bc

Plan X - Crónica de un sabotaje perfecto

book_age16+
148
FOLLOW
2.4K
READ
family
HE
forced
opposites attract
second chance
heir/heiress
sweet
office/work place
enimies to lovers
lies
like
intro-logo
Blurb

Emilia de la Rivera sólo quería sobrevivir otro día preparando cafés en Nueva York… hasta que Francisco Anteportam, un arquitecto tan atractivo como caótico, entra a la cafetería con la propuesta más absurda (y mejor pagada) de su vida: acompañarlo a España como su “pareja temporal” para asistir a la boda de su ex.

El trato suena sencillo: ir, pasar desapercibida, sonreír un poco y librarlo de la humillación pública familiar. Pero desde el momento en que pisan suelo español, nada sale según el plan. Entre cenas elegantes, suegras inquisitivas, maletas perdidas y un viaje a una hacienda lujosísima, Emilia descubre que la boda esconde más secretos de los que imaginó… y que Francisco tiene mucha más competencia emocional de la que admitió al contratarla.

Y entonces, el gran día llega.

Un reencuentro inesperado.

Un giro que lo cambia todo.

Y un nuevo objetivo surge: el Plan X.

Un sabotaje elegante, romántico y completamente fuera de control.

En medio del desastre perfecto, Emilia y Francisco tendrán que elegir entre mantener la farsa… o aceptar que quizás el verdadero plan siempre fue encontrarse el uno al otro.

