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Peligroso Encanto

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Blurb

Gabrielle quería una noche de desahogo, una noche para relajarse y embriagarse, después de todo, no está mal que se permita una o dos copas de vez en cuando, se lo merece después de trabajar tan fuertemente.

Solo que ella no esperaba que, en lugar de embriagarse por el licor, lo hiciese del placer, ese hombre ha sido sin duda, el mejor que ha probado en su vida, no es que haya pasado por una multitud, pero teniendo veintiocho si han sido unos cuantos. En fin, Elle no esperaba pasar la noche de esa manera, pero no se arrepiente.

Tampoco se arrepiente de haber recogido al mismo hombre, la noche siguiente, ensangrentado y herido, ni de haberlo acogido en su casa al saber que estaba siendo perseguido, no le importó saber que se estaba metiendo en algo peligroso, menos de haber caído por ese hombre que no deja de decirle que es un encanto.

Elle jamás dejaría morir a una persona, no importa si es buena o mala, ella hará lo que esté en sus manos para mantener con vida a todos los que pueda, incluso a ese enorme hombre de ojos ámbar que parece ser un peligro y del que cayó peligrosamente enamorada.

PRIMER LIBRO saga Peligro

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I
Las personas dicen que mi problema es ser muy curiosa, pero yo no lo veo así, en realidad, yo no me definiría con ese término, ya que solo hay pocas cosas que realmente me causan curiosidad, sin embargo, sola hay cosa que quiero comprender, y es que han pasado los años, siempre ha estado cerca de mí, rondándome, y aun así nunca me he dejado de intrigar sobre ella, al contrario, cada vez me sorprende más. Primero me llenaba de dolor, luego de enojo, de odio, y finalmente, aprendí que a veces no es tan mala, que puede ser bien recibida. La primera vez fue mi hermano mayor, un chico problemático que nos amaba, pero también le gustaba jugar con cosas que le hacían daño, meterse en donde no debía y después, pasó lo que siempre pasa con los chicos del ghetto que se suben en su nube de valentía, se creen inmortales, y después, se dan cuenta que no lo son. Mi mamá no lo superó, creo que ella se fue por la tristeza de haber perdido a su hijo, después que él ya no estuvo, yo me volví invisible, realmente no la culpo, tuve que crecer para entenderlo, pero ahora lo hago, era su hijo, su bebé y se lo arrebataron, quizás ella se fue feliz, ya estaría con él. Por otro lado, mi papá fue mucho más terco, yo era su debilidad, no quería dejarme sola, me amaba, y sufrió muchísimo, hasta que le pedí que dejara de forzarse, que yo estaría bien, me convertiría en una buena mujer, una de la que estaría orgulloso, y después de muchos años de lucha contra el cáncer, él por fin descanso. Cuando mi hermano murió yo era muy chica, solo entendía que él ya no estaría y lloré por montones, luego empecé a ser ignorada por mi mamá y cuando ella lo siguió me sentí tan enojada con ella, por abandonarme, por haber olvidado que tenía a otra hija por la que luchar, pero mi papá me amaba suficiente por toda una familia de mil miembros, era el hombre con el corazón más enorme que he conocido. Pero a veces ser buena persona no es suficiente, él enfermó, yo crecí y lo vi debilitarse, como sufría, como dejaba de ser quien era para convertirse en un cascaron vacío que solo sufría en silencio, y yo odiaba eso, pero cuando él finalmente se durmió, puedo jurar que lo hizo con una sonrisa, él no sintió dolor, y a pesar que lo perdí, me sentí aliviada, aliviada porque él ya dejaría de sentir dolor. Es curioso como en cada situación, la muerte nos hace reaccionar de maneras diferentes, a veces es bienvenida, otras, se siente como una maldición, en ocasiones es inesperada, y en otras la esperábamos con una sonrisa. He conocido a personas que la atraen a la fuerza, que la engañan un par de veces, incluso tres, pero tarde o temprano, todos sabemos que llegará. - Señor Tried, me parece que usted tiene más vidas que un gato – sonrío hacia mi paciente luego de chequear que tiene todos sus signos vitales en orden, quizás un poco lentos, pero considerando toda la sangre que perdió, es un milagro que siga con nosotros. - Sí, ya esos delincuentes deberían saber que no pueden matarme, la muerte huye de mí – el hombre se ríe, o eso intenta porque termina tosiendo con fuerza. - A mí me parece que