Trece

2203 Palabras
¿Alguna vez te has vestido y luces impresionante pero no tienes ánimos de ir a dónde vas? ¿Que contradictorio no? Pero es lo que me está pasando. El vestido es... Espectacular, elegante y moderno. Es muy sensual sin ser vulgar el color blanco hace que mi piel se vea más pálida y los tatuajes resalten más. Es largo con una abertura en la pierna que me llega casi a la altura de la cadera. Me tuve que poner la braguita diminuta, la más pequeña para que no se notará. Los tacones son rojos, cómodos. Pero lo único que no me gusta es que se usa sin sujetador. Mis pechos se ven muy firmes pero aún así la tela es muy liviana y me hace sentir desnuda. Mi espalda está completamente abierta haciendo visible, la cara y el cuerpo de la serpiente. Solo la cola no se ve porque justo la abertura termina a la mitad. Por fortuna me digo. Las tiras del vestido tienen incrustaciones brillantes Y cuando camino brillan. Es muy hermoso y admito que Zaddiel sin saberlo ha dado con mis gustos. Creo que estoy enamorada del vestido y espero quedarmelo. Estoy sentada en la sala escuchando como los perros ladran. Entonces la puerta de la entrada se abre. Doy un vistazo desde el sofá viendo cómo Zaddiel entra con el teléfono en la oreja. Está hablando y se ve relajado. Su vista se va directo hacia al frente dónde viene el ruido de los perros ladrar. Parece que están alborotados. Las fracciones de su cara se relajan ante el sonido. Lo estudio. Polo n***o, pantalones oscuros y zapatos casuales. En su polo tiene algunas manchas amarillas y el cabello lo tiene dispersado cómo si el vientre hubiera jugado con el o sus manos y si voy más allá las manos se otra persona. Siente mi mirada porque sube una ceja a modo de saludo. Ni siquiera le da un vistazo al helado que me estoy comiendo por los nervios. Su mirada cae en mi vestido abriendo sus ojos solo un poco, se pierde un momento en mi escote, baja a mis piernas y luego la cara, me pareció ver un pequeño rastro de lujuria en su mirada pero pestaño y me vio directo a mi cara. Asintió lentamente. Parece conforme con lo que ve pero puedo pensar que su cabeza está trabajando en otra cosa mientras me veía. Bien. Creo que le parezco atractiva y ni siquiera he Sido coqueta con el como me han enseñado en años. —Esta todo listo. Mich — es lo que escucho y luego no escucho más porque camino rápidamente perdiendo en el pasillo. ¿Está todo listo para hoy en la noche o le esta diciendo que estoy lista? Pisadas y garras se escucha en el suelo y me alarmó cuando lo veo aparecer sonriendo como lo ví ayer cuando estaba con sus bestias. Tres Rottweiler aparecen en mi visión y se me cae el helado del susto. Pero no son ellos quienes me ven y viene por el helado. Son dos perros más, un siberiano grande caminando con dos patas porque sus patas traseras están ancladas a unas rueditas, sujetas a su cadera. El no lo ví ayer. Solo a los grandulones. El Chihuahua viene detrás de el moviendo todo su cuerpo, es del tamaño de una rueda del siberiano. Pero por más asombrada que este viendo estoy subiendo al sofá para salvar mi vida. Tentada en brincar hacia la isleta de la cocina, pero está más lejos. Una risa aguda y gruesa suena en todo el lugar y los perros ladran más fuertes, como felices. Yo en comparación grito. — Mimoso y channel vengan aquí que espantan a la visita.