🌕El símbolo en la tumba – Parte 1

307 Palabras
El bosque no dormía. Incluso con el amanecer arrastrando su luz entre las ramas, la niebla seguía colgada entre los árboles como un sudario. El canto de los pájaros era irregular, tenso. Y entre los troncos, algo —o alguien— murmuraba. Elena caminaba con pasos decididos, aunque su mente seguía atrapada en la noche anterior. No sabía hacia dónde ir, pero algo en su interior la empujaba a seguir adelante. La marca en su muñeca se había oscurecido, como si descansara. Pero el bosque no le ofrecía tregua. —¿Qué buscas, hija del pacto? —susurró el viento. Se detuvo. —¿Quién eres? —No quién. Qué. Soy lo que tu madre selló. Soy voz sin cuerpo. Soy raíz antigua. Soy el eco. Las hojas crujieron. A su izquierda, un ciervo cruzó el sendero… pero no tenía ojos. Solo hendiduras negras. Al verla, se detuvo. Luego, de un salto, desapareció. Elena tragó saliva. Siguió andando. En el claro de los abedules, encontró el árbol marcado. Uno de los símbolos del diario: un círculo tallado con una cruz doble dentro, rodeado de espinas. Las raíces del árbol estaban abiertas, como si respiraran. Metió la mano. Sus dedos tocaron algo frío y metálico. Tiró. Era un relicario. Al abrirlo, vio una pequeña imagen de su madre, joven, sonriendo, y una nota doblada. “Si estás aquí, significa que escuchaste el llamado. Él también lo hará. Pero ten cuidado: no todos los que caminan entre ramas están vivos.” Entonces, el bosque la respondió. Una voz profunda, antigua, como si la corteza hablara: —Ya no puedes huir, Elena Kovac. Has despertado el eco. Y el eco exige ofrenda. Un crujido. Algo bajó de los árboles. Pero no estaba sola. Adrian apareció detrás de ella, con los ojos encendidos como antorchas. —Corre. Y el bosque rugió.
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