La negociación

1676 Words
No he podido conciliar el sueño. Sigo sintiendo sus manos dentro de ni ropa, rozando mis pechos, apretando mis costillas, saboreando mi piel. Me destapo llena de sudor. Me quito la ropa y es un error, quiero tocarme nombrandolo. Ahora sé su nombre y me encanta. Es muy melódico. Estoy segura de que este juego que tengo con él es peligroso y no dudo que vaya a salir escaldada de lo que me propongo pero no creo que pueda resistirme mucho. El quiero algo que yo también quiero. No hay más. No me ha llamado ni texteado pero yo tampoco, no quiero que piense que estoy desesperada y tampoco le he preguntado si es soltero también. Paso de líos y cuando nos volvamos a ver si ese dato no queda claro toda la negociación se irá al demonio. Todo se complica cuando pongo su nombre en Internet y descubro que sí que es soltero. Uno muy celoso de su privacidad y al que jamás se ha visto acompañado de una mujer en público. Tiene treinta y dos años y es dueño absoluto de su imperio bancario. Es un hombre poderoso y me asusta que pueda romperme el corazón. —Despierta, cielo —oigo lejanamente —. Vamos, perezosa no seas majadera que tenemos sesión de spa hoy. —¡Joder, mamá! —me quejo tapándome la cabeza con una almohada —. Tengo sueño, y resaca. —Vamos —insiste y se levanta de mi cama —, te dejé el desayuno y dos advils en la bandeja. Te espero abajo. Y así es. Al final de la mañana he perdido la resaca, me siento muchísimo mejor y estoy recibiendo un masaje cuando también recibo una llamada que respondo sin saber quien llama. —¡Hola! —Tienes voz de teléfono erótico —se me pone la piel de gallina solo de oírle hablar. —Y tú complejo de Batman —oigo crujir algo y supongo que se está recostando sobre un mueble de cuero —. Desapareces de pronto de todos lados. Empiezo a sentirme cabreada por eso. —Te gustará más cuando me pierda entre tus piernas —susurra. —Joder, Dante...deja de hablarme así —gimo sin poder evitarlo cuando la chica me aprieta los muslos desde atrás llegando a la altura de mis nalgas. —¿Y ese gemido...?¿Estás fallando con alguien? —Debería decirte que sí; pero es solo un masaje que me estoy dando. De repente se hace silencio del otro lado de la línea y me cabreo al ver que me ha colgado. Apago el teléfono molesta y lo lanzo a la alfombra mientras dejo que mi cara se encaje en el hueco de la mesa de masajes. Este tío es insoportable. La chica que me da el masaje aprieta sus manos en mis muslos, sube y sube hasta que me abre bien y siento que sus pulgares me rozan los labios vaginales a lo pego un brinco. Una mano más fuerte me empuja por la espalda y me recoloca dónde estaba antes. Ya sé quién es. Sus manos bajan y vuelven a subir hasta que esos benditos dedos se mojan entre los pliegues de mi sexo. Entonces suelta mis muslos, su pulgar e índice me abren y gimo cuando él gruñe al ver lo mojada que me ha puesto en un segundo. Pasa el dedo del miedo por mi raja y se mete dentro. Resbala sin problemas y me retuerzo deseosa de más. —Estoy por pensar que eres una especie de criatura sobrenatural y te teletransportas. —Acabas de compararme con Batman —aprieta de nuevo y sus pulgares en esta ocasión entran entre mis labios. Gimo, él gruñe y me separa las piernas todavía más —. Estaba tomando una sesión de sauna con unos colegas y te vi pasar. Tenía que saber donde estabas y no pude resistirme a esto —mete los dedos en mi nuevamente y alzo el culo deseando más. Él me enloquece. —¡Dante...! —Lo sé, cielo...lo sé —me gusta la ternura de su voz —. No quería precipitar esto pero no puedo más. Te juro que sueño con hacerte mía, con probarte en mi boca y no aguanto más...—me da la vuelta y me sienta frente suyo para abrir mis piernas y tirar de mis nalgas hasta ponerme en la esquina de mesa, se agacha frente a mi, mira un segundo a mis ojos y cuando asiento y me recuesto en mis manos, me devora —. Tengo que probarte ahora y tiene que ser ya. Tremendamente rápido sube mis piernas a sus hombros, mete la cabeza entre ellas y me hace suya con su boca como si no tuviera la oportunidad de volver a hacerlo nunca más en su vida. Yo me muerdo los labios, empujo hacia esa boca maravillosa y dejo que mi cabeza se suelte hacia atrás lloriqueando su nombre entre gemidos de placer. Aprieta mis muslos con sus manos. Me lame con la lengua, chupa mi clítoris con desesperación y vergonzosamente no tardó mucho en llegar ese orgasmo desgarrador, justo como la vez anterior. Me toma y me hace suya como quiere... y yo simplemente no puedo resistir y acabo jadeando sin remedio. —Es mi turno, guapo —me pongo de rodillas antes de que desaparezca y enseguida le arranco la toalla y lo tengo desnudo frente a mi —. ¡Jo-der!