Ruleta Rusa

Mi nombre es Casandra Russo, y llevo con orgullo mi apellido. Desde que era pequeña, he sufrido junto a mi hermana Lisa, quien ha sido como una madre para mí, la única figura maternal que conocí. Ella se casó con Cassio Russo, el líder de la mafia de Chicago. Fue él quien nos adoptó, a mi gemela Camila y a mí, tratándonos como sus propias hijas, y dándonos la oportunidad de pertenecer a algo mucho más grande que nosotras mismas. Ahora, en este momento, me encuentro entrenando con Dalton. Estoy pateando con fuerza, pero él, como siempre, esquiva mis golpes con una agilidad que envidio. No puedo evitar reírme mientras lo observo, siempre tan confiado en sus movimientos. Para mí, es como un segundo padre, después de Cassio. Desde que era una niña, ha sido el que me ha enseñado a pelear, a defenderme, a ser fuerte en un mundo donde la vulnerabilidad no tiene cabida. —Aún no me ganas... —dice Dalton, con una sonrisa traviesa, mientras se mantiene firme, preparándose para mi próximo ataque. —Lo sé, pero un día lo lograré, te lo prometo —respondo, sin dejar de sonreír, pero con una mirada llena de determinación. Dalton niega con la cabeza, en un gesto entre paternal y burlón. —Tienes el coraje de Cassio, eso es indiscutible. Pero nunca olvides que la fuerza no lo es todo. La mente es tu mejor arma. Levanto una ceja, desafiándolo. —¿Crees que la mente me servirá cuando te ponga en el suelo? —bromeo, lanzando una nueva patada, más rápida que las anteriores. Dalton esquiva, pero esta vez se nota que no está tan seguro de sí mismo. Su sonrisa se desvanece un poco. —Lo que importa, Casandra, es saber cuándo pelear... y cuándo no. Me quedo en silencio un momento, reflexionando sobre sus palabras. Es cierto, mi vida no ha sido solo una batalla física, también he tenido que luchar contra mis propios miedos y contra las sombras del pasado. Pero la lucha nunca termina. No fui a la universidad como Camila, pero he aprendido otras cosas. Mi educación no se ha basado en libros ni en aulas, sino en la calle, en los pasillos oscuros de la mafia, donde se forjan las alianzas más poderosas y se juegan las vidas más valiosas. Sé cómo se manejan las mafias, las dos más importantes: la italiana y la rusa. Ambas tienen sus especialidades. La italiana se dedica a la fabricación de venenos mortales y a la creación de drogas que destruyen tanto cuerpos como almas. Por otro lado, la mafia rusa controla las armas, el comercio de muerte, siempre en busca de nuevas formas de dominación. Nosotros, los Russo, pertenecemos a la mafia de Chicago, una de las más influyentes del mundo. Dominamos Estados Unidos con puño de hierro, y nuestras alianzas son estratégicas. Tenemos lazos con los carteles de México, quienes nos proveen de lo que necesitamos para mantener el control. Y ahora, estamos a punto de hacer una alianza con la mafia griega, un paso crucial para expandir nuestro imperio. La isla que poseen los Keples no solo es valiosa por su ubicación estratégica en el Mediterráneo, sino porque esconde un recurso mucho más raro y codiciado: un químico único, vital para la fabricación de armamento avanzado. Este compuesto, conocido como "Azarion", tiene propiedades excepcionales que lo convierten en un componente crucial para la creación de armas de última generación. El Azarion es un mineral raro que, cuando se extrae y procesa adecuadamente, puede ser utilizado para fortalecer la estructura molecular de diversos materiales, incluidos metales y aleaciones. Su capacidad para ser integrado en las armas hace que estas sean no solo más resistentes, sino también capaces de liberar energía letal de manera más eficiente. La combinación de Azarion con otros compuestos químicos produce una reacción que aumenta la potencia de explosivos, armas de fuego y dispositivos de alto poder, creando una ventaja sin igual en cualquier conflicto. Cassio, siempre con su ojo agudo para los detalles, descubrió hace años la importancia