Capítulo 20

3909 Palabras
Él así lo hizo un rato más, sin importarle que la sangre se estuviera escapando de entre sus labios deslizándose por la espalda y pecho de la humana y por su mandíbula hasta parar en su cuello, entonces, viendo que la chica estaba perdiendo el conocimiento, pero deseando llegar al clímax, dejó de beber dando un profundo jadeo echando la cabeza hacia atrás y haciendo fuerza con las caderas, complació finalmente a la chica que dio un grito placentero en alto. Un momento después, la chica estaba inconsciente en el suelo junto a la pared, jadeando agotada con el cuello manchado de sangre y medio desnuda por la ropa desgarrada, pero eso a Azeman no le dio importancia, se limpió la sangre de su rostro y se fue de allí dejándolas tiradas a su fuerte, ya despertarían sin saber que había pasado y sin recordar que estuvieron con un vampiro a causa de la borrachera y la resaca, punto a favor para el vampiro que no tuvo Por qué matarlas sin más. Una vez que salió de los oscuros callejones, de repente un caballo n***o apareció ante él con el equipo de montar, como si el animal hubiera sido llamado por él, cosa que así fue. Al tenerlo delante, el vampiro se subió a él y marcharse al galope hacia el bosque de los Cárpatos, volviendo a su castillo para estar con su hija. Gracias a que su caballo era rápido, como era de esperarse de un caballo transilvano, no tardó en salir de la ciudad y estar en el camino que llevaba directamente al Castillo Kamazotz, que estaba vigilado por los señores del bosque, los lobos, fieles amigos del vampiro y los gitanos. – “Está noche he podido hartarme de maravilla con esas mujeres, no tendré que alimentarme de Carmelius por fuerte.” –  pensaba él, estando de buen humor. Cabalgaba tranquilo y sin prisas, acompañado por los lobos ocultos entre los árboles, iluminado por una hermosa luna y un cielo libre de nubes, hasta que, de golpe, algo llamó su atención deteniendo su caballo de un tirón fuerte haciendo que levantará las patas delanteras dando un rugido entre dientes el animal. Al igual que él, los lobos aullaron y rugieron alertados de algo desconocido y peligroso, pero enseguida se alejaron de allí por mandato del vampiro, ya que, notando bien la presencia desconocida, supo reconocerla y calmarse un poco, pero sin dejar de estar molesto por notarlo allí en su territorio. –  Puedes salir, sé que eres tú, sal ahora mismo. –  ordenó Azeman con autoridad, girando el rostro al lado izquierdo del camino con una mirada molesta. En ese momento sopló el viento moviendo así las ramas de los árboles y las plantas del bosque, dando sonidos tenebrosos allí, y de entre los oscuros árboles y arbustos salió una figura vestida de n***o con una capa cerrada para tapar todo el cuerpo, ocultando su rostro por completo con una capucha, y con las manos juntas, también ocultas por las mangas de la capa. Está figura, lentamente se acercó a Azeman, quien había bajado de su caballo, hasta estar a dos pasos de él. La figura no se mostraba asustada o intimidada por la presencia del vampiro, por lo que se pudo saber que sabía perfectamente que era. –  Ha pasado mucho tiempo, empezaba a pensar que no te vería de nuevo la cara... Lestat. – dijo Azeman reconociendo el olor del sujeto, molesto para él. –  jejeje, veo que es imposible engañarlo como siempre, ¿eh, conde, o debería llamarlo amo? –  se burló Lestat quitándose la capucha de la cabeza, mostrando a un joven pálido y rubio, con ojos azules pero fieros, y con un acento y aspecto francés. – ¿Como está su hermosa y joven hija? –  Eso ya no te incumbe Lestat, y más de vale que no desees nada acerca de ella. –  advirtió él malhumorado. – ¿a qué has venido? Supongo que no estarás resentido por aquello que te hice ¿verdad? –  pregunto cruzándose de brazos, recordándole a Lestat que fue convertido en vampiro por él, o menos dicho, por ella, su hija Carmelius. 