Convenio

2069 Palabras
—¿Todo bien?—me preguntó Nelson, al verme tan eufórica —Si pelao, hágale, todo bien—dije mientras me disponía a darle una vuelta con mi brazo —Mami, usted anda ya muy inquieta—me dijo casi con un tono parental —Aja, ¿Y pasa algo con eso?—respondí —Nada, solo quería saber si era la primera vez que consumes —¿Era perico cierto?—pregunté para afirmar, aunque ya fuese bastante tarde —Si, lo era; pero de los de mejor calidad —¿Tienes contactos?—pregunté —Casi todos los que están aquí lo tienen, con más o menos sustancias —¿Qué más venden? —Uy reina, eso es como el San Victorino, encuentra de todo, desde hongos, éxtasis, yerba, afrodisiacos, popper, perico; lo que tiene es para elegir —Toda una dulcería jajajaja—dije ya con la voz ronca de tanto gritar—Oiga Nelson —Dígame —Quiero pintar, necesito pintar ahora —No creo que hayan lienzos libres, ni mucho menos herramientas para pintar; estamos en una fiesta, no pienses en eso ahora —Tienes razón—su comentario fue como un balde de agua fría para mí, tenía que aprovechar mucho más esta fiesta—¿Qué recomiendas? —Ven, te presento a unos amigos y amigas—dijo tomándome de la mano, llevándome en medio de toda la muchedumbre rumbera El sonido era aún mayor hacia donde me estaba llevando Nelson, la gente allí estaba más eufórica aún de lo que estaba la gente en la mitad de la pista de baile, aquí la gente no paraba de gritar, de hablar de sus egos y proezas para seguramente, y en especial los hombres, para levantarse a alguna nena, pero no iba a funcionar conmigo, a no ser que Nelson ya me haya enredado la cabeza, pero él no sabe que lo estoy siguiendo solo para que  sirva de asistente que me abre las puertas, yo misma seré quien las cierra y abre a mi antojo cuando él me haya enseñado todo lo posible del lugar. Nos acercamos a unas de las esquinas del salón, había una mesa que bien podría parecer la esquina de un restaurante, pero con una mesa en madera, como d comedor familiar barato que uno encuentra por allí, la gente volteó a verme en cuanto notaron que Nelson traía a alguien de la mano, como de un paseo, habían dos chicos y una chica, al parecer peor que nosotros, la mesa aún dejaba ver partes de humedad por donde pasaron sus narices y algunas partículas del polvillo blanco. “Vemos que no se quedó aburrido” Dijo uno de los tipos, era un moreno de pelo n***o y liso, un indio cualquiera que uno puede ver por allí, Nelson me lo presentó como Erick, una muchacha que apenas parecía que podía articular palabra, tenía los ojos finitos, rasgados, no sabía si porque había consumido algo más antes o porque era así, pero quitando eso, tenía un cuerpo magnífico, digno de revista, rápidamente mi cabeza pasó como anuncios por la frente la palabra “prostituta”, que seguramente lo era, pero una prostituta de las que se les puede dar confianza, igual conociendo a Ana María, uno sabe que hay de toda clase de mujeres en este lugar y en especial en este negocio, esta se llamaba Viviana, mientras que finalmente el otro sujeto que estaba muy cerca a esta chica, estaba igual de consumido, se le veía ansioso, pero con un ansia contenida, yo en cambio siento la necesidad de liberar esa energía, mientras que el la muestra con juegos y movimientos de manos impulsivos, este último tipo se llamaba Olmes. Los tres parecían un grupo de lo más de peculiar, Nelson abrió un espacio entre sus compinche y me invitó a pasar, la verdad es que apenas si intercambiamos nombres, la charla iba a ser únicamente entre Nelson y yo, cada vez yo más arrepentida por sentarme aquí, sentía que era mejor la opción de haberme ido a casa, o a cualquier sitio a pintar, no perder este lugar con una gente así que no me iba a llevar a nada; finalmente me aburrí, le dije a Nelson que iba a volver con mi gente, incluso apropiando el lugar de Versalles al decir que iba a volver con mi casa, Nelson no me detuvo, cosa que me extrañó e incluso me decepcionó de su parte, me miró con una cara indulgente, como si me dijera “Tú te lo pierdes” pero yo sé que si me quiere mostrar algo interesante lo hará, no tiene que ser forzado. Volví a nuestro sitio dorado, nuestro palco casi que privado donde a lo lejos podía ver la esquina tenuemente iluminada donde se encontraba Nelson y sus compañeros, se veían totalmente lamentables, pero me dejaban mensajes inspiradores, Nelson un sujeto que tiene ahora el reconocimiento tan amplio por parte de toda esta gente m*****o de las altas cumbres de estos grupos artísticos que me parecen tan absorbentes, está con un grupo así, lamentable, totalmente consumido; mientras que yo sin mover un solo dedo estoy en la zona más brillante de este lugar, y no tardaría en comerme a toda esta gente. —Vimos que te estabas divirtiendo—dijo Ana María al verme regresar —Lo necesario, se lo pasan lo suficientemente bien por acá—mientras observaba la silla donde solo estaba ella junto con Ana María, pero ya sin Emiliano—¿A dónde se fue Emiliano? —Lo cansé de bailar, y ahora vino por unas cervezas para nosotras—respondió Isabella —Y yo que creí que eras una aburrida ya que ni bailaba—le dije risueña —Este jopo aún se sabe mover—respondió auto felicitándose por su logro—pero bueno, vimos que hiciste algo más que pasarla bien —Si, al parecer alguien se pegó mucho a alguien—anotó Ana María —¿Hablan de mí y de Nelson? No sean ridículas, si apenas y lo conozco —Si, ajá; con lo fastidiosa que eres me sorprende que te hayas dejado llevar arriba y más encima hayas durado tanto tiempo—siguió Ana —Hey, quizá fue la música, el trago, aparte me invitó un cigarro y me mostró una pintura de él —Tan tierna, ¿También te hizo manillas y te leyó sobre Marx?