—el tipo es perfecto y gigantesco. Impresiona y provoca. —¿Tienes miedo? —sonríe satisfecho y le miro desde el suelo —. Prometo que la amarás. Abre la boquita, preciosa. Sin importar nada más que lo que estamos haciendo me relamo los labios, sigo pegada a sus ojos y clavo las manos en las dos torres que tiene por muslos y abro la boca dejando que él guíe su monumental erección dentro de mi. Es enorme, gorda y dura. Llena de deliciosas venas que se mueren porque las lama. Tomo sus testículos en una de mis manos y ahí es cuando por primera vez le tengo vulnerable, entregado y perdido. Se cae contra la mesa y apoya las suyas en ella mirando hacia abajo con los ojos cerrados por la explosión de placer que sé que le estoy provocando. Ahueco los carrillos para succionar bien todo lo que me consigo meter en la boca y aprieto sus bolas a la vez. —¡Ay, Dios!¡Sigue, sigue! —abre los ojos y nos miramos encendidos los dos. Repito una y otra vez la acción e impongo un ritmo incesante notando con placer como su respiración se acelera y se descontrola del todo. Me congratula ver que él tampoco consigue soportar mucho la felación y en dos chupadas más se corre con fuerza. Me llena la boca de su semen y trago lo que puedo pero hay demasiado y alguno me escurre. Cuando me la saco, paso mi lengua por los labios y él lanza un bramido tomándome de los hombros y poniéndome de pie ante sí. —¿Qué quieres a cambio de ser mía hasta que dejes de serlo? Y no me digas que no porque estoy desesperado por tomarte y quiero tener pleno derecho sobre tí. —Necesito un dinero y... —Yo te doy ese dinero y tu te conviertes en mi amante de viernes a lunes y me acompañas a algunos eventos cuando necesite —hala rápido. Es una negociación acelerada porque estamos más que desesperados por pasar este trámite y ninguno de los lo puede negar. —No soy una prostituta —necesito aclararlo. —No he dicho eso. Ya aclaramos este tema anoche. —Estás proponiendo un trato parecido al de la prostitución de prepago. —Has sido tú quien me pidió dinero y yo puedo dártelo, esta claro que hay más que un negocio entre tú y yo —me mira completamente desnuda y me alcanza una toalla para subir la suya y recostarme contra la cama a mis espaldas encerrandome en sus brazos flexionados —. Quiero follar contigo y yo tengo demasiado apetito, solo de verte se que una única vez no quitara mi hambre... —Joder. —Entrégate a mi y te daré ese dinero. Y lo que me pidas pero por favor di que sí —vuelve a hacer el gesto de su nariz en la mía y me caliento otra vez. —¿Puedo pensarlo? —Hasta esta noche que te veré para cenar —dispone. —Esto es raro —suspiro. —Y exictante —ronronea... —No hables así—le doy un manotazo y se ríe. —¿Así como? —me muerde la clavícula. —Así de ronco,... sexi y cerca. —Ven más cerca a ver que te parece esto... Y tira de mi sin que me lo espere para besarme metiendo la lengua en mi boca con un largo gemido mio que le hace reír entre mis labios. Que cabrón es y yo que estúpida...este hombre me va a gustar más de lo que debería y me romperá el corazón. Eso es un hecho al que me estoy sometiendo...como k******e. —¡Maldita sea, no debía besarte! Se aleja saliendo huyendo hacia la puerta mientras yo me quedo confundida y cuando abre para irse me doy cuenta de algo... —Dante, hoy no podemos cenar juntos...tengo una reunión en casa con un invitado de mi padre...lo siento. Se sonríe y se ajusta la toalla dejando pasar a la chica del masaje que ya no me podré seguir dando y entonces espeta antes de guiñarme un ojo suyo violeta: — Yo soy ese invitado, Camille Hamilton. Soy yo a quién esperan y soy yo a quien le perteneces ahora. Sale y tira la puerta detrás de si dejándome el sabor de su placer en los labios. La chica profesional al fin ignora todo lo que sucede y yo me siento de pronto...vigilada, perseguida, cazada y seducida por este banquero canalla y peligrosamente encantador.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD