, para que el radiante sol iluminara toda la habitación. Di un paso hacia atrás cuando vi la figura sentada en el césped. Yoongi tenía el rostro vuelto hacia el cielo, con los ojos cerrados. El potente rayo de sol le bañaba el rostro pálido y su cabello verde se veía más cegador que nunca. Como una figura de porcelana; como una estatua en vida. ¿Podía, era posible, tal delicada belleza? Podría haber contado cada ángulo, cada curva, cada detalle de su rostro y seguiría sorprendiéndome lo guapo que era. Me senté en el marco de la ventana y comencé a mordisquearme una uña con nerviosismo. Un hábito horrible, pero... ¿qué podía hacer al respecto? Era como espiarlo, con la latente sensación de que algo enorme explotaría en cualquier momento. El muchacho abrió los ojos, entrecerrándolos inmediatamente por la luz, y se recostó boca arriba en el césped. Se llevó una mano a la boca y comenzó a murmurar algo, haciendo expresiónes de dolor y tensión. Comprendí pronto que cantaba, gracias a sus movimientos de mano. Era casi como un MV, dios mío... Recordé aquella canción que Yoongi había cantado la noche anterior. "Eyes, nose, lips". ¿Habría sido...? ¡Aish! ¡No podía ni pensarlo sin que se me erizara el bello de los brazos! ¿¡Podía ser Min Yoon Gi un romántico empedernido en el fondo!? ¡¡¡Aaaay!!! Sin pensarlo mucho, realmente debería haberlo meditado un poco más, me eché un rápido vistazo al espejo de pie y salí de mi habitación para bajar atropelladamente las escaleras para luego recomponer de golpe la compostura y poner mi mejor cara de "sólo pasaba por aquí" a Betty, que limpiaba con parsimonia una biblioteca atestada de libros. Me acerqué a la puerta, me puse los zapatos de cualquier manera y salí tranquilamente con las manos en los bolsillos. Por supuesto, cuando el frío me golpeó la cara como un balde de agua mi expresión de parsimonia se transformó en una mueca de dolor. Me apresuré a acortar la distancia de la espesura del bosque al descampado, para que el sol me bañara con su fuego y el tirite cesara.  Yoongi captó mi presencia ni bien puse un pie bajo el sol, ya que su semblante calmado se volvió tenso. Me obligue a no sonreír y levanté la barbilla. Él me había besado anoche, ¿no? No era yo quien tenía que sentirse avergonzada precisamente por algo. -Me siento avergonzado-murmuró con voz firme el muchacho, como si me hubiera leído el pensamiento, cuando estuve a escasos centímetros de él. Me senté cruzando las piernas a su lado. El muchacho tenía el ceño fruncido y los ojos clavados en los árboles de más allá. -¿Y eso por qué?-inquirí, casi saboreando de antemano su respuesta. -Por lo que sucedió anoche. Asentí con la cabeza. -No deberías sentirte avergonzado. Ha sido muy herm... -Estaba muy ebrio-me cortó, aguándome las ideas de golpe-. He dicho y hecho cosas que sobrio no haría. Pestañeé repetidas veces, con un gran signo de pregunta dibujado en la cara. Sentía un vacío repentino en el estómago, avecinando lo que venía. -Dicen que el estado de ebriedad es también el más sincero. -Y el más imprudente, el más estúpido y el más impulsivo. El muchacho cerró los ojos y volvió el rostro hacia el cielo. Sus mejillas comenzaban a coloretearse por el calor. -¿Y eso qué importa? Soltó una risita, como un silbido entre dientes. Ese tipo de risa sarcástica que tanto odiaba. -No lo comprenderías ni aunque te lo explicara mil veces-se limitó a decir. Entrecerré los ojos. -Deja de hablar como si fuera estúpida. -Eres como una niña pequeña, no me sorprendería que un simple beso te ilusionara al punto de creer que estas enamorada de mi o algo así. Fue un comentario tan agrio que contraje el rostro en una mueca de horror.  -¿Estás diciéndome que no me quieres, que me besaste porque...? Yoongi abrió los ojos de golpe y giró el rostro para clavarme una profunda mirada sombría. -¿Yo he dicho eso? ¿He dicho que te quería?-negó con la cabeza-. Si mal no recuerdo, has sido tu la que se ha confesado. Yo sólo he dicho "no llores". -Si, ¡justo luego de haberme besado! -No soy un imbécil, fue una especie de... piedad hacia ti. -¿¡Piedad!?-exclamé, parándome de golpe.  Yoongi echó la cabeza hacia atrás para mirarme, entrecerrando los ojos debido al sol. -Eras una chica llorando y gritando en medio de la calle. Sólo tenía dos posibilidades: quedar como un imbécil que hace llorar a las chicas, o darte medio minuto de felicidad. Fue más de medio minuto, y eres un grandísimo imbécil de cualquier manera. -Ni siquiera se qué decir...