Devora El hecho de que Katherine se fuera a California se convirtió en la gota que rebalsó el pequeño vaso de "Las casillas de Devora". Si era honesta, no solo se rebalsó, también inundó el resto de cordura que me quedaba. —¡Basta, detente ahí! —Joe me sujetó de la cintura antes de que saliera del aeropuerto—. ¡Hey! —¡Lo hizo de nuevo! —me zafé rápidamente y corrí hasta la moto—. ¡Voy a acabar con la sucia zorra que tiene de amante! —Dios, mujer—no escuché lo que dijo después. El casco me cubría y había que tener en consideración mi oído disfuncional—. ¡No vas a resolver nada golpeando a alguien! —Puedo intentarlo. En mi camino previo a la cárcel, recordé los días que llevaba persiguiendo a Katherine como una sombra y en especial el que la encontré con Dilara. Sentí mi corazón tendie

