JESSY
Caminamos de la mano hacia el quiosco compartiendo miradas acaloradas. En este punto, me siento lista para montarlo públicamente, al diablo con las leyes de indecencia. Pero conseguir su pene parece requerir una compleja combinación de consentimiento, excitación y alguna otra cosa de la que aún no soy consciente. Como si no fuera a rendirse hasta que le presente una carta notarizada de disponibilidad vaginal. Pero tengo una idea sobre como cambiar eso.
El pequeño quiosco mexicano de inspiración michoacana sirve unos tacos de carnitas de diez en una tortilla de maíz doble. Comemos dos cada uno, sonriéndonos mientras alguna que otra gota de salsa cae al suelo. Una vez que nuestras barrigas están llenas, paseamos por todo el parque y luego de regreso, buscando Pokémon y tener la tarde
