Danza

1919 Palabras
—¿Y no hay competencia entre ustedes? —Para nada, nos llevamos muy bien todos, y pensamos que Ana María podía ser nuestra sucesora espiritual en el proyecto, aunque somos muy jóvenes como ella, seguramente no podrá dirigir el lugar, así que le daremos relevancia ahora— —Así es—dijo Ana María—pero no es tan fácil Gaby, ahora como me nombraron como la artista más relevante de esta cabeza, tengo que trabajar más, porque más gente va a querer comprar mis obras, entonces es una oportunidad para ganar más dinero, importancia e imagen para Versalles —Suena complicado la verdad, pero sé que lo sacarás fácilmente—respondí anonadada Este lugar parecía un túnel, sentí que caí a una especie de alcantarillado de una sola vía, donde caminaba y encontraba aún más pasadizos secretos, era como si estuviera descubriendo un mundo que siempre estuvo frente a mi, que era invisible para mis ojos, pero se me permitió volver a ver la verdad; incluso dentro de esta misma tubería habían sus propias clases sociales, ¿Pero dónde estaba yo?, ¿Cómo debería sentirme?, ¿Estoy en algún riesgo potencial de caer en algún lado? Mi cabeza seguía teniendo preguntas, pero quería disfrutar mi posición, quería sacarle el jugo a esta experiencia —No te preocupes, no tienes porque alarmarte—dijo Isabella—tampoco es que te pase nada malo, solo es como estamos constituidos aquí —Ya veo—respondí aún perdida—¿Y la escultura qué? —Cada artista tiene que hacer una obra para este día, el artista puede venderla aquí mismo, lo que aumenta su valor por la calidad del evento—respondió Ana María, mientras yo observaba su semejante monumento, un monolito de poder, un hombre con el vientre cortado, los poros de su piel parecían vivos, cada tendón, cada hueso y músculo en su correcto sitio, su cabello ondulado y una postura que reflejaba resistencia al dolor, con los piés anchos, gordos y cansados de la batalla, en posición casi de sumisión, pero con un rostro que parecía ir en alza, revelándose. —Tal vez tu llegues algún día a serlo—dijo Isabella —Primero quieres volverla webcamer y ahora también cabecilla—dijo riéndose Ana María—si quieres que tenga competencia, ¿No? —Sería interesante, aunque no he visto mucho del trabajo de Gabriela, tendría que conocer más—dijo Emiliano —Hoy precisamente pinté—respondí aún observando la escultura— —Puedes traerla cuando quieras a la galería y la exponemos—respondió Isabella La tomadera por parte de Isabella y Ana María retomó, ahora con mucha mayor intensidad, al parecer estaban esperando acabasen los actos protocolarios del evento para poder darse a su faena etílica, mientras que Emiliano se quedaba pendiente de que Isabella no cometiera alguna ridiculez pública o simplemente por el hecho de que era su pareja, yo me levanté, les dije que iba a ir por el lugar, que volvía en cualquier momento para hacerme campo con ellos otra vez. Fui bajando por las escaleras de esa jaula de oro donde nos encontrábamos, para ver la atenta mirada de los demás, eran personas que seguramente reconocían mucho más del negocio y lo que sucedía en esta organización que yo, pero no debía dejarme aplacar de esas miradas, yo era alguien que había llegado a ese pedestal de alguna forma, la gente me observaba mientras bailaban, mientras bebían sus tragos o sostenían una plática con sus acompañantes, eran grupos igual que los nuestros, pero en una zona de mucho menor prestigio; no obstante ese miedo e inconformidad que sentía ante las miradas atentas de los demás comensales, se fueron convirtiendo en algo más ameno, parecía ser parte de ellos, todos tenían una fuerte convicción por el arte, me miraban con agrado, con intriga, como yo a ellos; me entregué finalmente a la masa oscura de gente que había en la pista, hombres y mujeres bailaban al son de la música, que ya no era techno, era algo para todas las edades, para que retumbara el suelo y empezara ahora si a sudar la pared del lugar, parecían las after party que uno suele ver a las cinco de la mañana por el centro, buscando terminar con la poca humanidad que les quedaba de la noche, aunque debería ser al revés era cuando más humanos se sentían, más apegados a sus fieles instintos, cada vez más desatados en su danza, que por momentos las percibía como una danza grupal, como si todos estuviésemos interconectados por filamentos. La salsa junto con el merengue estaban a la orden del día, las canciones no dejaban terminarse cuando ya comenzaba la otra, obligando a la gente a mantener la suela despegada del suelo para seguir moviéndose, bailé con varios hombres, muchos muy coquetos, no sé si por mi belleza, mis ojos brillantes, mi figura, o porque me vieron en ese palco, realmente no me importaba, yo ya había trascendido esa palabrería sin razón, mi cuerpo se movía solo, no me dejaba agarrar de nadie en son de abrazo, solo la cadera, quería ser quien llevase el compás de cada danza, nadie me dio la vuelta, yo las di todas por mi cuenta, me dieron sus números, los boté, solo quería sentir las vibraciones de este nuevo ambiente, lo que ahora se volvería mi lugar. El tiempo pasado es pasado Al ayer jamás podremos regresar Hoy será