Prólogo
Me llamo Aitana Amelie Lancaster y Aidan Salvatore fue el amor desventurado de mi vida; como las verdaderas historias de amor, la nuestra morirá con nosotros, así debía ser.
Nací un quince de abril bajo una gran tormenta. Dicen que traigo la muerte conmigo porque mi madre murió cuando yo nací.
Fui criada en el seno de la mafia de Las Vegas o la mafia de Chicago como suelen llamarla, la organización más temidas en Estados Unidos, mi infancia estuvo marcada por secretos oscuros y peligros inminentes.
Mi padre, un hombre respetado y temido, lideraba el camino, mientras el ejército y la DEA intentaban desesperadamente detenerlo a él y a mis hermanos mayores.
Siendo la mujer más joven, fui sobreprotegida por mi padre. Me trataba como una auténtica princesita en mis primeros años, defendiéndome de todo y de todos. Sin embargo, esa protección no era solo paternal, sino también una estrategia para preservar el futuro de la dinastía criminal que llevaba nuestro apellido.
A medida que crecía, me di cuenta de la gravedad de nuestra situación. Las sombras del crimen se cernían sobre mi vida, y aunque mi padre buscaba protegerme, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar la realidad de nuestro legado.
La mafia de Chicago, también conocida como la Outfit, es una de las organizaciones criminales más antiguas y notorias en los Estados Unidos. A lo largo de los años, ha experimentado cambios y evoluciones, pero algunas características fundamentales han persistido.
La Outfit se divide en varias facciones o "familias", cada una dirigida por un jefe o líder. Estas familias operan en diferentes áreas geográficas y están involucradas en diversas actividades ilegales, como el juego, el tráfico de drogas, la extorsión y el lavado de dinero.
Algunas de las familias más conocidas dentro de la Outfit incluyen los Chicago Heights, los Calabreses y los Cerones. Cada familia tiene su propio liderazgo, estructura jerárquica y territorio de influencia. A menudo, estas familias trabajan juntas en acuerdos y empresas conjuntas, pero también pueden estar involucradas en rivalidades y conflictos internos.
La jerarquía típica de la mafia de Chicago incluye un jefe, un subalterno directo o consigliere, capitanes, soldados y asociados. La toma de decisiones y la resolución de disputas a menudo se realizan mediante una estructura piramidal, donde las decisiones importantes son tomadas por el jefe y su consejo más cercano.
En las sombrías calles de Chicago, mi padre, Dante Lancaster, se erige como el incontestable jefe de la Outfit, la mafia que ha dejado su huella en la ciudad a lo largo de décadas. El peso de ese liderazgo ha sido llevado por generaciones de la familia Lancaster, y mi padre ha mantenido ese legado con un puño de hierro.
Su primogénito, Dante Jr., sigue sus pasos como el heredero natural. Con quince años de diferencia, mi hermano mayor se ha convertido en mi protector más cercano. Más que un simple lazo fraterno, es como si Dante Jr. pudiera leer mis pensamientos, entendiendo mi mundo de maneras que nadie más puede. Tenemos una conexión única.
Después de Dante Jr., la jerarquía familiar se desenvuelve con Alessandro y Antonio, dos figuras que comparten la sangre Lancaster pero difieren en sus naturalezas. Alessandro, el segundo al mando, destaca por su siniestra y despiadada reputación, especialmente en asuntos relacionados con las mujeres, es un auténtico cínico con ellas. Su sombra es oscura, y su lealtad a la familia se balancea en una línea fina entre la obediencia y la ambición desenfrenada.
A pesar de todo Alex siempre habla sido amable conmigo.
En contraste, Antonio parece ser un eslabón débil en la cadena, un seguidor de las órdenes de su hermano mayor sin destacar por habilidades propias. Su papel en la familia parece más ceremonial que funcional, creando tensiones internas que mi padre, el patriarca, debe manejar con astucia.
Dentro de este enrevesado entramado de lealtades, secretos y peligros, navego entre los lazos familiares marcados por la violencia y la intriga. Trato de encontrar mi propio camino en un mundo donde la lealtad a la familia se entrelaza con la oscura realidad del crimen organizado.
Apenas con catorce años, me encuentro en mi habitación, envuelta en lágrimas tras el desgarrador diagnóstico de mi padre, quien enfrenta una batalla contra el cáncer. Incapaz de asimilar la idea de perder a ese pilar de fortaleza en mi vida, me siento desamparada, preguntándome cómo enfrentaré la vida sin su guía.
Las paredes de mi refugio personal parecen cerrarse a mi alrededor mientras las lágrimas caen en silencio. A pesar de ser un hombre de edad avanzada, mi padre siempre ha irradiado una fuerza que sostuvo a nuestra familia. La cruel verdad de su enfermedad se cierne sobre mí, arrojando sombras sobre el futuro.