1780, 19 años atrás Era una noche tranquila en los Cárpatos, donde estaba el castillo Kamazotz. En ese momento, Azeman estaba haciendo compañía a su hija en su habitación, que había acabado de comer un humano que su padre le trajo, virgen y joven, justo a la edad de ella, ésta le agradeció el detalle, estaba hambrienta esa noche. La tenía abrazada de lado, con la cabeza girada hacia él, algo juguetona esa noche por algún motivo. –  Veo que estás de muy buen humor hoy hija. –  observó él encantado. –  Si quieres podemos ir a dar una vuelta por ahí para saciarte. –  No, quiero estar solo contigo padre, es solo que me gustaría que pasará algo interesante está noche, – dijo ella girando el cuerpo hacia él, poniéndose cómoda pegada a él. –  Pero tengo esa sensación de que pasará algo está misma noche, tengo esa misteriosa sensación… Esas palabras dejaron sorprendido y confuso a Azeman, que la miró fijamente, viendo como sonreía divertida y encantada, como solía hacer él en ocasiones. Estaba por preguntarle cuando de repente picaron a la puerta de la habitación, quién entró a continuación fue Orleta con sus nuevas ropas, mostrando sus respetos con una reverencia. –  Buenas noche Orleta, – saludo Azeman con amabilidad. – ¿A qué se debe tu visita? –  Siento haberles molestado mis señores, pero es que ha venido un humano un tanto pesado y extraño. –  informó Orleta. – ¿Un humano aquí? ¿Es uno que se conozca de aquí? –  pregunto Carmelius curiosa. –  No mi señora, por su acento extranjero, diría que era de Paris. –  contestó ella no muy segura. –  Dice que quiere verle mi señor. – ¿Verme a mi? ¿Es que me conoce? –  pregunto Azeman confuso y extrañado. –  Eso parece, dice que no se irá hasta verle y hablar con usted. – dijo Orleta. A Azeman le sorprendió eso, no sabía que ya fuera tan conocido como para atraer a un extranjero de Francia, mientras, Carmelius tuvo la miraba baja pensando, y enseguida mostró una sonrisa de comisura oculta por su larga melena negra, después alzó el rostro hacia Orleta. –  Tráelo aquí Orleta. –  ordenó Carmelius de repente. Azeman y Orleta miraron extrañados a Carmelius, que miraba a la licántropa con una sonrisa tranquila, entonces, sin rechistar ni decir nada más la chica hizo lo ordenado dejándolos de nuevo solos un momento. Cuando estuvieron solos, Azeman se giró completamente a Carmelius, mirándola confuso y intrigado, pero Carmelius siguió mostrando una sonrisa tranquila y calmada, dejando más confuso a su padre. –  No pongas esa cara padre, solo oigamos de él a ver que quiere de ti, si es algo que no queremos o no podemos ofrecerle te niegas y ya está. – dijo Carmelius tope de calmada. –  Además, aún tengo algo de hambre, y seguro que esto era lo que estaba sintiendo, es un gran golpe de suerte ¿no crees? Todos eso que dijo dejó más sorprendido a Azeman, viendo que esa noche ella no era la misma de siempre, entonces se le ocurrió que quizás era una de esas veces en que te rebelas a lo que sueles hacer o ser en realidad, pero ese comportamiento era temporal según decían, por eso él se tranquilizó, y a decir verdad, le encantaba verla de esa forma, le recordaba a él, más perversa y siniestra, s****l y atractiva con ese carácter y creencia. – ¿Qué pasa padre? Estás muy callado. –  pregunto ella curiosa, mirando a su padre medio agachada. –  Nada, no pasa nada. me has dejado sorprendido, está noche pareces distinta a como eres siempre. –  comentó él diciéndole lo que pensaba con sinceridad. –  Debe ser que la sed te ha cambiado un poco está noche. –  Puede ser… además, tengo mucha curiosidad por ver a ese francés y saber que quiere de ti. – dijo ella, pegándose al pecho de él y abrazarlo tiernamente. Justo en ese momento Orleta volvió y entró en la habitación, con ella iba el misterioso humano extranjero procedente de Paris. Al verlo de pies a cabeza, se pudo ver que iba con las típicas ropas de esa época; casaca francesa de color azul celeste, chaquetillas de color azul marino, calzones ajustados hasta las rodillas de color marrón y botas de montar negras, él no llevaba la típica peluca, sino una melena rubia recogida por un lazo n***o. Desde el punto de vista de Carmelius, era bastante atractivo a pesar de su apariencia sería y formal, se apreciaba que estaba molesto con algo, ella lo notaba a esa distancia. Al verlo, Azeman se puso en pie para atenderlo, cuando lo hizo, automáticamente Orleta se retiró de allí dando una reverencia. El joven se mantuvo en su sitio en pie firmemente, mientras Carmelius miraba coqueta lo que pasaba desde la cama medio tumbada de lado, vestida con su camisón. –  Bien muchacho, ¿A qué se debe el honor de tu visita? –  pregunto Azeman estando frente a él, sin importarle ir mal vestido para atender a un invitado. –  Debe ser algo importante como para insistirle a mis siervos el verme hoy. –  Se lo que eres… desde hace mucho tiempo he querido verle en persona, y quiero pedirle un gran favor… solo uno. – dijo el joven con una voz madura, nervioso pero seguro de lo que estaba diciendo. – ¿Ah sí? ¿Y cuál es ese favor? –  pregunto Azeman curioso, cruzando los brazos algo vacilante y alzando una ceja curiosa. –  Que me convierta en vampiro. –  contestó él con decisión y mirando fijamente al vampiro. Al oírle decir eso, ambos vampiros presentes quedaron sorprendidos, viendo que lo decía en serio, sin temor a nada. entonces, Azeman no pudo evitar sonreír con la comisura, viendo el valor de ese joven, y en verdad sería interesante ver cómo sería en vampiro, y dudoso giró la cabeza hacia su hija, viendo que ella estaba sonriendo también impaciente por ver que hacia, fue entonces cuando a Azeman se le ocurrió algo increíble, entonces, se volvió de nuevo al joven. –  Podría hacerlo, pero, quiero saber el porqué de esa petición. – dijo él vacilando divertido. –  Toda la vida que he tenido a sido un infierno sin sentido, yo no pedí está vida aburrida y corta, deseo tener algo que supere lo que tengo ahora, deseo tener poder para tener lo que quiera, mujeres, fortuna, poder… es por eso que deseo serlo, y usted puede hacerlo, estoy seguro de ello. –  Eres extraño chico… pero también interesante. –  confesó Azeman con sinceridad. –  Estoy de acuerdo padre. – dijo Carmelius justo detrás del joven, que al oírla se sobresaltó, pero no se atrevió a moverse Porque la vampira estaba abrazándolo por detrás seductoramente. –  Nunca habría imaginado que hubiera otro humano desear poder para algo, aunque sean simples caprichos. –  Tienes razón hija. –  coincidió él, entonces la miró a ella. – ¿Quieres hacerlo tu? –  le pregunto, dejando sorprendido al chico. – ¿Puedo? –  pregunto ella asombrada y emocionada. Él asintió con una sonrisa, y entonces, aterrado se apartó bruscamente de Carmelius girándose a los dos retándolos. Carmelius no se mostró molesta, sino sonriendo maliciosamente, pero Azeman se enfadó por haberle hecho eso a su hija. – ¡Un momento, yo quiero que sea usted, Porque es el rey de todos los