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1332 Words
 Corrí tan rapido que yo misma me sorprendí, le propicié un fuerte empujón a Donald derrumbándolo en el piso sintiendo el enojo subir a mi cabeza y mi hombro izquierdo bramar de dolor. -¡¿Qué es lo que te pasa?! -grité. Voltee a ver a Dudy, tenía la mejilla roja y parecía estar incluso más aterrada que cuando me fui, sus labios estaban cerrados y miraba a la nada. -Está en estado de shock -dijo el señor Donald desde el suelo-, puede que un fuerte golpe la hiciera reaccionar. -¡Pues no lo hizo! -volví a gritar, estaba a punto de comenzar a insultarlo cuando Tony e Indira entraron a la sala, ambos con semblantes tensos ignorando cualquier cosa que estuviéramos haciendo aquí. -No pudimos comunicarnos -dijo Tony-, no hay señal. Geníal, lo que faltaba. Miré al señor Donald en el suelo mirándome con algo de culpabilidad, era un hombre mayor, solo intentaba ayudar, ignorando mi enojo le tendí mi mano, él la aceptó levantándose con algo de esfuerzo. -Perdón, de verdad creí que funcionaria. -murmuró el señor Donald y luego miró a Tony para agregar: - A lo mejor es por la hora, siempre las líneas dejan de funcionar, pueden intentar mañana. -¿Tenemos opción? -murmuró Indira, su semblante realmente enojado. -Perdónela tio Donald -dijo Mark apareciendo atrás de Indira y dándole un pequeño golpe en el brazo-, ella no sabe cuándo ser agradecida de tener un techo donde dormir. Mark tenía razón, debíamos ser un poco más amables con estas personas, es decir, si no nos hubieran encontrado, de seguro estaríamos perdidos en el bosque, dispuestos a que nos matara cualquier animal. Brenda apareció cantando que fuéramos a comer, así que tuvimos que seguirla. Esa fue tal vez la cena más incómoda de toda mi vida, nadie hablaba, y los cuadros en las paredes me daban la impresión de que me miraban con enojo, ¿Quién pone un cuadro de un niño llorando en el comedor? El señor Donald nos acomodó en las habitaciones de arriba después de comer, iba a ser una para cada una, pero debido al estado en el que estaba Dudy no quise dejarla sola, e Indira no lo admitió pero también quiso dormir con nosotras porque no se sentía cómoda en esta casa, me imaginaba que todas estábamos sensibles por los hechos de este día, cuando me levanté esta mañana con la esperanza de ir a ese campamento, no creí que casi moriría en ese maldito autobús. Tomamos turnos para bañarnos, y la prima Susi nos facilitó unos pijamas, también unos cepillos dentales que tenían de emergencia. Las tres dormimos en la misma enorme cama, Dudy cerró los ojos y como no hablaba me imaginaba que estaba dormida, sin embargo sentí a Indira estremecerse a mi lado, y al inclinarme un poco, me di cuenta que estaba llorando, ¿Quién lo diría?, la dura Indira quebrada como una galleta. -Saldremos de ésta -susurré-, no tienes por qué llorar, ya estamos a salvo. Indira aspiró su nariz tupida y sollozó un poco más antes de responder. -Pudimos haber muerto -murmuró-, estas personas... no me agradan, y esa señora, la tía de Mark... Brenda, es muy extraña, siento que me metí en una puta película de miedo. La señora Brenda era realmente extraña, pero no me sentía aterrada, sino curiosa. Recordé las veces que vi a Indira en la universidad, siempre lucía tan dura con sus tatuajes y su maquillaje excéntrico, recordé una vez que me metió el pie en las escaleras, llevaba mi maqueta de una casa y este se destruyó por completo, todos se burlaron, la odie debido a que reprobé pero el profesor me dio tiempo de entregarlo después. Ahora que recordaba, ella fue uno de mis primeros escritos de muerte, yo tenía la costumbre de escribir la muerta de las personas que odiaba, solo ponía su nombre y la manera en la que lo haría, era perturbador, pero evidentemente