CAPITULO 5

1652 Palabras
—¿Me responderás o no? —volvió a decir, ¿Qué se creía? —Estaba caminando ¿no puedo? — le respondí desafiante. —Eres mi esposa Nicolle. —¿Y por eso no puedo salir? — ¿Qué le sucede? —¿Qué te pasó en la rodilla? — cambió de tema rápidamente. —Me caí y me lastimé — estaba siendo muy cortante con él, la manera en la que me estaba hablando no me gustaba para nada. —Nicolle, no puedes salir por ahí sola, te puede pasar algo, hay muchos dementes sueltos por allí. —Pues si — empecé a caminar hasta la cocina por un vaso de agua, tenía mucha sed — pero, con todo el respeto, no creo que exista peor demente que tú. —¿Por qué lo dices? ¿por qué te obligue a casarte conmigo? — me encogí de hombros haciendo la que no sabía — cualquiera quisiera estar en tu lugar. —Exacto, cualquiera, menos yo, ¿por qué me elegiste a mí? Estaba Brittany o Caroline, cualquier empleada ¿por qué justamente yo? — tomó lo que quedaba de su vaso de Whisky, se puso de pie y caminó hacía mí, seguido se sentó en la barra que dividía la cocina con la sala. —Le caes mal a Jenna —Tenía la mirada pérdida — no podía dejar que Jenna me humillara de esa manera, dejándome plantado delante de todo— me sorprendí muchísimo por su confesión, en cierta parte ya lo sabía, pero nunca imaginé escucharlo de su propia boca — cuando iba a la casa y te aparecías, su humor cambiaba mucho, decía que me provocabas, y que te gustaba — esa chica estaba loca de remate — me lo decía tantas veces que creí que era cierto, y que mejor manera de vengarme que casándome contigo— estaba perpleja ante su confesión, claro, Nicolle el objeto que cualquiera puede usar. —Estás loco Alexander, ¿Cómo vas a pensar semejante estupidez? Te conozco desde que era una niña, jamás sentiría algo por ti — claramente mentí, a mis 14 años, Alexander era mi príncipe azul, el que me hacía sentir cosquillas en el estómago, pero solo fue una etapa hormonal de mi vida, a los 17 ya era una chica que tenía completamente claro que solo lo podía ver como mi jefe. —No tienes por qué decírmelo de esa manera — lucía ofendido, él era un hombre que no estaba acostumbrado a recibir ningún tipo de rechazo por una mujer, si todas lo veían como un dios griego. —Si tengo por qué Alexander, pensaste solo en ti, ¿o me vas a decir que te detuviste a pensar si estaba de acuerdo o no? — se quedó en silencio — exacto, te importó más lo que dijera la prensa, pero no pensaste, en que yo no soy un objeto, en lo que dirían tus padres, o mi abuela — suspiré tratando de calmarme, pero sentía tanta rabia por él — me amenazaste con dejarme a mi y a mi abuela en la calle, teniendo en cuenta que mi abuela ha servido para tu familia durante décadas — me acerqué a él, tenía un nudo en la garganta y quería romper a llorar, pero tenía que contenerme, esta era mi oportunidad de soltarle todo lo que llevaba dentro — esto que hiciste, fue una completa locura, y si me casé contigo fue por mi abuela, sin embargo a ti no te importó ni un poquito que me dejara de hablar, aún sabiendo que ella es lo único que tengo en el mundo. —Nicolle… —No — limpié las lágrimas que ya estaban esparcidas sobre mis mejillas — no sé que signifique para ti el matrimonio, pero para mí significa mucho, es un compromiso tan grande que incluso pensé en que nunca me casaría, y luego llegas tú con todos tus chantajes. —Nicolle, entiéndeme, no podía dejar pasar tremenda humillación — no podía creer lo que estaba escuchando, ¿a el de verdad le importa más su vida social que su familia? —No digas más nada, ya me quedó todo claro — retomé mi postura — me acabo de dar cuenta que eres igual de egoísta que tu papá — antes de reaccionar, soltó un golpe sobre la mesa, sus ojos se envenenaron por completo, sin embargo, no me dejé intimidar ni un poco. —¡No metas a mi padre en esto! ¡y ni se te ocurra volver a compararme con él! — se acercó a mi y me tomó del brazo con todas sus fuerzas, lastimándome. —¡Suéltame! ¡¿Qué te sucede?! ¡tu no eres nadie para lastimarme! — lo empujé con todas las fuerzas que no sabía que tenía, me dio tanta impotencia que me tratara así. —¡Eres mi esposa! —¡Desgraciadamente soy tu esposa! ¡pero antes de eso, soy una mujer y me respetas! Antes de que dijera algo más entré a mi habitación y me encerré, el no insistió, lo cual agradecí mucho, me