Capítulo 5

2045 Palabras
Madian Había decidido encerrarme en esta habitación de hotel y que afuera el mundo ardiera. Escucho que tocan a la puerta y, de inmediato, me levanto y abro. Cuando el chico me ve, me sonríe, pero cuando ve mi vestido roto y sucio, cambia su expresión a una de lástima. ¡Ah, no! Eso sí que no. Yo carraspeo un poco para que se dé cuenta de que me molesta, y él sonríe con pena. Hago una seña para que entre, y él lo hace. —De recepción le mandaron unos vestidos y una botella de champán. ¿Quiere que se la abra? Yo asiento y camino al baño. Me quito el vestido y pongo a llenar la tina. Coloco una toalla enredada en mi cuerpo y vuelvo a salir hacia donde está el chico. Él me ve de arriba a abajo y yo solo vuelvo los ojos y suspiro. —Has terminado, para que te retires. Él agacha su cabeza y asiente. —Sí, sí, lo siento. Si necesita cualquier cosa, solo llama a recepción. —Está bien, gracias. Él sale de mi habitación y yo tomo la botella y le doy un gran trago. Mis lágrimas comienzan a bajar por mis mejillas. Mierda, aún no puedo creer todo lo que me está pasando y por qué me pasa a mí. Dios, amo a ese hombre y mi hermana, ¡ja! Es mi maldita hermana y ni siquiera eso la detuvo. Vuelvo a tomar la botella y me voy al baño. Me meto en la tina y siento cómo mi cuerpo se relaja. Creo que necesitaba esto. No dejo de tomar de la botella, pero mis lágrimas tampoco paran de bajar por mis mejillas. Después de estar no sé cuánto tiempo en la tina, me pongo de pie y salgo. Creo que ya estoy un poco ebria. Camino hacia la cama, completamente desnuda, y veo los dos vestidos. Son muy lindos, no lo voy a negar, así que tomo el más escotado, pues es justo que me folle al primer chico que se me pare enfrente, ¿o no? Salgo de la habitación un poco mareada, pero muy decidida. Me subo al elevador y un estallido hace que recobre mis sentidos. Yo suspiro al darme cuenta de que solo es que hay una gran tormenta afuera, pero si mi día no podía ser peor. Suspiro y salgo del elevador. Sonrío a la chica de recepción, aunque parece más una mueca que una sonrisa. Llego a un enorme salón donde se ubica un hermoso y elegante bar. Hay demasiada gente, la música es tranquila. Yo me dirijo hacia la barra y le sonrío al bartender. Él me devuelve la sonrisa y se acerca a mí. —¿Qué te servimos, linda? Yo hago como que pienso un poco para tragar el nudo de mi garganta y carraspeo. —Un whisky en las rocas, por favor, doble. Él me ve con una ceja alzada y niega. —Vaya, doble. Algo fuerte para alguien tan pequeña como tú. Yo lo miro con los ojos entrecerrados, pero él lo sirve. Yo tomo el vaso y, de un solo trago, lo bebo. El chico me ve sorprendido y niega. Yo empiezo a toser un poco porque, vaya, que está fuerte, pero pongo el vaso de nuevo en la barra y sonrío. —Otro, por favor, y de nuevo doble. El chico está por servir el trago, pero alguien carraspea y él se detiene. —Creo que para la pequeña pelirroja ya no hay más whisky doble. Gracias, hombre, pero tengo que llevarla a su habitación. Yo me volteo molesta con el idiota que se ha interpuesto en mi camino y, ¡oh sorpresa!, pero sí es el mismo tipo que estuvo a punto de atropellarme y que me ha traído hasta aquí. Yo suspiro y niego. —Por favor, métete en tus asuntos y a mí déjame en paz. Ahora sirve un whisky doble. El bartender no sabe qué hacer, así que yo me pongo de pie y volteo a verlo, ignorando completamente al idiota que está a mi lado. —No