Aunque mi padre ha sido un faro de resistencia, la dura realidad de su enfermedad sacude mi mundo, enfrentándome a la inminente pérdida de alguien que ha sido mi refugio.
— Ya no llores, mi pequeña — pronunció mi hermano al entrar en la habitación.
Alzo la vista, limpiando mis lágrimas. El hombre, de cabello oscuro y ojos color noche, se acercó a mí y me estrechó entre sus brazos en un abrazo reconfortante y firme. Los brazos de mi hermano envolvieron mi cuerpo pequeño transmitiendo una sensación de seguridad que tanto necesitaba en ese momento.
Sus ojos oscuros , llenos de comprensión y cariño, se encontraron con los míos, brindándome consuelo en medio de la tristeza que me envolvía.
Su presencia en ese instante tumultuoso era como un faro de esperanza en mi mundo oscuro, y por un breve momento sentí que no estaba sola en esta lucha contra la adversidad.
— Ya no aguanto más — Solloce — No quise llorar cuando papá nos informó la noticia. Me quedaré sola si él muere.
Él subió sus manos a mis mejillas , limpiando mis lágrimas con sus dedos cálidos y suaves.
— ¿Y yo qué? — preguntó con ternura — Yo te adoro, Aitana.Eres hermosa y nuestra familia debería apreciarte.
Se sienta en mi cama con cuidado, me acomoda sobre su regazo y mantiene sus brazos alrededor de mí en un abrazo cálido y reconfortante. Esta posición es nueva para mí, nunca antes alguien me había abrazado de esta manera. Sus piernas proporcionan un soporte cómodo y seguro mientras me rodea con su cuerpo. La sensación de estar tan cerca de él, de sentir su corazón latir junto al mío, es una experiencia completamente nueva.
Sus brazos me envuelven con una ternura que nunca había experimentado antes, haciéndome sentir protegida y amada en un nivel profundo y significativo.
Significa mucho para mí que mi hermano me consuele y esté para mí en estos momentos tan difíciles. Sentir que él me quiere.
Dirige la intensidad de sus ojos oscuros directamente hacia los míos, como si estuviera buscando una conexión profunda en ese momento. Sin embargo, puedo percibir oscuridad en él una oscuridad que nunca había experimentado.
Inclinó su cabeza suavemente y depositó un tierno beso en mi frente, sus labios cálidos y suaves tocando mi piel con delicadeza. Sus dedos, con una caricia gentil, recorrieron mi rostro, trazando líneas de consuelo y ternura.
Luego, de manera lenta y deliberada, posó otro beso en mi mejilla, tan cerca de mis labios que podía sentir su aliento cálido. Las manos de mi hermano, con una suavidad embriagadora, descendieron lentamente por mis hombros, dejando un rastro de confort y afecto en su camino.
Sus manos, con una delicadeza cautivadora, se deslizan suavemente desde mi cintura hasta mis muslos, donde reposan con una suavidad que envía escalofríos por mi piel.
— Me gustas demasiado.— Deja salir antes de unir sus labios a los míos
Sus labios, impregnados de deseo, se cerraron sobre los míos con una fuerza incontenible. Cada beso era como una tormenta, arrastrándome a un vórtice de sensaciones abrumadoras. En un giro repentino, me empujó hacia la cama, sus manos sujetándome con firmeza.
Bajo su peso, mis intentos de resistencia se volvieron fútiles. Mis manos buscaban empujarlo, liberarme de esa presión, pero la fuerza con la que se colocó encima mío era abrumadora. Me sentía atrapada, como si cada esfuerzo por apartarlo fuera en vano.
— Pero yo soy tu hermana.
Él me interrumpe — Eso no importa. Eres mujer y yo hombre... Te he deseado demasiado tiempo.
Negué con la cabeza sintiendo que las lágrimas resbalaban sobre mis mejillas
— Yo te haré mujer, pequeña—susurra mientras se acomoda encima de mí y une sus labios a los míos una vez más.
—¡No me toques!
Él ignoraba por completo mis gritos y súplicas y no entendía porque nadie en la casa me escuchara.
Tocaba cada parte de mi cuerpo con brusquedad, y su entrada y salida eran dolorosas. Me sentía como un objeto que él simplemente deseaba poseer.
Cuando finalmente termino, cubrí mi cuerpo como pude, sintiéndome vulnerable y expuesta. Él centró su mirada en la mía con una expresión fría y desprovista de cualquier emoción.
Jamás imaginé que mi propio hermano me lastimarían de esta forma, no era justo, no lo merecía.Mi primera vez debía ser por amor, no a la fuerza y no con él.
— Pronto pasará el dolor — Él intenta tocar mi frente y yo lo aparte.
— No me toques.
— Ya eres mi mujer, Aitana.Te acostaste conmigo y si alguien se percata te despreciaran, ya sabes cómo es nuestra familia.
— Tú me obligaste.
— Díselo a papá y termina de matarlo. Además con el maldito caracter que tienes nadie te creerá, pequeña.