desplomé en la cama con las manos sobre mi cara, nunca imaginé ver esa parte Alexander, no lo conocía de esa manera. —Esto será peor de lo que esperaba — susurré para mí misma. ¿Sería capaz de golpearme? Espero que no por que me importa un comino que tenga mucho dinero, lo denunciaría sin dudar, si el está acostumbrado a agarrar a las mujeres de esa manera pues está muy equivocado. Nunca me importó ser una chica de bajos recursos, cada vez que me trataban de humillar me daba a respetar, y no permitiría que él hiciera y deshiciera conmigo, primero muerta. ¿Por qué reaccionó así cuando mencione a su padre? El señor Alfredo siempre ha sido un hombre bueno, se que tienen sus diferencias, como todos los padres con sus hijos, no entendía por qué Alexander reaccionó de esa manera cuando lo mencioné, aunque bueno, Alexander ha sido muy raro y misterioso, con él, nunca se sabe que puede pasar. Giré en la cama y observé el ventanal, ya había caído la noche, la hermosa luna adornaba la playa, noté que la marea estaba alta, me entraron ganas de salir, recordé a Bryan, era un chico muy lindo, me agradó su presencia, me entraron unas ganas de llorar inmensas, quisiera estar con un chico como el, me encantaría invitarlo a algún lado, decirle que realmente viajé con mis padres. Siempre quise tener un amor de película, un amor de verano, pero ya no era una niña, ahora era una mujer casada, tristemente casada. Decidí salir por la ventana, quería caminar un poco por la orilla del mar, no le daría el gusto a Alexander de salir de mi habitación, bueno, no por la puerta, prefería la ventana. Era el primer piso así que se me hizo más fácil salir, caminé sobre el césped hasta llegar al gran camino arenoso a las orillas del mar, me senté a pocos metros del océano, hacia un poco de frio, pero no quise ir por un suéter. Me sentía sola, quería que mi mamá siguiera viva, me hubiera encantado tanto conocerla, escuchar sus consejos, sus regaños, estoy segura de que no estaría pasando por nada de esto, bajé la mirada hasta mi brazo, se empezaba a tornar morado, justo en el lugar donde me sujetó Alexander, era una bestia, me sentí tan decepcionada de él, me daba miedo imaginar que me hubiera hecho algo peor, sea como sea no dejaría que me hiciera nada malo, Alexander esta acostumbrado a tenerlo todo, a su disposición, jamás una mujer le ha respondido, todas están a su merced, incluso Jenna, aunque al final sacó las garras, Jenna, ahorita debe estar retorciéndose de la rabia, ella es otra, siempre ha sido caprichosa y malgeniada, no sé como la pueden tolerar, recuerdo que no podía descansar en paz teniendo en cuenta que probablemente ella sería mi jefa, solo por casarse con Alexander, que irónico, la que se terminó casando fui yo. —Nicolle…—escuchar esa voz me hacía estremecer por completo, sentí un escalofrío recorrerme por completo. —¿Qué quieres Alexander? — lo sentí acercarse más a mi — detente, no te acerques. —Nicolle, no te haré daño — no le creía nada. —¿Entonces que quieres? — me paré y lo encaré — me lastimaste Alexander. —No era mi intención, solo que… — suspiró y se frotó el rostro con las manos — mencionaste a mi papá, y el y yo hemos tenido muchos problemas últimamente, no sé qué me pasó. —Bien — lo miré directamente a sus ojos zafiro, se veían muy lindos, con la luz de la luna los hacía resaltar de una manera espectacular, a pesar de todo, siempre seré fan de sus ojos — no quiero que vuelva a pasar. —Está bien, se que estuvo mal todo lo que te he hecho — intentó tomar mi mano, pero rápidamente la alejé de él. —¿Cuándo nos vamos a divorciar? — era una duda que me carcomía la cabeza desde el momento en que firmé el papel. —Nicolle, no lo sé, un año, año y me…. —¡¿Un año?!— lo interrumpí, no seria capaz de aguantarlo tanto tiempo. —Nicolle por favor, te lo compensaré — es que era demasiado tiempo — espero algún día puedas entenderme. —¿Entender qué? ¿Qué eres un egoísta? — se quedó en silencio — como sea, me voy a mi habitación. Pasé por su lado e intenté seguir mi camino hasta la casa, sin embargo, Alexander me lo impidió, tomó mi brazo haciendo que diera un brusco movimiento en dirección a él, y antes de que pudiera reaccionar, sus labios impactaron con los míos. Alexander me besó.
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