te preocupes, así está bien. Iré a otro lugar donde no me encuentre gente indeseable. Él me sonríe y yo me doy la vuelta, camino hacia la salida del hotel y, mierda, no me equivoqué, está lloviendo tan fuerte, pero necesito distraerme, alejarme de aquí. Así que, sin pensarlo, empiezo a caminar sin rumbo. El agua golpea mi rostro, pero se siente liberador estar así, sin saber a dónde voy. Cuando siento que alguien me toma del brazo y me voltea, golpeando su pecho, yo me alejo un poco y lo miro a los ojos, confundida. —¿Qué haces? ¿Por qué me sigues? Él niega y suspira. —No, ¿qué haces tú? No te das cuenta de que te puede pasar algo. Yo me suelto de su agarre y niego. —Eso a ti no te debe importar. Déjame en paz, déjame olvidar. No me importa lo que me pase, ¿no lo entiendes? Me han destruido, ja, pero ¿qué vas a saber tú de eso? Mis lágrimas se mezclan con el agua que golpea mi rostro. De pronto, él me toma entre sus brazos y roza su nariz con la mía. Empiezo a sentir mariposas en mi estómago y no sé por qué. Cuando su aliento golpea mi rostro, es tan cálido. Quiero alejarme, pero a la vez me gusta que esté tan cerca de mí. —Olvídate de todo y de todos. Solo somos tú y yo en este momento. Y, sin previo aviso, une nuestros labios. Yo tengo mis ojos muy abiertos, pero cuando siento lo suave de sus labios, su lengua jugando con la mía, paso mis brazos por sus hombros y él me acerca aún más a su cuerpo. Dios, no sé si esto está bien, pero se siente muy bien. De pronto, me separa y sonríe. Con pasos rápidos regresamos al hotel. Las personas nos miran como si fuéramos algo raro, pues estamos empapados y casi estamos corriendo. Las puertas del elevador se abren y entramos. Cuando estas se cierran, él me vuelve a besar. Apenas se vuelven a abrir y él se separa de mí y sonríe de lado. Caminamos hacia mi habitación. Apenas hemos llegado cuando él cierra de golpe la puerta y me pega a ella. —Sabes, pequeña pelirroja, me encantas y ahora te haré olvidar al idiota que no te supo aprovechar. Él de inmediato quita mi vestido y quedo completamente expuesta, pues no tengo nada debajo del vestido. Él sonríe y niega. —Vaya, que eres traviesa. Yo niego. —No, solo pensaba follarme al primero que me pasara enfrente y tú fuiste ese primero. Él asiente y yo desabrocho su camisa y la tiro por algún lado. Acaricio su pecho, no lo voy a negar. José no tiene nada que ver con este hombre. Él quita su pantalón y yo sonrío. Lo vuelvo a besar y empiezo a empujarlo a un sillón que se encuentra en la habitación. Él cae sentado y yo me subo encima de él. Él suspira y me dice: —Algo rápido. Yo asiento y tomo su m*****o en mi mano y lo coloco en mi entrada. Empiezo a bajar lentamente y se siente tan bien. Echo mi cabeza hacia atrás y él toma uno de mis senos en su boca. Mierda, empiezo a cabalgar lentamente. Él no deja de acariciar mi cuerpo. Yo solo busco mi satisfacción, que si sigue así será muy pronto. Él me toma de mis caderas y las empieza a mover más rápido y, mierda, se siente muy bien. De pronto, él toma mi rostro y me besa, pero yo no dejo de moverme. Él cierra los ojos y un gemido sale de sus labios. Yo sigo concentrada en lo que estoy haciendo, pues también estoy a punto de estallar en un orgasmo. Cuando siento mis paredes contraerse, sé que ha llegado. ¡Ahahah! Un gemido sale de mis labios. Yo me recargo en su hombro y suelto una risita, pues realmente sigo ebria. —Si esto es algo rápido, no me