es usted el que debería aprender a dejar de meterse en problemas – arquea la ceja y deja atrás esa amable sonrisa de dientes podridos que siempre me brinda. - Yo creo que estas siendo muy irrespetuosa, debería cuidar como me habla, es una señorita muy linda, sería una pena – siento como la doctora a mi lado, quien me acompañó a hacer el chequeo, se tensa y toma mi brazo intentando halarme, pero me mantengo recta en mi lugar. - Por otro lado, yo creo que usted es quien debería moderar la manera en la que se dirige a quien le ha salvado la vida más de dos veces – volteo a darle un último chequeo a las bolsas que están conectada a su cuerpo y asiento volteando a mi colega. Sobrevivirá. - Crees que eres una mujer dura ¿eh? Pero solo eres una mocosa que no sabe lo que es el ghetto, los peligros que acechan, no creas que te debo algo – suelta un escupitajo en el piso a mi lado, sobresaltando a mi amiga que se aleja con un salto, pero yo me mantengo en mi lugar, guardo mis manos en los bolsillos de mi bata y ni siquiera pestañeo cuando le hablo. - Yo crecí en Harlem – se queda callado y me observa con fijeza. Pero yo no tengo su tiempo – Espero no volver a verlo por aquí, señor Tried, y sepa aprovechar lo que le queda de vida – y sin más, abro la cortina que separan su camilla con las de los demás pacientes. - ¡¿Cómo se te ocurre hablarle así?! Pensé que sacaría algún cuchillo y nos apuñalaría o algo – Violett tiembla a mi lado sin sacar la vista del lugar del que nos alejarnos, pero tomo su brazo para que mire por donde va. - No lo iba a hacer, es un amigo – le sonrío a la enfermera que me pasa otro portapapeles con el historial clínico del próximo paciente por revisar. - ¿Amigo? Ese hombre te amenazó, deberíamos llamar a la policía e impedir que vuelvan a traerlo aquí, ese hombre recibe apuñaladas todas las semanas, por dios – ella recibe otro historial y hace una mueca – Me tocó otro con una amputación ¿quieres tomarlo? Esos siempre me hacen sentir mal – niego suavemente con una sonrisa - Eres muy dulce para estar en emergencias ¿qué haces aquí? – desde que nos graduamos y acabaron nuestras prácticas, ella muy pocas veces se pasa por estos lados del hospital. - Porque mi mamá quería que fuese cirujana y hoy le estoy haciendo una guardia a Jess, tenía una cita importante y me pidió el favor – ambas nos encaminamos hacia donde se encuentran nuestros pacientes. - Entonces tú le haces el turno mientras ella se va a follar – asiente con un suspiro – Al menos hoy salimos a las seis ¿nos iremos de fiesta? - asiente mucho más entusiasmada. - Nos vemos en la salida, Jess nos alcanzará allá – asiento conforme y sin más, me adentro en el próximo cubículo, saludando amablemente a las mujeres que parecen prontas a caer en desesperación mientras un adolescente mantiene un trapo en su frente intentando frenar el sangrado. Otro día más en emergencias en el hospital Memorial. ------------------------------------------------------------ - Uy, nena, te ves caliente – siento una fuerte palmada en el trasero y tengo que respirar profundo para no golpearla por ser tan bruta. - Jessica, haz el favor de controlarte, y espero no tener que sacarte de aquí arrastrando, yo también quiero pasar una buena noche – la regaño enganchando su brazo con el mío mientras que con mi mano libre sostengo la de Violett, que no deja de ver todo el lugar como si fuese su primera vez. A veces es tan tierna. - Si quieres disfrutar entonces no estés pendiente de mí y preocúpate por tu culo – masculla enojada, haciéndome rodar los ojos. Ella tiene esta actitud, pero solo bastan unas copas por agradecerme por soportarla y mil palabras más de amor. Jessica es totalmente lo contrario a lo que parece, ella es Barbie en carne y hueso, ojos grande y azules con largas pestañas risadas, labios rosados y un cabello perfectamente lacio y rubio, también es muy inteligente, una gran cirujana que pronto iniciará su especialización en neurocirugía. Pero también es muy malhablada, altanera y aprovecha cada minuto libre para enrollarse con alguien o beber o fumar. Todo un torbellino. Por otro lado, está Violett, una dulce mujer bajita y un poco más rellena que la Barbie, además de que con una baja autoestima con la que Jess y yo no dejamos de batallar. Es hermosa, curvilínea y adorable, su personalidad es tan dulce como lo parece su carita regordeta y rosada con grandes ojos chocolate, graduada con