El jaripeo fue un espectáculo que encendió todo Zacatecas. Desde temprano, la hacienda La Herradura bullía de actividad: hombres en botas y sombreros, mujeres con vestidos de colores, mariachis afinando instrumentos, y los novillos relinchando en los corrales. Ramiro caminaba entre los invitados con una mirada firme, observando todo sin perder detalle. Iba impecable con su camisa blanca, su chaleco oscuro y ese sombrero que tanto imponía. A su lado, Mónica, con un vestido entallado color jade, caminaba elegante… aunque ajena a las miradas que su pareja lanzaba de reojo a otra figura mucho más joven. María. Montaba su yegua Lucero con dominio total, el cabello suelto ondeando con el viento, y ese pantalón ajustado que dejaba poco a la imaginación. Reía, saludaba, ayudaba a colocar las ba

