Doce

2891 Palabras
Eira La vida se ha encargado de ponerme en un maldito círculo de mierda. Cuando por fin pensé que ya no había más, que ya me había librado de todo y que el regalo que se me fue dado lo estaba aprovechando. Vivir una vida media normal, con comodidad y lejos muy lejos del submundo. Entonces fui tomada por las piernas como Hulk con Loki en la película de Avenger y golpeada. Hulk es la vida y yo soy Loki. Más o menos ya saben cómo quede. Ahora estoy estropeada con mi dignidad magullada y un padre que no me valora en lo absoluto me doy cuenta que me encuentra realmente sola en todo este problema. Mi crianza fue tomada por mis abuelos desde un inició, mi infancia no fue la de una niña normal, siempre tuve a mi primo y cuando podía a mis hermanos, pero tuve que aprender por mi misma a defenderme de muchas y muchas personas y situaciones. Siempre he sabido que estoy sola pero darte cuenta cuando un padre que debe de protegerte fuera lo que fuera te deja a la deriva con hombres que pueden hacer de mi lo que les de la maldita gana. Sé quién podría sacarme de este aprieto. Sé quién vendría por mi en un chistar y posiblemente pondría la cabeza de mi padre sobre una mesa y la congelaría para cada día ver la cara del imbécil que me puso en esta posición y golpearla cada vez que le provocará. Noah. Siempre me ha cuidado desde que somos unos mocosos, aún estando a millas de mí se que no abandona. Y si yo no me reporto en próximos días sabrá que algo paso, investigará y la mierda se pondrá fea. Aunque si es de ponerse fea prefiero que también acribille al hombre que se metió en la habitación luego de que tomara una ducha y me llevarán algo de comer, bien. Quizá no debí arremeter contra el rostro de ese tipo, pero quería salir y huir. Momentos más tarde entro el asqueroso depredador. Despertarme me costó horrible. Sentí mi cabeza pesada, la lengua dormida y no enfocaba la vista. Sin contar que la cara me ardía a la altura de la ceja y punzaba. Levantarme ha Sido como sentir que millones de agujas entraban en mi cerebro. Pero bajo el agua pude espabilar mejor. A diferencia de esta mañana cuando me desperté en este lugar. Anoche lo que no sabía es que tenía audiencia cuando salí de la ducha y me coloque ropa interior limpia que habían dejado para mí. Lo que no pude fue colocarme el short ni el top. Ya me estaban sujetando de la cintura y dando un asqueroso beso en la nuca. La sensación en mi cuerpo fue una oleada de frío y nerviosismo. Actúe con mis peores miedos y embesti con mi cabeza. El hombre olía horrible, una mezcla de sudor y tabaco rancio. El estomago se me revolvió cuando me tiró encima de la cama y me apunto con la pistola en mis pechos. Jure que el momento se volvió lento, mientras me miraba de ese modo, del modo que muchos demonios de mi pasado lo hacían. La aberración fue mi reacción, náuseas y el frío constante de que si me movía o hacia algo mal podría ser peor. tenía en cuenta que la pistola estaba sin seguro, también sabía que este tipo es un enfermo, sus ojos absorbian cada pedazo de mi piel. La respiración se me atoro en mi pecho y juré que no respiraba bien. bajo dejando un camino de clara directriz sobre que podría hacer si yo me negaba, una caricia tan enfermiza con su pistola como el. El cañón de la pistola recorrió mi cuerpo y yo solo pensaba que este tipo realmente iba más allá de lo que quería. ¿Pero saben que? Yo solo sabía que en cuanto quitará la pistola yo lucharé lo iba hacer, por mi vida y por qué este tipo merece morir. Tiene todos los patrones que Noah y yo nos encargamos de seguir y matar. Una vez leí que los violadores les gusta que sus víctimas lloren, se retuerzan y luchen mientras ellos las toman. Es su excitación principal ver sufrir, la situación por la que yo me ví