jamás lo hacía, solo escribía y sacaba el odio hasta calmarme, me lo imaginaba, y luego me sentía mejor. En ese momento no sabía el nombre de Indira, pero me refería a ella como: "la idiota". -¿Recuerdas aquella chica que le metiste el pie? -Murmuré-, esa que tenía una maqueta de una casa... -No -respondió luego de un rato-, no recuerdo haber hecho algo como eso. Claro, como no, ella era mala con cualquier persona. -Fue hace mucho -continué-, todos se burlaron de ella cuando su maqueta quedó destruida. -Oh si -soltó una risa-, me delató con el decano y me expulsaron por tres días... Eso no lo sabía, creí que solo la habían regañado. -Esa chica era yo -admití. Indira quedó en silencio tanto tiempo que creí que se había quedado dormida, pero luego dijo: -Lo siento, era una niña todavía. Obviamente, ningún estudiante universitario actuaría como ella lo hizo. -Ya no importa -murmuré, eso había sido hace mucho y recordaba su muerte en asfixie lucida en mi mente, dudaba fielmente que hubiera podido cumplirlo en la vida real, ella me doblaba el peso y tal vez la edad. Los minutos pasaron y los ronquidos de Indira llenaban el silencio en la habitación, miré el cuadro de un barco en una tormenta que colgaba en la habitación y eso no me daba tranquilidad, mi estómago se revolvió y sentí el sabor del pollo asado en mi garganta a punto de salir, así que me levanté para ir al baño aguantando mi boca como si así pudiera evitar vomitar. El pasillo estaba silencioso y oscuro, el sonido de mis zapatos retumbaban, me estremecí cuando sentí el frio chocar contra mi piel, los cuadros de la generación de ancianos parecidos al señor Donald parecían seguirme con la mirada y a esa escasa luz me daban la impresión de que saldrían a asustarme, así que evité verlos, y apresuré mi paso al baño, encerrándome para trabar la puerta con el seguro como si hubiera escapado de lo que me perseguía. Cálmate, Cassie. El vómito subió por mi garganta y me arrodillé en el frio suelo frente al váter. Siempre odié vomitar, el olor y el ácido en mi garganta me daban más ganas de vomitar, tosí apreciando mi estómago vacío, y por fin me sentí mejor. Me enjuagué la cara en el lavamanos y tomé un poco de enjuague bucal para quitarme el sabor, lo dejé sobre el váter destapado para poder hacer otras gárgaras, sin embargo cuando levanté la vista, me di cuenta por el reflejo del espejo que la puerta estaba abierta, fruncí el ceño botando el enjuague de mi boca, sequé mis manos en la toalla del baño y me acerqué a la puerta, a lo mejor tenía problemas con la cerradura, moví la manilla y volví a cerrar la puerta, halándola un poco, pero esta estaba cerrada y sin defectos. Cálmate, solo es una puerta defectuosa. Todo era viejo, debía de tener defectos. Volví mi atención al lavamanos y lo limpié un poco con el agua del grifo, tomé el enjuague bucal y mis manos comenzaron a temblar al ver que tenía la tapa cerrada, yo lo había dejado abierto. Maldita sea, ¿qué estaba pasando? Dejé el enjuague bucal en el lavamanos y retrocedí observando cada lugar del baño como si pudiera descubrir al payaso Pennywise salir de lavamanos, pero no había nadie, sin embargo sentía una fuerte presencia acechándome, abrí la puerta con torpeza saliendo al pasillo a paso precipitado, caí a bruces en el suelo y solo pude observar los cuadros observándome. Cerré los ojos y busqué la canción de Paty Cantú para no perder la cordura: ...Porque molestas y te pegas como la goma de mascar... Pero no podía dejar de temblar, me hice un ovillo en el suelo e intenté regularizar mi respiración, creo que estaba teniendo un ataque de pánico. Sentí el roce de unas manos tocar mis brazos, tensándome y dejándome sin respiración, No por favor, no a mí.
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