—dijo Isabella riéndose —Ay Isa, no soy tan pendeja en serio, no estoy en el colegio—dije refunfuñando—aparte, me gustó su pintura —Si, el muchacho es bueno—dijo Isabella —Díselo a Gaby—respondió Ana María al son de la risa de Isabella —Bueno, simplemente quiero aprender lo que más pueda de este lugar, quiero seguir encontrando mi foco —¿Y lo encontraste?—Preguntó Ana María —Realmente es que no, pero bueno, encontré más puntos de motivación, me sentí muy bien al bailar, hace rato no lo hacía —Pareces cenicienta—dijo Isabella —¡Déjenme!—respondí harta de sus chistes—y hablando de harta, me duelen las patas como no se lo pueden imaginar —Parecías un trompo—dijo Ana María —¿Tú no bailaste?—le pregunté —No soy de bailar para serte sincera, osea, sé hacerlo pero no es como que me muera por ir allá a matarme las patas, prefiero charlar y hablar con unos buenos tragos eso sí —Como toda una anciana—le dije —Ya sabes Gaby, Ana es muy desconfiada, prefiere guardarse esos beneficios para ella sola—dijo Isabella —Y es verdad, me gusta mucho bailar sola en mi cuarto En ese momento apareció Emiliano, casi asustándonos por meterse en el velo de luz como un fantasma, dijo que se había demorado porque se encontró con unos amigos por la barra, los cuales estaban inmediatamente detrás de él —Buenas noches Juan y Guillermo—dijo Isabella poniéndose de pie y saludando de beso y abrazo —Buenas noches señor Juan y señor Guillermo—dije saludando —Estos son viejos amigos, no tienes que ser tan educada, hay confianza—explicó Emiliano—te presento; ella es Gabriela, es una chica talentosa que recientemente ha estado con nosotros, con una buena recomendación de aquí Ana —Un placer—dijeron casi al unísono los dos señores, que tenían en su rostro ya el peso de la edad de unos cuarenta y cinco o unos cincuenta años—Si teníamos curiosidad sobre quién era esa muchacha al lado de Ana María —La conozco hace ya un buen tiempo, tengan fe de mi voz que es una mujer sumamente talentosa para la pintura—dijo la propia Ana María —Si es tan talentosa como tú en la escultura, entonces tu casa se está quedando con los mejores talentos del lugar—dijo Guillermo en un tono de piropo —Muchas gracias Don Guillermo—dijo Ana María con suma educación —¿Y ustedes qué o qué?—pregunté de una forma que sorprendió a todos, menos a los propios Guillermo y Juan —Tiene su carácter—dijo Juan —Sin duda—respondió Guillermo —Perdón, ella es alguien que le gusta ir mucho al punto, se fija en todo y la verdad es alguien bastante intensa—se excusó por mi Emiliano —No se preocupe, nos entusiasma ver gente con ganas—respondió Guillermo—pues verá señorita Gabriela, con el permiso de aquí los comensales, tanto Juan como yo somos los dueños de la agencia de webcamers y damas de compañía llamada “Notre Dame” —Vaya que les gustan las cosas francesas en este lugar—dije —Es muy cierto, todos los tenían cuando llegamos a este negocio y no queríamos rayar con lo demás—respondió Juan —Prácticamente nuestra empresa está dividida en dos, Juan se encarga de la actividad de nuestras webcamers, mientras que yo me encargo de toda la gerencia de las chicas que trabajan en físico —Si que es un negocio muy complicado—dije franca —Y lo es, créeme, siempre hay problemas, a veces la policía te molesta, te atacan desde todo lado—dijo Guillermo —Si si—dije mirando a Ana María—algo me pudo decir de eso Ana—igual entiendo que están aquí porque trabajan junto con Versalles, ¿No? —En gran parte sí, pero también somos los que satisfacen a las necesidades de las personas del salón central—respondió Juan mientras yo me quedaba pensando que si de todas las personas que conocía del salón central, incluso Antonio, ¿Cuáles de esas sabrían de la existencia de este club? —Me parece maravilloso que puedan dar ese apoyo a las mujeres para que puedan reflejar su arte allí, me parece que es una de las expresiones más importantes que le pueden brindar para que ellas salgan de esa rutina, que para muchas puede ser difícil —Casi que nos insultas—dijo Juan —Jajaja, créeme que hacemos lo posible por brindar el mayor apoyo a las chicas, las educamos incluso, les damos servicio psicológico de ser necesario, no queremos que anden por allí pasándola mal; así que la alternativa de la pintura y el arte es eso, simplemente algo que cualquier persona puede hacer, independientemente de lo que trabaje o haga con su vida—expuso Guillermo —Tiene razón, el arte es algo que nos converge a todos, pero también hay diferentes matices dentro de eso—respondí—pero no nos pongamos densos ahora, aparte ya está bien tarde—dije mientras observaba mi reloj— o debería decir temprano —Si, es un milagro que nosotros hayamos aguantado tanto—dijo Luis en nombre de los dos, ante la risa de Ana María, Isabella y Emiliano —¿Qué pasa?—pregunté confundida—¿De qué se ríen? —Corazón, tú en verdad crees, que todo este tiempo ellos estuvieron…—dijo Ana María moviendo la mano—no sé… ¿Bailando?, ¿Comiendo? o quizá solo ¿tomando y charlando? Estos dos tipos siempre vienen aquí es a cerrar negocios, hablar con sus amigos y terminar follando con alguna de aquí
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