hace años. Aunque admito que si yo lo hubiera sabido incluso eso no me salvaría. No me podia quedar quieta mientras el hombre pasaba su lengua por el Canillo de mis pechos. La piel me Escocia como si supiera que todo lo que está pasando está mal. Hablaba, sí el me hablaba. Pero tranque por completo lo que me decía. Solo era un eco profundo en lo lejos de mi cabeza. Por qué lo único que pensaba era: te voy a matar. Cuando me jalo del cabello con demasiado enfado por no quedarme quieta y hundir mis uñas en su cuello apenas tuve la oportunidad me vio con ojos diabólicos. Sentí mi alma irse y esconderse. Este hombre venía por mí, no sé iba a retirar sin tomar. Me sujeto más duro de la cabeza y comprendí que no fue el mismo que ayer también me jaloneo y eso lo tenía que saber desde que percibí su olor. Pero entonces yo aún no me dejaba estar ni que me tocará más de lo que debia. La pistola se instalo en mi vientre y me pregunté que tanto tardaría en desangrar. El parecía estar drogado. Estaba inquieto. Quería que soltará la pistola para yo hacerme con eso, pero entonces la bajo más... Y más... Hasta que llegó a hundir en mi zona íntima. Abrí mis ojos con miedo y en una loca adrenalina logré patear sus bolas. Cayó a un lado y yo intenté pararme cuando me apunto y disparo a una lado. Dejando un hueco en la pared. Me tense y malvadamente muy por dentro me arrepentí de no quitar su arma. Es que la sola idea de que me toquen me enferma y mucho más si es allí abajo. Fue un maldito impulso de miedo que ahora me costó el poder matarlo. Bien. Iba a morir pero era mejor así que violada. Apegandome a ese pensamiento fue que no me importo levantarme y forcejear con su cuerpo. Mientras me gritaba cosas asquerosas sobre cómo me iba a poner y lo mucho que se iba a hundir en mi. Aún hablaba y yo aún no quería escuchar, cada palabea dicha la reprimi e ignore. A veces tengo ese don de no prestar atención en lo que me dicen. Una terapeuta me habló sobre que bloqueo con facilidad momentos que no deseo recordar pero también que no deseo escuchar. Eso es culpa de Pertch. La facilidad con la que me iba en mi propia mente para no recordar quienes me tocaban. Y tiene razón no fue fácil superar eso, no lo he superado, pero he aprendido a vivir con el malestar, las pesadillas y sobre todo con el impulso de que no me toquen. Cuando se me vino encima bajando sus pantalones la puerta se abrió. El se giro iracundo enojado por la interrupción pero otro hombre más alto rubio y con una cicatriz en la mejilla fue mi héroe del momento, algo había pasado que requería de la presencia. Aunque no debía de cantar victoria. —Volvere— fue lo que me dijo y no me lo permito ignorar porque cuándo lo hiciera yo estaría preparada. Antes de salir tomo mi ropa y se la llevó. Pero cuando la puerta se volvió abrir horas mas tarde no era quien pensé que fuese pero eso me di cuenta cuando estaba corriendo por un pasillo interminable rodeado de más pasillos y puertas ¿Porque tantas? ¿Cuánta gente vivía Alli? Zaddiel prometió y cumplió. Desde que llegamos en la madrugada me ofreció comida cosa que no comí y solo se encogió de hombros diciendo que si me desmayo o algo así no fue su culpa. Cabron como siempre. Luego antes de internarse en su habitación me dijo que sus perros duermen dentro de la casa pero que por esta vez los dejara afuera en su jardín. Así que si trato de huir ya sabría dónde están. Cómo si fuese idiota, me di cuenta que tiene un jodido sistema de seguridad muy bueno y alarmas para abrir la puerta de entrada y trasera. Dónde en evidencia están sus bestias y para allá no voy. Les tengo un miedo horrible a los perros. Ese es uno de mis principales temores el otro es peor. Quizá y a simple vista me pareció que Zaddiel fue educado y por otro lado me ayudó a