— los llama y ambos perros se quedan quieto pero no van se lamen el helado que he dejado caer. —¡Ey, no! No coman eso. Se acerca a quitarles el frasco y me ve culpandome de ser torpe. No repara que estoy en una esquina del mueble huyendo de sus bestias con un cojín como escudo. Si me viera Noah o Antuan o peor aún Oliver estuvieran que se orinan de la risa. La aterradora Princesa Tremblay chillando con cinco perros que no hacen nada más que verla. Noah posible se ría pero me ayude después de todo comprende mi pánico hacia estos animales. Pero los otros dos. Uhmmm.... Estuvieran grabando. —¿Por qué les temes? Son adorables. — me recrimina cuando lleva el embace a la basura que aún contenía helado de chocolate. Luego ve a sus perros con una sonrisa auténtica y llena de cariño. Algo que es raro de ver aún. Estás facetas de Zaddiel me alarman pero por más que lo intente no me hace sentir incómoda y eso es lo que más me encuentro sospechoso de mi. Yo me guío por mis instintos y el Zaddiel que me mostró el día que nos conocimos no ha salido a la superficie desde entonces. Se pone en mi visión ignorando deliberadamente cómo estoy aterrada sujetando el cojín con mi vida. Se acomoda el cabello de la cara y pese que no he estado el día con el su perfume aun está presente. Huele divino a cítricos y poder. Por ese olor supe que era quien me apunto con la pistola. Huele de maravilla. —Son Copo, Caramelo y chispas— señala a sus Rottweiler con nombres que no van con esas bestias —Channel es la pequeña Chihuahua y Mimoso el Husky. Es todo una ternura. Veo al Husky y parece que tuviera una cara de perro malo. Si no fuera por la silla atada a su cadera diría que fuera igual de tenebroso que los otros. Solo channel es más bonita y es por su diminuto tamaño. Pero tiene dientes. —Tiene cara de Devils — señalo uno a uno —cerbero, Hades — cuando quitó la vista de los Rottweiler veo a los otros aún chupando el piso de madera. —La pequeña si merece su nombre pero el Husky debería de ser algo como la máscara o Lucifer. Estoy señalando a un al Husky. Es que tiene en sus ojos cómo especie de una máscara en forma de ojos. Algo así como la máscara del hombre araña. Su pelaje es blanco y gris pero justo ahí en su cabeza parece una máscara. Zaddiel suelta una carcajada y niega pareciendo gracioso mi comentario lo cual no lo es. Se acerca más y ese olor me envuelve. Tiene el día en la calle con el sol de Phoenix y huele malvadamente bien. —No. Mis bebés son unos chiquitos adorables. — se acerca y caga a channel que enseguida comienza a besarlo dejando un rastro de baba en su mejilla y ensuciando su camisa con chocolate. —¿Quien es mi consentida ? ¿Quien? Pero entonces el Husky llamado mimoso se acerca y mueve su cabeza en la pierna de Zaddiel este se sienta, el perro de inmediato coloca la cabeza en su regazo. Desde mi altura donde estoy veo todo. Parada a su lado. Los otros perros comienzan a oler y caminar como dueños de la casa. Por lo menos no me prestan atención no como ayer. Tuve que correr hacia su todo terreno porque se vinieron encima de mí, según Zaddiel iban a conocerme pero yo me encerré en el vehículo. Todo terreno como el que le gustaba usar a Zed. Por un momento cuando lo ví me acordé de el. —Sientate Eira... No voy a sacar los perros porque tengas miedo, ya los he dejado suficiente afuera. Está es su casa. Da dos palmadas a su lado cerca de mi pies. Veo entonces que los ve detallando mi dedos. Su mano es por poco más oscura, el contraste es extraño, sin contar que su mano es grande su palma completa casi abarca mi pie. Me inclino lejos de su toque. —Prefiero quedarme aquí gracias. — le contesto sin perder la vista de las tres bestias. —¿No deberías de estarte preparando? Queda poco para irnos. —Tengo que consentir a mis bebés si no se portan mal y no quiero desastre. — tiene a channel en una pierna y el Husky aún recibe su atención bajando y subiendo la mano en su pelaje hasta su columna —en diez minutos estoy listo. Vamos sobrados con tiempo. —Si tu lo dices...— digo viendo a los otros tres que siguen oliendo y escucho sus pisadas contra la madera del piso. Son pesadas esas criaturas una mordida y me quitan el brazo. Poco a poco bajo para ver a Zaddiel. Entonces es cuando me da una mirada desde abajo. Sus ojos son traviesos tirando un brillo azulado magnético y una pequeña sonrisa me da. Solo pequeña. ¡Maldición! Quizas deba desfigurar su rostro. Algo dentro de mi se mueve, algo se enciende mientras desde mi altura noto su picardía. Dios bendito. No puede ser posible que me atraiga más que una atracción. Esa pequeña sonrisa curva en sus labios gruesos me hacen tragar. Me relamo mis labios saboreando el chocolate. —Cuentame algo... Lo interrumpo. —Uno, dos, tres, cuatro, cinco... —¿Siempre eres así? —Soy muchas cosas Zaddiel. Especifica. — muerdo mi labio ahora cuando veo movimiento en los Rottweiler y el ve que los veo. Creo que le fascina ver mi miedo por sus mascotas. —Ellos no te harán nada estan bien entrenados. Al menos que me ataque ahí si no quieres ser su presa, creeme...— palmea un lado del sofá cerca de mis pies nuevamente los ve con detenimiento curioso. Luego vuelve a mi cara. —Eres rara. —Gracias... —No, en serio. — se levanta y deja a channel en el suelo. —Tienes muchos cambios de humor de un momento a otro y dices cosas sin pensar. —¿Me dices bipolar? — me cruzo de brazos. Estar en el mueble me deja a solo pocos centímetros por encima de su cabeza. Sus ojos azules brillan con malicia. Admito que no ve mis pechos que ahora prácticamente están en su cara y eso me hace sentir en confianza. —No he terminado. — sube una mano — me parece que tienes algo más... ¿Sufres de alexitimia? Me congelo y lo veo con horror. Parece que el cree que ha dado con el clavo y sin pensarlo le doy un golpe en su hombro empujando. Parece sorprendido con mi arranque. Sinceramente yo también me sorprendo de tocarlo. No me gusta que me toquen y por lo tanto yo no toco sino debo hacerlo o ameritó. Se que hay situaciones en que permito que lo hagan pero me tenso con el contacto. Solo Ashton se ha ganado el puesto libremente de sentirme. Sin embargo. Sigo trabajando en eso. —¡Claro que no! —Pero sabes lo que es. — afirma convencido. Ruedo mis ojos. —Por supuesto. Se manejar mis emociones, idiota. Que tenga una cara de culo la mayor parte del tiempo y que tú no puedas ver mis reacciones no quiere decir nada. Sus ojos se achican y suelta una sonrisa de petulante. —Me encanta que sepas bien de lo que hablo, Eira... No eres una chica tonta entonces. ¿Por eso reaccionaste así la noche que entramos a tu casa? —Si supiera que iban a ir, no me acercaría ni a dos metros de la casa. —No. No hablo de eso. — chasquea la lengua y niega. —Hablo que eres inteligente para saber como reaccionar en momentos peligrosos aunque tu lengua aún no contacte con tu cerebro claro está. Pero sabes que siendo otra se hubiese muerto de miedo apenas te apunte. Me encojo de hombros luciendo indiferente. El no tiene porqué enterarse de la razón en la que yo no me asusté. Pero realmente estába preocupada mejor dicho si estaba asustada. Solo que no manejo el miedo de forma caótica si no hasta que entiendo la gravedad de lo que sucede a mi alrededor. Una vez... Me dijeron que era calculadora y fría. Pero eso sucedió hace tanto. Es solo que las experiencias te enseñan cuando debes y cuando no. Tenía todas las de perder esa noche pero no me podía callar. —Ya te he dicho que soy muchas cosas Zaddy.— me mofo y el arruga la cara. —Solo mis amigos me llaman así tú limitate a nombrar por mi nombre. — pone un límite. Me gusta esto. Porque es ahí dónde me voy a afincar. —Claro chico lindo. — me vuelvo a mofar y rueda los ojos. —Ahora anda a ducharte que me quiero ir de aquí y tomar el primer vuelo de vuelta a mi vida. No me dice más nada y tampoco se marcha a bañarse. En vez de eso se tira en su sofá y llama a los perros para que jueguen con el. Yo brinco y aterrizó del otro lado y camino tan rápido hasta llegar a la habitación de huéspedes. Es un imbécil de los grandes y esas bestias no deberían de ser mascotas. Dan mucho miedo.
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