de este químico y comenzó a estudiar sus aplicaciones para mejorar las armas bajo su control. El acceso al Azarion significaría no solo la mejora de nuestro arsenal, sino la creación de un monopolio en la industria armamentística, algo que cambiaría el juego en el mercado global de armas. Este recurso, el Azarion, será clave para nosotros, sobre todo porque nuestra guerra con la mafia rusa lleva años en un punto álgido. La enemistad entre nuestros dos clanes se remonta a generaciones atrás, y no es algo que se pueda resolver con unas simples disculpas o una tregua temporal. El odio entre los Russo y los rusos es profundo, y tiene raíces en un conflicto personal que se remonta al pasado. Todo comenzó con Gregori Russo, el padre de Cassio, y Akin, el antiguo líder de la mafia rusa. La enemistad entre ellos nació de un acto brutal y despiadado. Gregori mató a uno de los hijos de Akin, un joven heredero que había sido considerado el futuro de la mafia rusa. No solo lo mató, sino que lo dejó gravemente herido y envalido, una humillación que Akin jamás perdonó. Esa muerte no fue solo un asesinato, sino un mensaje que cambió el equilibrio de poder entre ambas mafias. La rivalidad entre las dos familias se intensificó, y desde entonces, hemos estado atrapados en un ciclo de venganza y violencia, donde cada acción tiene una respuesta aún más letal Salí de mis pensamientos cuando escuché los pasos firmes de Cassio acercándose. Me detuve por un momento, sintiendo su mirada fija sobre mí y Dalton. Ambos estábamos en medio de un combate, pero al instante la tensión se rompió cuando escuchamos la risa profunda de Cassio. —Pensé que estarías trabajando, no luchando con esta niña... —se burla Cassio, cruzando los brazos mientras observa con diversión. Dalton, con una sonrisa de superioridad, no dice nada, pero su postura lo delata: está disfrutando del momento. Yo, por mi parte, no pude evitar soltar una risa sarcástica, retándolo sin pensarlo demasiado. —Papá, seguro tú tampoco me ganarías —digo, mirando a Cassio con una sonrisa desafiante. Mi tono era claro, seguro, pero había algo más en mis palabras: una mezcla de orgullo y burla, una prueba de que no había límites entre nosotros, ni en la lucha ni en la vida. —Te extrañaré mucho cuando te cases... —dice Cassio, su tono melancólico y pensativo. Solo faltan dos meses, y la idea de mi partida parece hacerle pensar en lo que dejamos atrás, en lo que hemos construido juntos. Dalton, siempre dispuesto a hacer comentarios provocativos, no pierde la oportunidad. —Si ese niño de Nikolaos te lastima, lo pagará —dice, riendo entre dientes, como si ya imaginara el caos que se desataría. Yo no me dejo intimidar, ni siquiera por las palabras de Dalton, y respondo con firmeza, como siempre lo hago cuando hablamos de lo que está por venir. —No se preocupe por mí... —digo, sin perder la compostura. —Lo importante es el Azarion. Debemos apropiarnos de él cuanto antes. Cuando sea la esposa de Nikolaos, comenzaremos las investigaciones. Necesitamos a un químico que se encargue de extraerlo adecuadamente. He estado pensando en ello. Cassio no puede evitar soltar una risa baja, una mezcla de admiración y diversión. —Eres increíble —dice, observándome como si estuviera viendo a una versión más audaz de sí mismo. Dalton, que siempre ha sido un poco más directo en sus opiniones, asiente con una sonrisa burlona. —Te dije que ella te superaría —dice, mirando a Cassio. —A su edad, tú pensabas en tonterías, y mírala ahora, ¿eh? Cassio sonríe de vuelta, un brillo de orgullo en sus ojos. —Es cierto —responde, aunque su tono es más serio que nunca—. Casandra siempre ha tenido una mente brillante para los negocios y la estrategia. No es mi hija adoptiva; es el futuro. Esas palabras me llenan de una mezcla de satisfacción y responsabilidad. La mafia Russo tiene un legado, y aunque la vida personal y las alianzas cambian, mi lealtad y mis ambiciones siguen siendo claras.