huir de mi posible violador. Pero eso me hace desconfiar más en él. Un golpe en la puerta me hace asustarme. No estoy en condiciones de volver a verlo. Pero ignora el hecho que no responde y la abre con cuidado. Sus ojos se enfocan en su habítacion de invitados y luego en mí. Estoy sentada con las almohadas a mi alrededor. Por el reloj del televisor puedo ver qué ya es medio día. —¿No piensas comer nada? — entra por completo con algo en la mano y en la otra una bolsa. Eso me recuerda que anoche sujetaba con demasiado fuerza un pequeño estuche rosa con mucha brillantina. Se recuesta de la puerta viéndome con sospecha. —Me quiero desmayar — le respondo sin mirarlo. —¿No has salido de la habitación? ¿En serio? — juro que su tono de voz es de asombro. Arrugó mi cara. ¿No se supone que estoy secuestrada? No entiendo la circunstancia en la que estoy. De verdad. Me quiere hasta doler la cabeza con todo ésto o quizás por qué no he comido. Tiene razón. Desde que me desperté está mañana solo he dado vueltas en la habitación. Vi una serie o ella me vio a mi porque todo lo que podía pensar es en anoche. En ese maldito viejo y que yo necesito saber quién mierda es. Nadie me toca y sale impune. Así que posible mi dolor de cabeza sea porque no he consumido nada. Mi estómago está vacio. Subo un pie encima del otro y alejo todo esto que estoy sintiendo para darle una mirada distante. Lo observo recostado en su puerta con esa mirada azul muy parecida al mar. Me recuerda demasiado a las playas en Australia, dónde el agua es tan clara y azulada pacifica. Me inclino viendo qué su rostro está con un rastro de barba insipiente, me dice que está mañana no pudo afeitarse, un pequeño rastro de ojeras, pero no lo hace menos hermoso. De hecho Zaddiel es el hombre más hermoso que alguna vez he visto. Es atractivo y no puedo negar que anoche cuando se me acerco de ese modo me perdí por una fracción de segundos en pensar que esa boca rosada que tiene y carnosa lo hace lucir malvadamente sensual. Luego recordé que casi fui violada. Pequeño detalle antes de ser una más que cae en los pies de este idiota. Pequeñito detalle. Cómo sube una ceja espesa esperando que responda. Suspiro sacando mis pensamientos sobre este hombre. Realmente me gustaría partirle de nuevo la nariz a ver si de ese modo deja de verse como un maldito modelo de de revista. Pero no esos modelos masculinos de ropa interior. No, el luce más como un hombre empresarial, juro que si viste de traje yo podría perder la cordura. Zaddiel tiene porte, estilo, cuerpo y sobre todo aire de niño mimado. Pero es un maldito mafioso. Tan contradictorio, bueno, tampoco así. Realmente si va de la mano. Después de todo. ¿Cuántos políticos corruptos no hay? —No sabía que podía — me encojo de hombros. —Por eso no has comido entonces — deduce frunciendo su rostro no conforme con mi respuesta. —Las tortillas se dañaron la acabo de botar. Traje una pasta y ensalada de un restaurante italiano al que suelo ir. Y compre esto para tí. Es el vestido de hoy, espero que te guste y sino igual es lo que hay. — hace una pausa y me muestra lo que tiene en la mano. —Aqui tiene para que te duches y te coloques algo limpio. Me tira una franela gigante azul marino y uno boxer con etiqueta. Luego la bolsa la deja con cuidado encima de la cama. Puedo ver qué compro algo muy caro. Vuelvo la atención a la franela que huele a nuevo y los boxer. Al menos ya podré duchar y ponerme algo limpio. Ayer me dió una franela para que durmiera comoda. Todavía la tengo puesta, pero realmente si me gustaría ducharme. —No estoy acostumbrado a atender a las mujeres. Por eso no te compre algo para que estuvieras aquí, así que mi ropa debe de servir por las horas que faltan para el baile. — me parece que su tono es... Gentil y con vergüenza. Sospechoso. Achico mis ojos hacia él.