chap-preview
Free preview
Capítulo 1
POV Emilia —¿Qué demonios me estás diciendo? —pregunto, mientras los ojos verdes de Francisco Anteportamlatinam me atraviesan como si lo que acaba de decir fuera completamente razonable. —Eso. Te pago veinte mil dólares para que vengas conmigo a España. Parpadeo. Volteo a ver a Rita, mi compañera de barra, para confirmar que no estoy alucinando por culpa del espresso quemado que me tomé hace rato. —¿Está loco este hombre? —murmuro, ignorándolo por completo. Rita solo encoge los hombros. Ella me conoce: odio muchas cosas en esta vida —las cucarachas voladoras, la humedad asquerosa de Nueva York en agosto y la gente que camina lento— pero sobre todo odio a Francisco Anteportamlatinam Luján. El arquitecto presumido que cree saber más de café que yo. Que se sienta en “su” mesa como si la hubiera comprado. Que se viste como si un diseñador lo siguiera a todas partes. Y sí, que está guapísimo… lo cual, claramente, no ayuda a mi estabilidad emocional. —¿Entonces? —insiste. —¡No! —respondo sin pensarlo. —¿Por qué no? —pregunta, genuinamente confundido, como si fuera imposible que alguien en el planeta rechazara una propuesta suya. —Porque no. ¡Y punto! Y ahora hazte a un lado, que tengo una fila de clientes. —Que Rita los atienda —responde él, con esa seguridad irritante que me da ganas de aventarle la jarra de cold brew. Vuelvo a ver a Rita. Y claro, asiente. Por supuesto que asiente. Si yo lo odio, ella lo ama. Dice que en otra vida se casará con él, que él es su “crush”. Please. Porque, bueno… Francisco es muy guapo. Siempre trae el cabello n***o perfectamente peinado, usa ropa de diseñador, hace ejercicio, tiene la voz grave de un narrador de audiolibros caros y esos malditos ojos verdes. Sabe exactamente lo que es y cómo usarlo. Por eso consigue todo lo que quiere. —Just move, man! —le grita un cliente desde la fila. Francisco me hace un gesto para apartarnos a un lado y lo sigo, solo para que deje de estorbar. —Son veinte mil dólares y cinco días en España —dice—. ¿Qué más quieres? —No ir —respondo—. Eso es lo que quiero. ¿No tienes más candidatas? —Sí… y no. Alzo una ceja. —¿Sí y no? —Sí tengo, pero no es la candidata que necesito. Te necesito a ti. Necesito una mujer inteligente pero… no más bonita que mi ex. ¿Sabes? Lo miro muy despacio. —¿Me acabas de llamar fea? —No, no, no… —¿Me estás diciendo que soy fea pero inteligente? —insisto. —No… —dice frustrado, dándose cuenta de que se metió en un agujero del que no va a salir vivo—. Estoy diciendo que mi ex no es tan inteligente como tú y eso… pues… —O sea que salías con alguien muy guapa pero… ¿tonta? Eso habla peor de ti. —¡No! ¡No me confundas! —No, tú no me confundas a mí. Mira, deja tú que me hayas insinuado que soy fea: ¿es la boda de tu ex? ¿Quién demonios va a la boda de su ex? Su respiración se corta. —Es… complicado de explicar. —¿No la superas? —No. Sí. O sea… sí, pero… ¡Dios! Eres una mujer difícil. —Y fea —remato. —¡No, no eres fea! —exclama Francisco, levantando la voz. Varios clientes voltean a verlo. Él responde con una sonrisa tensa, como si estuviera acostumbrado a causar espectáculos involuntarios. Luego baja el volumen de golpe, casi un susurro: —No eres fea… Solo necesito tu ayuda. Necesito a una mujer que tenga conversación, que sea inteligente, que… —Que sea todo lo contrario a tu ex —lo interrumpo. —No te lo tomes a mal… —No me lo tomo a mal —respondo—. Simplemente no entiendo. ¿Por qué vas a la boda de tu ex? Eso no te hace ver peor a ti que yendo con una mujer como yo. Suspira, como si llevara horas ensayando esta explicación. —Mi familia irá y me invitó su hermano —dice finalmente—. Es mi mejor amigo y no puedo abandonarlo. Pero… —baja la mirada— no quiero ir solo. No quiero que ella piense que no he encontrado a alguien. ¿Sabes? Su voz se quiebra apenas, como si le doliera admitirlo. Y por un instante, uno muy breve, dejo de verlo como el arquitecto presumido que me corrige la molienda del café… y veo a un hombre desesperado por salvar un poco de su orgullo. Veinte mil dólares no está nada mal. Podría cubrir varios meses de renta, pagar mis deudas y dejar de desayunar tostadas con mantequilla por pura supervivencia. Pero… no sé si estoy lista para fingir ser la prometida de un hombre que, en la vida real, me saca canas verdes. Aunque esté guapo. Muy guapo. Odiosamente guapo. —Mira, Emilia —dice Francisco, tomándome la mano como si estuviéramos en una telenovela—. Eres la persona indicada porque tu personalidad encaja con la imagen que quiero dar. —¿Fea e inteligente? —pregunto, alzando una ceja. —No, no… —niega rápido, y entonces su expresión cambia. Se suaviza—. Inteligente. Directa. Con carácter. Hace una pausa, me sostiene la mirada—. Y auténtica. Mucho más de lo que crees. Además… encajas justo en el perfil de la chica que necesito. Alguien que mi familia no recuerde. —¡Ah! —exclamo, cruzándome de brazos—. Con que eso era. —Y porque, en verdad… necesito recuperar a mi ex —admite. Sonrío con malicia. —Vaya, no te creía tan rogón… —No es eso. Es que… ella es perfecta y yo— —Sí, sí, claro —lo interrumpo con un gesto—. Todo un rogón. Francisco suspira como si quisiera defenderse, pero sabe que cualquier cosa que diga solo lo hundirá más. Y honestamente, verlo incómodo… se siente como un pequeño triunfo personal. —Venga, dime que sí… se me acaba el tiempo… —insiste, con esa mezcla entre desesperación y arrogancia que solo él puede combinar. —No lo sé… —respondo, dejando que mi duda lo torture un segundo más. —¿Cómo puedo convencerte? —pregunta. Y entonces, como si fuera la idea más lógica del universo, añade—: ¿Quieres una cita conmigo? —What! —exclama Rita desde la máquina de espresso, casi derramando la leche vaporizada. Su voz retumba en toda la barra. Me volteo y la veo con los ojos como platos, las manos en alto, una mezcla explosiva de sorpresa, chisme y celos mal disimulados. Francisco, en cambio, no parpadea. Ni siquiera se inmuta. Claro que no. El tipo está tan acostumbrado a causar caos que ya debe tener anticuerpos para estas situaciones. —¿Una… cita? —repito, incrédula. —Sí —dice él, muy seguro—. Una cita real. Tú y yo. Y Rita, desde atrás, masculla: —Si le dices que no, te dejo de hablar, Emilia. Perfecto. Ahora resulta que todos están locos. Excepto yo. Creo. —¿Por qué querría una cita contigo? —pregunto, muy consciente de que Rita está respirando por mi nuca esperando mi respuesta. Francisco se cruza de brazos. —Porque siento que dices que no porque, en realidad, no me conoces… Suelto una carcajada suave. —No necesito una cita para saber quién eres: un galán, guapo, pain in the ass, perfeccionista, desinteresado y con un TOC que debería estar estudiado por la ciencia. Sus ojos se iluminan peligrosamente. —¿Crees que soy guapo? —Sólo eso te importa… —respondo, rodando los ojos. —Es un aspecto positivo de todos los negativos… —agrega él, encogiéndose de hombros—. Yo me enfoco en lo positivo. —Ajá… —respondo, sin comprarle su filosofía barata de hombre guapo que nunca tuvo que esforzarse demasiado. Me mira como si estuviera esperando que mis defensas se cayeran solas. Y lo peor es que, por un instante, casi lo hacen. Rita carraspea detrás de mí, claramente amenazada de muerte por su propio chisme interno. —Emilia… —musita— dile que sí. DILE. QUE. SÍ. Francisco da un paso más cerca. Demasiado cerca. Puede que huela a desastres emocionales, pero también huele a perfume caro. Y a problemas. Sobre todo a problemas. —Una cita —repite él, con esa seguridad irritante—. Una. Te invito a cenar. No tienes que decidir hoy lo del viaje. Solo… conóceme. Lo observo: el tipo arrogante, obsesionado con su ex, convencido de que nadie le dice que no. Pero también veo algo más raro: honestidad. Nervios. Como si de verdad necesitara que alguien lo acompañara, más allá del espectáculo. Veinte mil dólares… España… Y una cita. Ay, por Dios. —Está bien —digo finalmente, como si me estuviera arrancando un pedazo de dignidad—. Una cita. UNA. La sonrisa que se le dibuja es peligrosa. Es de esas sonrisas que deberían venir con un manual de advertencias. —Perfecto —responde él, suave—. No te vas a arrepentir. Rita grita un “¡YAS!” tan fuerte que tres clientes la voltean a ver. Y yo, mientras vuelvo a la máquina de café, solo puedo pensar una cosa: Me voy a arrepentir. Completamente.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

30 Days to Freedom: Abandoned Luna is Secret Shadow King

read
310.7K
bc

Too Late for Regret

read
289.4K
bc

Just One Kiss, before divorcing me

read
1.7M
bc

Alpha's Regret: the Luna is Secret Heiress!

read
1.2M
bc

The Warrior's Broken Mate

read
138.0K
bc

The Lost Pack

read
402.2K
bc

Revenge, served in a black dress

read
147.9K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook