Dante
Esta semana ha sido un completo estrés, ¿cómo es posible que la rubia me haya rechazado?, es que no sabe que las mujeres hacen fila para ofrecerse a tener sexo conmigo.
Una simple bailarina rechazo a un Valentini, eso nunca se ha escuchado en la historia, necesito tenerla, hacer la mía. No me importa el precio.
Llamo al dueño del club, necesito saber si voy mañana o el sábado por mi show.
- Carlos, que te dijo la rubia.
- Señor Valentini, ella aceptó ir el viernes en la noche, no pude decirle que usted le pagaba diez mil porque si no, no asistía.
- ¿No trabaja en tu club por dinero?
- Sí, señor, pero ella solo baila.
- Está bien, Carlos, encárgate que las luces estén apagadas mañana en la noche, quiero solo una luz que la proyecte a ella, y si la llevo conmigo, no quiero que tus hombres intervengan, ¡no quiero convertirte en mi enemigo Carlos, entiendes!
- Sí, señor Valentini, entiendo, hasta mañana en la noche.
Así que la rubia no hace privados, solo baila.
Esperemos como salen las cosas mañana, voy a llevar dos portafolios llenos de dinero en efectivo, todos tienen un precio y ella no es la excepción.
La noche del viernes llega, salgo directo al club, me siento a esperar que la rubia presente su show.
Empieza a sonar una canción de The Weeknd y sale ella en unos tacones muy altos y transparentes, su piel brilla, tiene unas piernas tersas y hermosas, su trasero redondo, un abdomen muy bien trabajado, pechos pequeños, pero se observan deliciosos, su cuello estilizado, boca roja y carnosa. Pero lo que más llama mi atención son sus caderas anchas que la hacen ver cómo una pera muy apetecible.
Empieza a bailar sobre el tubo, pero puedo notar que está desconcertada como si se diera cuenta de que no tiene público.
Termina su show, llamo a mis guardaespaldas y mi hombre de confianza que lleva los portafolios, vamos a ver el precio de la rubia.
Le pregunto a Carlos cuál es su camerino y entro sin tocar.
Observo que aún tiene la lencería, y ahora que le veo más cerca, puedo notar su delicada piel, sus manos elegantes, como se expresa, como está de pie frente a mí, podría jurar que tiene un aura dulce, dudo un poco que lleve mucho tiempo en esta vida, me hace pensar que es de mi círculo social.
Me echó de su camerino como lo esperaba, pero ni me inmuto.
Le digo que me quiero acostar con ella y su risa me desconcertó. Como se atreve a reír acaso, esta mujer quiere morir.
No puedo negar que eso me encanta, lo hace más divertido, que ella se resista.
- Rubia solo di el precio - le digo mirándola a los ojos.
Veo que su mirada se pone más brillante como cuando un pequeño va a ser una travesura, lo que ella no sabe es que estoy dispuesto a doblar el precio que ella diga, quiero tenerla una noche, no importa lo que cueste.
Doscientos mil, logro escuchar y ella me sonríe como si fuera una victoria, cree que no tengo dinero para pagarle, le sonrió y le levanto una ceja.
- Te ofrezco cuatrocientos mil, si pasas la noche entera conmigo.
Los ojos de la rubia se agrandan dentro de su antifaz, habla de que soy un mal negociante, no puede creer que sea cierto, así que le pido a mi amigo con la mano que traiga el dinero. Trae un portafolio lleno de efectivo, ella no dice nada, no se mueve, no sé si está respirando.
Cojo su mano y la llevo conmigo, ella camina, pero está en otro planeta, no importa, solo quiero follarla tan fuerte, que no se le vuelva a ocurrir rechazar un Valentini, esta noche la va a tener grabada para siempre.
Cuando estamos por subir al auto ella me hace entender que no quiere irse conmigo, pero ya pague así que es mía por una noche.
Llegamos a cualquier hotel cinco estrellas que tenga un tubo, quiero mi show privado y la quiero desnuda.
Solo se quedan dos hombres conmigo fuera de la puerta y los otros se van a descansar.
Entramos al cuarto y le pido que se desnude, ella me mira con sus ojos llorosos.
- Señor, yo me voy a acostar con usted, voy a ser suya por una noche, pero tengo una petición.
- ¡Habla!... - Le digo mientras me sirvo un whisky y voy quitando mi ropa.
- No me voy a quitar el antifaz, puede hacerme lo que quiera, pero no, sin el antifaz.
- No me importa ver tu cara, solo follarte, no tengo problema con ello. Ahora te quiero desnuda y sube a ese tubo.
Me quito toda la ropa, ella mira a mi hombría y yo sonrió, tiene buen tamaño, no voy a negarlo
Me siento frente a ella, para verla bailar.
Veo como empieza a quitarse el brasier, y baja sus pantis, tiene unas pantuflas que también se quita, ahora que recuerdo no la deje ni ponerse zapatos, la necesidad de ella me tiene loco.
Programo la música para que empiece a sonar, y la rubia se sube al tubo a hacer lo que mejor sabe.
Veo como sus piernas se abren y puedo ver su centro rosado, mi amigo no espera para despertarse.
La llamo
- Ven aquí rubia
Se acerca y le pido que se arrodille, quiero meter a mi m*****o en su boca, quiero sentir sus labios rojos y carnosos alrededor de mí.
Ella abre la boca para que yo pueda introducirlo, es torpe en lo que hace, pero yo la guio con paciencia para que me haga lo que quiero, le recojo su cabello con mi mano y empiezo a follar su boca hasta correrme, la miro y le digo que trague. Ella obedece.