—Afuera está la comida, puedes salir de la habitación no es un secuestro. Voy de salida de nuevo tengo cosas que hacer. No es un secuestro. No, por supuesto. Solo estoy en unas vacaciones con uno mafiosos y casi me violan. Pero no estoy en contra de mi voluntad. —¿Has salido? Y ¿Vas otra vez? — el me ve con una ceja encima, considero de nuevo. Debo de partir su nariz. No sabía que el no estaba en su casa. Todo este tiempo estuve sola. Si ese hombre vuelve podría terminar lo que no pudo anoche. Veo a mi alrededor dándome cuenta que no hay mucho que me ofrezca como arma improvisada. —No sabía que te importaba. — su voz... Mierda. La bajo dos tonos y maldición. Realmente parece gentil. —No lo hago. Es solo que si llega alguien aquí... Cómo... — mi nerviosismo es claro y quiero dispararme mentalmente. No me gusta que me vean nerviosa y para mí mala suerte Zaddiel me ha visto más veces en tres días de lo que Ashton en un año conociéndome. Suspira cómo si me entendiera y repito lo que dije. Me quiero dar un tiro en la cabeza. No me gusta bajar la guardia ni mostrar mis inseguridades. Sus ojos. Dios santo. Me ve con lastima y no me gusta que sea así. Me coloco firme. Aunque ya eso no cuenta. Me he mostrado vulnerable. —Nadie viene aquí sin mi permiso y sin avisarme primero. Y por supuesto que he salido tengo clases y voy ahorita a un examen. Solo vine a traerte esto y la comida. Llegaré antes de irnos por favor esta lista. Nos vamos a las ocho. Si necesitas algo cualquier cosa que se me haya pasado por comprar y que debas usar esta noche en el teléfono de mi casa justo arriba deje anotado mi celular. Las llamadas y todas están custodiadas por mi equipo. — No me amenaza pero si me advierte. Yo asiento lentamente. —Me voy. Antes de salir le pregunto viendo la bolsa con mi vestido. —¿Me compraste bragas? — entonces se gira y me ve con una cara de pocos amigos. —¿Eso es todo lo que te quedó de lo he dicho? Casi sonrió. Pero me limito a verlo profundo necesito saber porque está siendo tan gentil conmigo. Me preguntó si realmente es un acto de buena fé o simplemente trama algo. El estómago me gruñe. Tengo hambre. —Entendi la amenaza y la hora en que tengo que estar lista. Pero no pienso ir a ningún sitio sin bragas comodas ya has dicho que no sabes nada de mujeres. Pensar en ir sin nada me pone la piel de gallina. Me ha tocado use vestidos sin nada debajo pero son eventos donde tengo mis guardias y son mi gente. Después de lo de anoche no me sentiría cómoda. Además no sé si solo el me va a llevar y dejar ahí. Muchas cosas pueden pasar, aunque es estúpido que yo siento que unas simple bragas puedan ayudarme ante una violación o que me toquen sin mi consentimiento. —Sus gustos. No que no sepa de ellas. — camina hacia mi y abre la bolsa y me tira la braguita en la cara. La sujeto antes que caiga al piso. —Esta cosa es tan chiquita y cara. Veo la marca y abro mis ojos. Pensé que sería algo normal pero no que compraría en la perla. Es rosada súper clara casi blanca. Hay tres pares más dentro de la bolsa diferentes modelos. Se nota que puso empeño o simplemente sujeto las primeras y pago. —Vaya... — digo impresionada. Fácil hubiera ido y comprado cualquier cosa ¿No? Pero la lencería de la perla es sumamente costosa. Voy admitir que es la primera vez que tengo de esta marca y mi familia tiene dinero. —Si. Así mismo quedé yo cuando pague — vuelve abrir la puerta y me da una última mirada. —Portate bien nos vemos en al noche. Y entonces se fue dejándome con muchos pensamientos sobre mi entorno con una mini tanga en mis manos e inmediato recuerdo los momentos en que me compraban ropa de marcas caras. Está situación se puso más loca.
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