¿DESTINO?

1720 Words
Camila se perdió en esos hermosos ojos negros, nunca había visto unos tan profundos y con tanto dolor, nunca una mirada había sido capaz de tocarle el alma y desear borrar tanta tristeza.   —Perdone señor Fonseca, estamos por irnos —Camila dijo con la angustia naciendo en su corazón, esos ojos doloridos le causaban tristeza, dolor y miedo. Era absurdo pensó, no lo conocía de nada sin embargo…   —Comprendo señorita Salvatierra, me gustaría verla en otra ocasión —Maximiliano sonrió ante el sonrojo de la chica, parecía pura e inocente; pero él sabía lo que escondía aquel rostro de ángel.   —Lo lamento señor, no le conozco —Camila se puso de pie, lanzó una mirada a su amiga, quien le imito rápidamente.   —Dejemos al destino nuestro próximo encuentro ¿Le parece? —Camila tembló ante la insistencia ¿Qué podía perder? Dudaba mucho se volvieran a ver, hoy había sido mera casualidad y nada más.   —Que el destino decida, señor Fonseca —sonrió tratando de ser amable y esconder su miedo. Estaba siendo irracional, lo sabía; pero no podía hacer contra las sensaciones que el desconocido causaba en ella.   —Me parece es una perfecta respuesta —Maximiliano la miró partir, seguro de volver a verla, tenía su itinerario, sabía dónde, cómo y cuándo sucedería el siguiente encuentro.   **** —Es el hombre más caliente que mis ojos han visto —Camila enarco una ceja al escuchar las palabras de Altaír, parecía enamorarse con facilidad.   —Tiene algo distinto a otros hombres, no voy a negarlo —aceptó, subiendo al auto, le lanzó las llaves a su amiga, no quería conducir con ella parloteando, la desconcentraba y no deseaba otro mal episodio en su vida.   —Es guapo, un hombre interesado en ti —Altaír salió del estacionamiento, mientras continuaba su parloteo sobre el hombre. Camila escuchó en silencio, había algo en él que no podía explicar y estaba loca por tratar de comprender. Probablemente todo se lo estaba imaginando, no había otra explicación.   —Me llevaré tu auto —Camila sonrió, mientras bajaba del coche, no tenía problemas en prestarlo, no era indispensable a decir verdad prefería tomar un taxi, se sentía mucho más segura y cómoda.   —Claro, ten cuidado Altaír, llámame cuando estés en casa —la pelinegra se despidió con un movimiento de mano, antes de salir a gran velocidad.   Camila suspiró, estar en casa no era sinónimo de paz, todo lo contrario, esperaba no se convirtiera en una batalla campal la conversación con su padre…   **** —He llegado —se anunció, su padre leía el periódico en la sala.   —¿Calista no vino contigo? —Rodrigo preguntó antes de contestar su saludo, nada de qué sorprenderse él vivía y respiraba por esa arpía.   —Nos vimos en el estacionamiento de la empresa, fui a comer con Altaír, creí vendría a casa —dejó el bolso sobre el sillón, preparándose mentalmente para la confrontación.   —Quizás fue donde sus amigas —Rodrigo cerró el periódico al ver la seriedad de su hija, preguntó.   —¿Hay algo malo? Solo dilo Camila, odio adivinar.   —No debiste ceder el cuarenta por ciento de acciones a Calista papá, no tienes derecho a tomar lo que no te pertenece —Camila trató de no exaltarse, su padre debía ser consciente de su error.   —Es mi esposa —Rodrigo dijo molesto, ante la actitud de la joven.   —¡Son las acciones de mi madre! si deseabas complacerla, bastaba con entregarle tu porcentaje, no debiste… —por mucho que trató de controlar su carácter, no pudo, No cuando la sonrisa de Calista al presentarse a la reunión, estaba grabada en su memoria.   —Tu madre ya no está Camila, te guste o no Calista es mi esposa, no peques de ambiciosa querida, tienes el sesenta por cierto, nadie te quitará nada, solo déjame hacerla feliz, Calista es la mujer que amo —Camila se levantó furiosa, hablar con su padre era imposible y discutir nuevamente por su madrastra no tenía caso. Tomó el bolso y subió a su habitación, necesitaba descansar, dormir y olvidarse de todo y de todos, más no pudo la mirada de aquel hombre le persiguió hasta en sus sueños.    **** —¿Está seguro, no es una treta? —Calista sonrió internamente, había conseguido las acciones de su marido apenas una semana atrás, tener comprador no estaba en sus planes, pero el vino solo, sin que lo buscará ¿Podía dejar escapar una oportunidad como esa y por ese valor? No, definitivamente no; pero pondría algunas cláusulas para no quedar el descubierto ante Rodrigo.   —Puede revisar el contrato de compraventa señora Salvatierra, incluso puede llevárselo a su abogado de confianza yo puedo esperar todo el tiempo que desee, mi cliente es paciente, solo no abuse o buscará hacer negocios en otro sitio —el hombre de traje y corbata sonrió con amabilidad.   —En caso de aceptar este trato, me gustaría seguir como la representante de dichas acciones  en la empresa, mi marido no sería feliz de enterarse de mis intenciones de vender y por lo que deduzco su cliente está más que interesado o no me habría buscado —Calista era hermosa e inteligente, no iba  salir perdiendo haría un negocio redondo.   —Permítame consultarlo con mi cliente, en todo caso tengo su número telefónico y usted el mío señora —El abogado se puso de pie, dispuesto a marcharse, por supuesto todo era una estrategia elaborada, él conseguiría hacerse con las acciones sí o sí.   —Le llamaré puede estar seguro que venderé, siempre y cuando pueda seguir al frente —Calista le sonrió segura de lograr lo que quería, no  debía ser tan difícil, incluso podría tener alguna aventurilla con el abogado, sonrió no sería la primera vez que fuese infiel y su marido ni por enterado.   —Contamos con ello señora, buen día —la sonrisa del abogado se esfumó apenas dio media vuelta, Maximiliano no estaría muy contento con la petición, pero no tenía otra opción más que aceptar si deseaba hacerse con cierto porcentaje de acciones de la empresa de Camila Salvatierra.   **** Maximiliano sonrió al ver a Camila bajar del taxi, le había estado siguiendo por dos semanas, con la compra de acciones se había acercado dos pasos más, sino manejaba bien el asunto podría estar a diez y difícil sería volver a empezar. Bajo del auto, entró al centro comercial, parecía ser un ritual compartir el almuerzo con la morena, quien parecía ser su única amiga.   ** —Estoy cansada de verle la cara Altaír, te juro en ocasiones quisiera matarla —Camila comentó bajo, entre dientes.   —Te ayudaré a esconder el cuerpo —Altaír bromeo. —No eres capaz de matar una mosca Camila, por favor calma, quien se enoja pierde, recordarlo te haría bien, Calista es astuta y jugará siempre en tu contra para ver explotar y es precisamente lo que no debes hacer.   —Tienes razón Altaír, estoy diciendo tonterías, debo encontrar manera legal de hacer que me devuelva el 20% de las acciones de mi madre, así mi padre se oponga y te juro no es ambición, pero esa mujer me ha robado demasiado hasta mi paz mental —la conversación se vio interrumpida por el sonido del móvil de la morena.   —Del departamento de Publicidad —anunció Altaír, Camila enarco una ceja; pero le instó a contestar.   —Altaír Miraflores —respondió contestando la llamada   —¿Ahora? No, ningún problema estaré allí ahora mismo —la morena colgó la llamada bajo la atenta mirada de Camila.   —Me necesitan en el set —se puso de pie   —No entiendo no había programada ninguna sesión de foto —Camila también se puso de pie, para acompañar a su amiga.   —Es mi trabajo Cami, no te alteres, almuerza por favor —Altaír podía adivinar lo que su amiga pretendía, pero no se lo permitiría ya  era bastante enfrentamiento con su madrastra por su causa, para provocar nuevos.   —No quiero hacerlo sola —se quejó la rubia, era bastante malo compartir la mesa con su padre y madrastra en el desayuno, y sentirse sola.   —Será solo por hoy mi guapa —Altaír se despidió, saliendo con prisa, olvidando que Camila había llegado en taxi.    **** —“Estoy cansada de verle la cara  Altaír, te juro en ocasiones quisiera matarla” —Maximiliano se forzó en dejar de pensar en aquellas palabras salidas de los labios de Camila.   Agradeció tener un temple de acero para poder dejar la mesa contigua a ellas, sin explotar o ser visto. Sin embargo, Calista tenía razón, esa niña era peligrosa y hasta cruel, porque solo así podría explicarse, haber sido capaz de dejar el cuerpo de su hijo tirado en la carretera, como si fuese un animal  y no un ser humano. Por su desidia y negligencia, Camilo había muerto, camino al hospital, porque ella no le prestó atención a tiempo.   Se forzó a suprimir la rabia y el dolor, no era el momento, ni el lugar para dar rienda suelta a sus emociones, no cuando la imagen de Camila Salvatierra apareció en su campo de visión, la distracción de la chica era su mejor aliado.   **** Camila gimió levemente al sentir el golpe, distraída no se fijó en su camino, chocando contra la humanidad del hombre, a quien reconoció apenas levantó la cabeza.   —Lo siento señorita Salvatierra ¿Se encuentra usted bien? —Maximiliano se disculpó, extendiendo su brazo y ofreciéndole ayuda para ponerse de pie, el impacto le había lanzado al piso.   —Gracias, es usted muy amable señor Fonseca —Camila tenía las mejillas rojas, avergonzada por su descuido y torpeza.   —Ha sido un descuido mío, lo siento —Se disculpó con el  hombre, él le sonrió.   Camila sintió los latidos de su corazón acelerarse, como nunca antes, lo que comprobaba la teoría de Calista era falsa. Ella no era frígida tal como esa mala mujer, le gritara en una ocasión, no si la sonrisa de ese hombre le hacía temblar y hasta mojarse las bragas por segunda ocasión con tal solo verle.   —Descuide, quizás seas el destino que ha permitido volvernos a encontrar Camila...
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