vampiros tengo entendido, ¡no quiero que sea esa amante suya! –  exclamó él señalando a ella molesto. El haber dicho eso y señalar a Carmelius, provocó la rabia de Azeman, y antes de que el chico reaccionará a tiempo, el vampiro apareció frente a él, lo golpeó con la pierna para lanzarlo volando hasta caer encima de la cama de un fuerte golpe, dejándolo casi inmóvil por el dolor en el estómago y la espalda. – ¡ugh, COF COF! –  se quejó él tosiendo un poco por el golpe, incorporándose un poco con una mano sobre su vientre. – ¡Ten mucho cuidado con lo que dices humano, te recuerdo que estás con vampiros en está habitación que pueden matarle con un chasquido de los dedos! –  amenazó Azeman furioso. –  Y para que lo sepas ignorante insolente, ella no es en absoluto mi amante ni mi esclava… es algo más que eso, es igual a mí. – ¿Có– Como dice? –  pregunto el joven con sangre en los labios dolido. – ¿Entonces… qué es ella? –  Su hija… – contestó Carmelius susurrante. –  Su única… y eterna hija. El chico se quedó petrificado y tenso al oírla de nuevo detrás suyo sobre la cama, entonces, la vampira morena apoyó la barbilla en su hombro izquierdo, lo abrazó por delante, acariciándolo un poco hacia arriba, haciendo que él se excitará y sonrojará un poco, a la vista de Azeman que se río un poco. El chico pudo notar que lo que ellos dijeron era sitio, no fue ninguna broma, por lo que se mantuvo quieto en su sitio. Entonces, impaciente y riendo perversamente, Carmelius desgarró el hombro de las ropas de él, dejándolo despejado para acariciarlo y olerlo. – ¿Como debo hacerlo? –  pregunto ella susurrante, oliendo la sangre de él corriendo por sus venas. –  Es diferente a la forma que te lo hice a ti pequeña. – dijo Azeman caminando hacia ellos, entonces se sentó en la cama junto al chico en el lado derecho. –  Es muy parecido a beber su sangre para alimentarte, solo que no tienes que matarlo del todo, sino dejarlo al borde de la muerte. –  Entiendo… – dijo Carmelius sujetando firmemente al humano que se mantenía quieto y disimulando que estaba calmado cuando en realidad estaba asustado. –  Tu muérdele y bebe su sangre como siempre has hecho, pero cuando notes que su corazón se va a detener, te detienes. –  explicó él apoyando una mano suya en la cabeza de ella para animarla. –  Tu tranquila que lo harás bien, confía en ti misma. – ¿Qué pasa? ¿Seré el primero que convierte acaso? –  pregunto él nervioso, confuso por la forma que se comportaban los dos. –  Así es amigo mío, considérate afortunado, serás la primera creación de la princesa. –  halagó Azeman sonriendo sarcásticamente. –  Adelante hija mía. Ella así lo hizo, sin esperar más mostró sus colmillos y sus ojos rojos para morder con fuerza el cuello del muchacho francés, que al sentir la punzada echo la cabeza hacia atrás deseando dar un grito, pero no pudo o no quiso, Porque al instante de sentir que bebía su sangre sintió un placer inexplicable como nunca lo sintió haciéndolo con una mujer, y deseo que continuará sin detenerse, jadeando placenteramente mientras la vampira disfrutaba de esa sangre pero sin olvidar lo que debía hacer, entonces, cuando sintió que el corazón del humano empezaban a latir muy despacio, resignada se apartó del cuello con la mandíbula entera manchada de sangre bajando al cuello, enseguida se relamió jadeando satisfecha, ahora sí que estaba llena. Cuando ella dejó ir al humano, éste estaba medio inconsciente y no pudo mantenerse firme, que cayó de espalda a la cama cayendo al final encima de Carmelius, apoyando su cabeza en el hombro de ella desmayado, la sangre de la mordida siguió saliendo