ayer, mañana será hoy, óyelo bien! Lo que te espera nadie lo puede saber Lo que te espera nadie lo puede saber Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó A mi Dios le doy las gracias por darme tanta riqueza Y así con mi alegre canto elimino mi tristeza Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó Dichoso es aquel que nace con una voz melodiosa Que al inspirarse consigue decir cositas hermosas Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó Con la L, con la U, con la C, con la A Luca pa, Luca pa, Papo Luca Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó No crea que porque canto es porque me he vuelto loco Yo canto porque el que canta dice mucho y sufre poco Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó Aquí donde usted me ve yo no soy un casa sola Yo me llamo casanova y lo digo como es. tu ve Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó El canto será mi muerte y también mi felicidad Y ahora con mi tumba'o tengo la oportunidad Por eso yo vivo feliz cuando yo canto mi bonito guaguancó La noche seguía dispendiosa, como pesada, era como estar moviéndose en la selva viva de un Amazonas ferviente de árboles y plantas, plantas que se volvieron gente, y los pequeños cimarrones se volvieron sonidos de música y bullicio que no paraba, un bullicio que estaba rico, estaba organizado para darme a mí esa melodía. Se acercó un muchacho, era el que habían nombrado en una de las casas, me estiró la mano para pedirme bailar, pero yo ya estaba con mi guaguancó encima, estaba que no me paraba nadie, incluso si los miedosos hombres no me pedían la mano yo me hacía mi danza, acepté, al final la salsa es para bailarla bien con alguien, el sujeto no defraudó para serle sincera, pero yo me lo estaba llevando por encima, le estaba diciendo para  donde agarrar, al final para un bogotano es complejo bailar salsa, siempre nos han llamado tiesos para eso los caleños, pero nos hemos dado la maña algunas personas para exprimirle el jugo latino a esta danza, el joven seguía mis pasos uno tras otro, sin fallar, parecía una clase de ritmo, donde el me obedecía mis pasos sin chistar. El tipo se acercaba con sus movimientos, se zambullían en mis caderas las de él, le permití darse el lujo, al fin y al cabo ninguno había podido aguantar mis pasos esa noche sin haberse perdido, por lo que el beneficio de sentirme junto a él se hizo cada vez más recurrente durante una, dos y hasta tres canciones seguidas. “Venga, vamos pa' arriba”, dijo en seco durante una de las canciones que estaba a punto de terminar, pese a mi descontento por dejar a mis pasos en frío, casi como una barra oxidada que se quiebra, lo seguí, había al lado de la barra unas escaleras amplias que llevaban al segundo piso de la construcción, arriba aún se escuchaba la música del primer piso, lo suficiente para ambientar el lugar, todos estaban charlando, era un lugar mucho más adecuado para una conversación, el man me llevó pa donde quiso, pidiendo perdón a las personas con quienes chocaba para seguirle, pero ellos eran quienes terminaban rindiéndome la pleitesía, recordando mi posición en el lugar.   —¿Tú quién eres?—me preguntó —Pudiste preguntarme eso abajo mientras bailábamos—le respondí decepcionada por la banal pregunta —Si, pero quería subir, aparte abajo no se puede fumar—dijo mientras sacaba una caja de cigarros de uno de los bolsillos de su pantalón—¿Quieres? Al menos para que valga la pena la subida —Soy Gabriela—respondí mientras tomaba un cigarrillo de la cajetilla—¿Tu eras Cristian o Nelson?—respondí sin recordar bien—Espera, eras Nelson, me dijeron que Cristian era bajito —Si, soy Nelson—dijo sacando fuego a un encendedor —¿Y para qué me hiciste subir?—dije queriendo ir al tema mientras Nelson prendía mi cigarrillo —¿Por qué no? Me diste curiosidad al verte al lado de Ana María —¿La conoces?—pregunté —Claro que sí, prácticamente todos la conocen—dijo animado—al menos yo si —Ajá —Y pues no es común que en esta clase de eventos donde se muestran las cabezas, hayan invitados cercanos junto a ellas —¿Eso me convierte en algo?—pregunté —No lo sé, ¿Qué tienes para dar? ¿Qué eres?—preguntó curioso —Pues, pinto, eso es lo que mejor hago —Así que eres pintora—muchos de los que están aquí lo son, de las personas con las que bailaste, y muchas de las mujeres que estaban abajo igual —Si, sé que la mayoría de mujeres en la pista eran pintoras, o putas; se les nota muy fácilmente—dije dándole un jalón de aire al cigarrillo—también puede que sean ambas, así que uno no sabe —¿Tú eres una de ellas?—preguntó —No, no lo soy—respondí —Una purista, me gusta —Me da igual si soy purista o no, lo que me gusta es pintar y ya, no le encuentro chiste a esta charla —Parece que el frío de aquí arriba te puso mal —¿Tú qué eres?—pregunté en contraataque —Pues soy Nelson, me gusta pintar también, y la música verdaderamente me fascina —Un niño con varios enfoques artísticos —Niña estás tú—respondió sacando pecho —Bueno, pero no la tuya, nene —Ya veremos, quiero mostrarte algo; para aprovechar aún más la subida—dijo caminando aún más al fondo del salón
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