-murmuré. -No tienes que decir nada-el muchacho se recostó vagamente sobre el césped, con las manos tras la cabeza-. Puedes hacer como que simplemente no sucedió. Me gustaría decir que entonces lo abofeteé. Me gustaría decir que le grité que era un mentiroso, un mujeriego, y que aquello me dolía terriblemente. Me gustaría poder refutar todo lo que me había dicho, con un simple "no te creo,me has besado porque sí te gusto" pero... ¿De qué habría servido? Habría sido la niña infantil que él creía que era; y que tal vez realmente era. ¿Por qué habría de gustarme? ¿Por qué habría de pensar que un par de copas le harían darse cuenta de sus verdaderos sentimientos hacia mi, cuando siempre me hubo detestado? Yoongi estaba ebrio, tenía razón. Había bebido al punto de tambalearse y yo... ¡¡¡Y yo creía que se había sincerado en una extraña muestra de amor!!! ¡¡¡Incluso había pasado la noche entre sus brazos!!! Sonreí y asentí con la cabeza. No me sorprendía del todo: era Min Yoon Gi, sabía que algo enorme explotaría.  -Va a ser lo mejor-acepté. Una expresión de duda cruzó por el tranquilo semblante del muchacho, aunque rápidamente sonrió y remató, por si no estuviera ya suficientemente dolida y humillada: -Sabía que lo entenderías. No eres tan estúpida después de todo. Volví a sonreír, una sonrisa tan rota que pronto me sentí doblemente humillada, para darme la vuelta y volver al calor y cobijo de su casa. También me gustaría decir que ese día estaba lo suficientemente triste como para pintar el mejor cuadro de todo los tiempos, o escribir el poema más profundo que jamás había osado escribir. Pero lo cierto es que me limité a escribirle a mis amigas todo lo sucedido y buscar en ellas la final aprobación de "Min Yoon Gi es un inmaduro, un imbécil y no es para nada guapo" que tanto necesitaba. Tess: Un inmaduro, sin duda. Lou: ¡Un imbécil!                         ¡Y no es para nada guapo! Tess: Bueno...                               Lou: No, no es guapo.               Tess: La belleza nada tiene que ver con lo demás, ¿no? No estás ayudándome. Tess: Solo decía que... ¡Vamos! ¡Todos los chicos lindos terminan siendo unos imbéciles! Sigues sin ayudarme, Tessa. Entonces, la improvisada gran idea de mi amiga: Tess: Tengo una excelente idea. ¿Otra excelente idea? Lou: Jajajajaj Tess: Cierren el pico, esta es tan buena como necesaria: ¡esta noche vamos a bailar! ¿¡Jamás te cansas de hacer cosas ilegales!? Lou: ¡Ni hablar! ¡Mañana tenemos examen de química! Tess: Entonces les sugiero que se pongan a estudiar ahora mismo, ¡porque esta noche nos lo vamos a pasar fuera de la cama! Lou: Estás loca. Junie, dile que está loca. No lo sé... Tess: ¡Loui! Tienes que cooperar: nuestra amiga necesita espabilar. Lou: Mis padres me echaran una bronca... Tess: ¿¡Y eso qué!? ¡Es una buena causa! ¿Junie? ¿Qué? Tess: ¿Qué que? Oh, esta niña... Ya estaba buscando los tacones altos. Lo siento Lou, entenderé si no quieres ir. Pero creo que realmente necesito espabilar y, por increíble que parezca, esta vez la idea de Tessa me gusta. Tess: No entenderemos nada si no vienes. Es traición en toda palabra. ¡Tessa! Tess: ¡Tu harías lo mismo por ella! Lou: Bien, iré.  Tess: Y, por aún más increíble que parezca, tengo otra gran idea. Lou: ¿Y eso? ¿También vamos a consumir drogas? Digo, no se cuánto podrá durar tu carné falso. Tess: ¡Pff! Mi otra gran idea es un secreto. Espero que sea legal... Tess: Confíen en mi. Así fue como, a eso de las doce de la noche de un domingo, me encontraba desfilando frente al espejo sobre unos tacones negros y usando un potente lápiz labial rojo en los labios. Parecía de dieciocho, claro que sí. Con esa pinta hasta podría decir que tenía un título... Bueno, tal vez no tanto. Pese al piar de mi celular que me anunciaba un mensaje nuevo, no podía parar de mirarlo una y otra vez para ver si alguna me había mandado algo. Hacía mucho tiempo que ir a un club nocturno no me hacía tanta ilusión, quizá desde que... ¡Alto! ¡No! ¡No pienses en...! ¡Ni siquiera lo nombres! Mi teléfono pió y lo tomé del escritorio como si fuera la única cosa importante del planeta. Este resbaló de mi mano y conjuré un par de malabares antes de sostenerlo con firmeza y desbloquearlo. Loui decía "estamos en la puerta"; pero ni bien oír el piar ya había comenzado a bajar las escaleras. Pasé al otro lado de las rejas, procurando no hacer demasiado ruido con mis tacones. -Siempre parece que te das a la fuga-comentó Loui, mirándome debajo de su oscuro maquillaje. Me llevé un dedo a los labios y asentí con la cabeza mientras me subía al asiento trasero.  -A mi madre tampoco le hace mucha gracia que salga los domingos-admití, y se me escapó una risita. -Soy una terrible influencia-Tessa se llevó la mano que no tenía al volante al pecho, exageradamente-. Estoy tan orgulla de ustedes, chicas. -Ya cállate-me inmiscuí entre los dos asientos delanteros para verlas-. ¿Ahora vas a contarnos de tu otra gran idea? -Es una sorpresa... -Eso ya lo has dicho-refunfuñó Lou. -Entonces tengan paciencia y verán. ¡Nadie podrá decir que no soy una genio! Miré a Loui con miedo. -¿Crees que debería marcar el 911? -Ya me lo he puesto como marcación rápida-me respondió. Tessa puso los ojos en blanco. -¿Qué es este lugar?-inquirí, metiéndome por el túnel oscuro que hacía de puerta. -Me da un poco de mala vibra-comentó Loui, mirando con intensión a una pareja que se besaba apasionadamente-. Ni siquiera se ha molestado en preguntarnos la edad... -Pues, una de dos: o este lugar no tiene mucha fama-Tessa se arregló el corpiño, moviéndolo desde el broche del centro-. O somos las primeras chicas guapas en entrar. Le hice una mueca a un desconocido que me sonrió como un pervertido psicópata, y seguí caminando entre la gente que se amontonaba, sudorosa y brillante, para moverse luego como anémonas barridas por las olas. La música electrónica de los parlantes me hacía vibrar hasta los huesos; así que apreté los dientes y procuré integrarme a la masa que bailaba. -¡Junie!-exclamó Tessa, sobre la música-. ¡Ve y compra algo de beber! -¿¡De beber!? ¿¡En serio!?-Loui había comenzado a bailar inconscientemente, pero tenía cara de susto-. ¿¡En este lugar!? -¡Anda, ve! -¡Junie, fíjate que no le echen nada! -Uff, qué molesta-Tessa se puso a bailar también, ignorándome por completo. Me acerqué entre empujones a la barra y, cuando por fin estuve lo bastante cerca como para sentarme en uno de los taburetes altos, me llevé la sorpresa que Tessa tanto había ocultado. -¿¡Junie!?-exclamó desde el otro lado de la barra, mientras le pasaba un trapo a un vaso largo de vidrio. -Daemon-murmuré, asombrada-. ¿Trabajas aquí? El muchacho observó el vaso que secaba y luego me miró con una sonrisa incómoda. -Hum, bueno... Si. Algunas noches. Al verlo claramente disgustado por haberlo encontrado en esa situación, le sonreí. -Es genial, Dae. -¿Lavar platos?-se rió-. De cualquier forma, ¿qué haces aquí?-entonces se puso serio y trató de ocultar una sonrisa-. Espera, ¿me has llamado Dae? -Tessa nos ha traído-respondí, ignorando su última pregunta-. Tratamos de "espabilar" cosas que no queremos tener en la cabeza. La verdad es que sólo se trataba de mí, pero no era algo que él precisamente tuviera que saber. El muchacho asintió, sabiamente. -Entonces-comenzó, dejando el vaso y tomando otro para secarlo-. Planeaban ahogar sus penas en el alcohol. Y tú venías a comprar algunas bebidas, pero como has visto que trabajo aquí volverás a tu papel de buena niña católica y me dirás que sólo quieres un vaso de agua. Me reí. -Si fuera una buena niña, no me verías un lunes de madrugada en un club nocturno dudoso-sacudí la cabeza-. No digo que sea dudoso, es un buen club... -No te preocupes, no es que sea mi sueño este trabajo. Pero ya sabes... la universidad. Asentí, y vi un brillo especial en sus ojos. Un brillo de tensión, de sorpresa e inseguridad repentina. Inmediatamente me sonrió y le quitó hierro al asunto. -Voy a servirte una bebida sin alcohol, y te la daré gratis. -¿Sin alcohol?-hice un mohín dramático. -Sin alcohol. Daemon comenzó a batir algo, y nuevamente vi ese destello en sus ojos mientras paseaba la mirada por la pista de baile. -Debe ser muy complicado-dijo. Puse los codos sobre la barra. -¿El qué? -El destino. Me reí. -¿Y ahora de qué estás hablando? El semblante del muchacho se ensombreció y me hizo un gesto con la barbilla hacia atrás. Me di vuelta sobre el taburete y vi en la pista, a una distancia no muy larga, a la pareja más desagradable que había visto jamás: Yoongi y Camille bailaban muy pegados, con el brazo de él en su cintura, y la mano de ella en su nuca. Volví a girarme y compartí una incómoda y totalmente comprendida sonrisa con Daemon. -El destino sin duda está burlándose de nosotros-murmuré, abatida.
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