las mejores notas como cirujana general y llena de amor. Esas dos son los opuestos, y creo que por eso son tan buenas amigas. - Mi dulce Letty me cuidará ¿cierto, muñequita? – la rubia me suelta solo para dirigirse a la más bajita que no deja de ver curiosa a todas las personas bailando, follando con ropa y besándose. - Solo no te sobrepases, mañana tenemos guardia a primera hora – arrugo la nariz al escucharla. - Iré por unos tragos – digo desligándome de las dos. - Yo por un buen polvo – la rubia va por otro lado. - Eh… - por el rabillo del ojo noto a Violett perdida, por lo que la tomo del brazo y la llevo conmigo. Yo pido whiskey, realmente espero embriagarme al menos un poco, y para la dulce Letty le ofrezco uno de esos cocteles rosas y dulces engañosos. Ella también merece un poco de diversión, además que es realmente muy divertida cuando va un poco borracha. Solo un poco porque cuando se sobrepasa no deja de lloriquear y hablar muy malo de sí misma. Es complicado y ahora no tengo ánimos para golpearla por no ver todo lo perfecta que es. - ¡Voy a bailar! – chilla en mi oído después de bajar por la mitad su segunda copa y ser llamada por Jess, quien está rodeada de un grupo aparentemente universitarios - ¿Vamos? – niego. - Ve tranquila – asiente, besa mi mejilla con más fuerza de la adecuada antes de correr, tirándose a los brazos de Jess, siendo recibida con cariño. Ella es definitivamente el núcleo de nuestra amistad, probablemente si no nos hubiese presentado, nunca nos hubiésemos hablado. Especialmente porque mi primera impresión de la rubia es que era una perra narcisista. Pasan un par de horas saltando, riéndose entre ellas y con los de su alrededor, Jess besándose con el que la tomó de la cadera más temprano que luce unos años más joven que ella haciendo que la dulce Violett ría junto con los otros del grupo. Y yo, estoy tranquila, sintiéndome más ligera después de mi tercer vaso de bourbon. Necesitaba esto. - Sírveme un Jack, seco – observo cuidadosamente al hombre que se sienta a mi lado, enorme, con barba y cabello azabache, luciendo todo intimidante vestido completamente de n***o y con la piel más pálida que yo. Es como una pintura de blanco y n***o, y su única fuente de color son un par de ojos ámbar que parecen casi dorados cada que lo refleja la luz.  El bartender, con agilidad, le sirve el trago al señor, toma el dinero y se apresura a seguir atendiendo, mientras yo mantengo toda mi atención en esa montaña andante pasarse medio vaso del buen amigo Jack Daniels sin hacer siquiera una mueca. Eso me hace sonreír un poco.  - ¿Entretenida? – pregunta después de hacer una seña llamando nuevamente al bartender. Yo me paso lo que me quedaba en el vaso. - Siempre es entretenido apreciar un buen atractivo – respondo con calma antes de voltear otra vez hacia las chicas y vigilar que Jess todavía no ha dejado tirada a la dulce Letty por ir a follar con un desconocido. - Sí, tiene razón – volteo hacia el hombre a mi lado y noto como me recorre lentamente con una mirada depredadora. Decir que eso no me afecto es como declarar que tengo disfunción s****l. Aunque seguro que, aun si lo sufriera, él podría revivirme la libido. >> Me sirves otro Jack sin hielo, y para la señorita… - voltea a verme. - Lo mismo – normalmente me gusta mi whiskey en las rocas, pero siento que para sobrellevar a este hombre necesitaré algo un poco más fuerte. - Enseguida – el hombre se apresura y nos entrega nuestros tragos antes de recibir el pago y volver a perderse en la barra. - Te gustan los tragos fuertes – no pregunta. - Por lo general, las cosas dulces y suaves no son lo mío – luego de una pequeña guerra de miradas, vuelve a pasarse el trago como si fuera agua. Me enciende con solo sus ojos dorados recorriéndome, me hace pensar en cómo se sentirían sus manos. - Yo prefiero más lo directo – asiento con una sonrisita de medio lado - ¿Vamos a otro sitio? – la respiración se me tranca en el pecho. Mierda, claro que sí. - Claro – respondo con voz melosa antes de repetir su acción, dejo el vaso con un poco más de fuerza de la que debería y me pongo de pie, sintiendo un leve mareo. Supongo que hoy seré yo la que abandone a las chicas por un polvo, pero me lo merezco, tengo tiempo que no me lo permito. Además, sería un pecado dejar ir la oportunidad de tener a un hombre como este entre mis piernas.

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