por doquier, y Carmelius deseaba tomarla toda, pero ya estaba llena para eso, además, no debía hacer nada más con el humano, entonces, su padre cogió al chico para tumbarlo bien en la cama junto a ella. – ¿Qué tal lo he hecho padre? ¿Te convertirá en vampiro? –  pregunto ella nerviosa e impaciente, tumbándose al lado del joven. –  Tranquila pequeña, no te preocupes, lo has hecho perfectamente bien, muy pronto empezará a cambiar a vampiro, no hace falta está vez darle sangre de vampiro, no quiero arriesgarme tener un vampiro problemático. – dijo Azeman observando al humano. – ¿Qué vas a hacer con él? –  Nada, solo quería convertirle para saber cómo hacerlo, así cuando quisiera tener un compañero y tú no estuvieras en ese momento ya sabrías como hacerlo. –  contestó ella pasiva, él no se sorprendió. –  Cuando sea uno de nosotros lo dejará ir y que haga lo que quiera con su existencia, no me apetece tener un compañero ahora, me basta con tenerte a ti y a Orleta, padre. –  Que mala y cruel eres ahora pequeña mía. – dijo Azeman riendo divertido, acercándose a ella. –  Como se nota de que eres hija mía. –  Lo intento… Y con eso acabaron el asunto con el muchacho de Paris, que deseaba ser un vampiro, lo sería gracias a ella, cosa que no le mostraría su agradecimiento. –  Eso es sangre pasada, Kamazotz, no os tengo rencor por ello, todo lo contrario, y si ella no deseaba tenerme en ese momento no me importa, en otro momento será. – dijo él con humor. –  Pero no he venido por eso. –  negó agitando negativamente la mano. –  He venido por pedido de "ellos". Han notado que hay una presencia muy parecida a ti... –  Sí... mi hija. – dijo bajando el rostro y cerrando los ojos un rato, para luego volver a alzarlo. –  Supongo que no abriste la boca por respeto a ella ¿verdad? –  Por supuesto Conde, ellos ya dedujeron que sería algo así como tu hija. Por eso me han pedido que te pregunte si es posible presentarla ante ellos, para conocerla, ya que es un caso único entre nuestra especie, que un vampiro, más tratándose de nuestro rey, haya mordido a una humana para bautizarla como su hija. Están todos ansiosos por conocerla, te lo aseguro. –  Ahórrate el discursito, Lestat... Precisamente iba a hacerlo, pero me parecía aún demasiado pronto. –  informó Azeman volviendo a montarse a su caballo. –  Pero si les hace tanta ilusión verla y todo eso, consideraré el asunto… pero antes lo consultaré con ella. –  hizo caminar unos pasos a su caballo, pero se paró a espaldas de Lestat. –  Diles que ya les avisaré cuando este decidido. –  entonces estuvo a punto de agitar las riendas de su caballo. –  Entendido, Conde. Otra cosa más... – dijo deteniendo a Azeman curioso. –  Debe saber que... posiblemente "él" este con "vida" por así decirlo... Al parecer alguien le dio la vida eterna sin que nadie lo supiera, y conociéndole seguramente le hará una visita a usted y a ella... muy pronto. Tenga mucho cuidado. Solo digo eso. Azeman lo miró de reojo, con seriedad y molestia por la información, sabiendo a quien se refería, sin poder creer que fuera cierto, pero viendo el rostro de ese francés rubio presumido supo que todo lo dicho era cierto. Entonces Lestat desapareció con un soplo de aire fuerte, y Azeman rápidamente cabalgó hacia el castillo, preocupado por su hija ahora que sabía de “él”, nadie más que él lo conocía bien. – “¿Quién habrá sido? ¿Quién pudo haberle convertido en vampiro sabiendo que yo era el rey?” –  se preguntaba él frustrado y furioso. En ese momento, Carmelius seguía dormida en su cama vigilada por Orleta, pero la vampira enseguida abrió los ojos de golpe, a causa de