quiero imaginar qué será una noche entera a tu lado. Él me levanta y toma mi rostro entre sus manos. —Pequeña pelirroja, ten cuidado con lo que deseas, porque de ahora en adelante eres mía. Yo suelto una carcajada y me bajo de encima de él, negando. Tomo la botella de champán que aún tiene un poco y la bebo de un trago. —Te equivocas, yo no soy de nadie. ¿Me entiendes? Jamás volveré a amar a nadie porque nadie me volverá a lastimar. Él sonríe y suspira. Se pone de pie y se acerca a mí. Me guía hacia la cama y me acuesta en ella. Yo sonrío, pues estoy cansada. Él me coloca una sábana encima de mi cuerpo y yo solo cierro los ojos. Siento cómo besa mi frente y susurra: —Demasiado tarde, pequeña pelirroja, demasiado tarde. Cuando despierto, mi cabeza va a estallar. Creo que, después de todo, no es una buena idea tomar champán y whisky en el mismo día. Mierda. Volteo hacia la pequeña mesita para ver la hora y ya es muy tarde, pero hay una nota con un zumo de naranja. Yo me siento en la cama y tomo la nota en mis manos: "Tómala, te hará bien. Deje pedido el desayuno. Pronto nos veremos, pequeña pelirroja. Att. D.D." Yo tomo las pastillas y me quedo pensando, pues claro, jamás me dijo su nombre. ¿Qué significa eso? Cuando me pongo de pie y estoy a punto de caminar hacia el baño, tocan a la puerta. La verdad es que muero de hambre. Me coloco la sábana y abro la puerta, pero ¡oh sorpresa! Jamás pensé verlo aquí, de pie y muy molesto. —¡Hasta que te encuentro! ¿Y qué fachas son esas? Anda, ve a cambiarte que nos iremos ahora mismo a casa. —¿Papá? Él me interrumpe antes de que pueda seguir hablando. —Nada, Madián. Sabes todo lo que se dice de ti y de mí. Dios, hija, ¿por qué hiciste eso? Cuando estoy a punto de contestar, vuelven a tocar a la puerta. Yo solo suspiro y voy a abrir cuando mi amiga aparece enfrente de mí. La voy a matar, se los juro que la voy a matar. Jamás debió decirle dónde estaba mi padre, pero ella empieza a hablar como un loro. Mierda. —Madián, tenemos que irnos. Tu padre viene en camino. Amiga, yo no quería decirle, pero él me obligó y conoces a Antonio. Sabes que no le puedo negar nada. Yo le abro los ojos de más para que se dé cuenta de que mi padre está detrás de ella, pero no. Mi amiga ni siquiera se da cuenta de que papá está furioso, así que grito ya enojada. —¡Katy, mierda! Deja de hablar como un maldito loro. ¡Mi padre ha llegado antes que tú! Mi amiga se ve sorprendida y pierde el color. Yo solo suspiro, negando. Ella se da la vuelta y le sonríe a mi padre. —Hola, Antonio. Vaya, que eres rápido. —Sí, claro. ¿A dónde pretendías llevar a mi hija? Ella se rinde y suspira. —Antonio, sabes que te quiero como un padre y sabes que Madián es como mi hermana, pero no te voy a mentir. Pensaba llevarla lejos, lejos de la víbora de tu esposa y de tu hijastra, porque ni siquiera es tu hija. Maldita sea, la proteges. Ay, no quiero decir algo de lo que me pueda arrepentir. Yo suelto una carcajada y los dos voltean a verme. Me siento en el sillón que anoche utilicé. Ay, Dios, no. Yo niego y suspiro. —Dilo, Katy. Dile que a la que trata como su hija, pero no lo es, se estaba follando con el prometido de la que sí es su hija. Él me ve sorprendido, pero su rostro cambia completamente a vergüenza. No, no, él no podía saberlo, ¿o sí? Mierda, soy una completa estúpida, pero claro que él también lo sabía y la estaba protegiendo.
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