Me vengaré
Alison.
Estoy completamente destrozada, mis ojos se han secado de tanto llorar y siento un nudo en la garganta. Acabo de informarle a mi pequeño hermano, Matías, que nuestra madre perdió la batalla y ha muerto.
—Mamá se fue al cielo feliz y ahora nos cuida desde allí, Mati —le dije, tratando de ocultar mi dolor tras una mentira piadosa.
Obviamente, le mentí. Sé que no es así. Ella sufrió mucho y ni yo ni la medicina pudimos hacer algo para calmar su dolor. El maldito cáncer acabó con su vida y siento que también ha acabado con la mía. Quisiera estar muerta para irme con mi mami. Recuerdo cuando era pequeña y tenía pesadillas en las cuales mi madre sufría un accidente y fallecía. Hoy esa pesadilla se ha hecho realidad.
Me duele recordar que cada segundo de su agonía ella me preguntaba por mi padre y me pedía que lo llamara. Hasta el último momento, ella lo amó, pero él prefirió divertirse y revolcarse con su nueva mujer en lugar de acompañar a la madre de sus hijos.
Fui la única persona que la acompañó hasta el último momento. Pospuse mi primer año en la universidad para estar con ella y no me arrepiento de nada. No me importó irme del país con ella para buscar nuevos tratamientos o intentar cualquier cosa, pero desgraciadamente la enfermedad estaba demasiado avanzada.
No dejo de abrazar a mi pequeño hermano Matías. Solo tiene diez años y ha perdido a nuestra madre. Él no para de llorar, lo cual aumenta mis lágrimas y mi tristeza. Noto que mi padre nos observa desde la puerta, sus lágrimas me producen indignación.
—Alison, tus amigos y nuestra familia están aquí —dijo mi padre, intentando consolarme.
—No me interesa bajar, ni siquiera me llamaron una vez para preguntarme por mi madre, ni a ellos ni a ti les interesa —respondí con amargura.
—Tenía muchos asuntos que atender —intentó justificarse.
—Como cogerte a la zorra que tienes como esposa —exclamé, dejando salir mi dolor y mi rabia acumulada.
Él estrelló su mano contra mi mejilla, provocando que ardiera y brotaran aún más lágrimas de mis ojos.
—De verdad lo siento —dijo, visiblemente afectado.
—¡No peleen! —intervino Mati, entre sollozos.
—Está bien, Mati, ve a tu cuarto —le pedí, intentando protegerlo de la escena dolorosa que se desarrollaba delante de él.
Él simplemente sube hacia su habitación.
No tuve opción y me cambié de ropa para luego bajar hacia la sala donde están despidiendo a mi madre. Noto que están sus familiares, los cuales han viajado desde lejos para estar aquí y nunca estuvieron presentes en nuestra vida.
Ellos nunca la apoyaron en nada. También están sus amigas, quienes la criticaron por ser una cornuda y la culparon de la infidelidad de mi padre. Y, por supuesto, está ella, la culpable de todo: la maldita pelirroja que se acercó a nuestra familia como secretaria y luego se metió en la cama de mi padre convirtiéndose en su amante y arruinando mi familia.
Soy consciente de que también es culpa de él por infiel, pero a ella nada la justifica. Yo nunca me enredaría con un hombre casado con dos hijos, pero esa mujer no tiene moral, ni nadie de su familia la tiene.
Tiene dos hijos: Megan, la rubia tarada que solo se ha dedicado a coquetear con mis amigos e incluso mi novio. Ellos, al ver una mujer con prendas cortas y resbalosas, no se controlan; y el muchacho, quien es dos años mayor que yo. Todo lo que sé de él es que su nombre es Gerardo, Jerry para los amigos.
Salí de mis pensamientos en cuanto mi mejor amiga me dio un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Soledad es mi amiga desde que tengo uso de razón; ella es mi confidente y mi conciencia.
—Lo siento mucho, Alli —dijo Soledad, abrazándome con fuerza.
—Gracias —respondí entre sollozos.
Saludé a mi amiga y luego me acerqué a mi novio, quien también está aquí. Drake es mi mayor consuelo en este momento; lo necesito más que nunca.
Noto que él está frío como la noche. Es la primera vez que no corresponde a mis abrazos, pero supongo que está consternado.
—No sé qué decirte —murmuró Drake, mirándome con tristeza.
—Ni yo sé qué quiero escuchar, o quizás sí, que todo esto es una mentira —lo abracé y dejé caer todas mis lágrimas.
—Me manchaste la camisa, bebé —dijo Drake, limpiándome las lágrimas con ternura.
—Lo siento.
—Sabes que te quiero, Ally, pero ya me tengo que ir —él simplemente se aleja de mí, con los ojos bajos y la voz entrecortada.
El sepelio de mi madre pesaba como una losa sobre mis hombros. La tristeza y la desesperanza me envolvían mientras buscaba un respiro en un rincón apartado del jardín. Entre el silencio, los susurros del viento me guiaron hacia sonidos que no encajaban con el luto. Me acerqué con temor, y entre las sombras descubrí a Drake con mi hermanastra.
Él la tenía apoyada contra un árbol, ella poseía la falda subida y ambos estaban teniendo sexo.
— ¡Drake! ¡Megan! —mi voz resonó con indignación y angustia.
Megan se apartó rápidamente, con una sonrisa burlona jugando en sus labios.
— Oh, Allison, ¿no te enseñaron a no interrumpir momentos íntimos? —dijo con sarcasmo, mirándome con desdén.
Drake se levantó apresuradamente, tratando de calmar la situación.
— Alli, esto no es lo que parece, lo siento...— Se intenta disculpar.
— ¡Cállate! —le interrumpí, las lágrimas nublando mi visión. Sentía un nudo en la garganta, una mezcla de dolor y traición.
Megan se acercó, sin rastro de arrepentimiento en su mirada.
— Lo siento, pero es tu culpa por no poder satisfacerlo como yo. Al menos él necesita algo de emoción en su vida —añadió con un tono despectivo.
— ¡Basta! —exclamé, retrocediendo incrédula. La traición me golpeó con fuerza, una revelación devastadora en el momento más doloroso de mi vida.
Cuando Drake intento tomar mis manos le lancé una bofetada.Me alejé de ellos con el corazón hecho pedazos, sintiendo que mi mundo se desmoronaba. Corrí de vuelta hacia la casa, lejos de sus risas y de la traición que me ahogaba. Necesitaba un lugar donde el dolor pudiera consumirme en privado, lejos de la hipocresía y la crueldad que había presenciado.
Esta había sido la gota que rebalso el vaso no sabía cómo, pero me vengaría de esa maldita familia.