la pesadilla que tuvo en ese momento, una en que revivía como mataba a Blade y a Rizort con sus manos, y eso la hizo temblar de miedo y horror, sudando fríamente. Al verla de ese modo, Orleta se acercó a ella rápidamente para calmarla y atenderla. – ¿Mi señora? ¿Qué le pasa? Tranquilícese. –  decía Orleta abrazándola por los hombros intento calmarla. Carmelius pareció no escucharla, y siguió temblando y sudando de miedo encogida, pegándose más a Orleta como sintiéndose más segura con ella, ésta se sorprendió, pero el abrazo más fuerte para calmarla. Carmelius odiaba recordar aquello, estaba asqueada de sí misma por ello, a pesar de haberla engañado, Blade no quiso hacerla sufrir ni hacerle daño, todo había sido obra de su padre y él colaboró inconscientemente de sus actos, pero se arrepintió, no como su padre, por eso ahora ella estaba arrepentida de haberle matado, lo amo y seguía amando aún, por eso se echó a llorar sin darse cuenta. – ¿Mi señora Carmelius? –  llamó de nuevo Orleta, está vez Carmelius la oyó, y alzó el rostro confuso. – ¿Se encuentra bien? ¿Qué le ocurre? – ¿eh? ¿Qué? –  exclamó Carmelius confusa, entonces notó en su rostro algo húmedo, se tocó y vio que era sangre que lloró de sus ojos inconscientemente. – ¿Qué es esto? –  Pues… estaba durmiendo plácidamente, y de golpe a despertado como asustada y sudando de miedo, después la he abrazado para calmarla y se ha echado a llorar, eso es todo. –  explicó Orleta viendo que ella no se dio cuenta de nada. –  Ya… veo. –  entendió ella con una mano en su rostro recordando. –  jeje, lo siento mucho, Orleta. –  se disculpó ella riendo un poco mientras se ponía en pie. – ¿Ya está bien mi señora? –  pregunto Orleta preocupada poniéndose también de pie. –  Sí, solo he tenido una pesadilla, solo eso tranquila. – aseguro ella con una sonrisa y dándose un manotazo en la frente. Entonces, Carmelius giró a Orleta hacia la puerta y la empujo sin hacer mucha fuerza, Orleta confusa se dejó empujar. –  Venga, sal de aquí, deseo estar sola un rato. – dijo Carmelius empujando hasta la puerta que estaba ya abierta. – ¿Seguro que está bien? –  pregunto Orleta girando la cabeza preocupada. –  Si seguro, solo quiero estar sola, gracias, adiós. – dijo Carmelius antes de cerrar la puerta. Orleta no creyó en nada las palabras de su señora, pero tampoco se atrevió a insistirle que le pasaba, por eso la dejó sola en su habitación. Pero decidió hacer otra cosa, cuando viniera su padre le explicaría lo ocurrido sin dudar. Una vez sola en su habitación, Carmelius corrió a su cama para encogerse en medio de ella, abrazando sus piernas contra su pecho y con el rostro oculto sobre las rodillas con el pelo colgando alrededor, estaba así por el sueño. Orleta no tuvo que esperar mucho a su amo Azeman, estaba en la entrada con algunos gitanos encargados de cuidar de los caballos, y le vieron venir a toda prisa, detuvo a su caballo de un tirón y se bajó, dejando que ellos se encargaran de él. Cuando subió por los escalones de la entrada, Orleta se puso al lado de él siguiéndolo. – ¿Por qué no estás con mi hija de nuevo Orleta? –  pregunto él sin mirarla. –  Hace un momento estuve con ella, pero quiso estar sola después de haber dormido un poco, y de eso deseaba hablarle mi señor. – dijo Orleta con una voz preocupada y sería. Al oírla de ese modo y lo que dijo, Azeman se giró a ella en el recibidor. –  Cuando a despertado parecía asustada por algo, y al verme preocupado disimulo estar bien con una sonrisa, me ha echado de la habitación y he pensado que debía decírselo mi señor.
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