Cuando el agarre se apretó en mis brazos solté un grito de espanto, me levanté como pude del suelo e intenté correr, sin embargo esos brazos me sostuvieron más fuerte, di patadas y puños descontrolados a lo que fuera que me estuviera agarrando y cuando sus manos me sostuvieron la cara abrí los ojos.
-...Cálmate -siguió susurrando, en mi histeria no podía oírlo, y sentí un gran alivio al ver que se trataba de Bronce.
Vaya.
Sus ojos parecían resplandecer en la oscuridad, su cercanía provocó una especie de temor en mi pecho, ¿qué hacía aquí?, entonces fue cuando lo comprendí.
-¡Fuiste tú! -Acusé-, querías asustarme para demostrar tu punto de que era una chica débil, ¿fue divertido para ti ver como casi me orinaba en los pantalones?
Bronce soltó su agarre de mi rostro y me miró como si me acabara de salir otro ojo en medio de los otros dos.
-¿Qué? -murmuró incrédulo.
-Me seguiste al baño para abrir la puerta, luego cuando no veía cerraste el enjuague bucal y... y desapareciste cuando... cuando yo salí...
Entre más hablaba más disparatado sonaba todo y su rostro de real confusión me demostró que no estaba exactamente comprendiéndome.
Relamió sus labios y fijé mi mirada en ellos, con la adrenalina fluyendo en mi sistema y a la escasa luz me daban deseos extraños de abalanzarme sobre él.
Concéntrate, Cassie.
-Bueno -dijo-, por más divertido que me parezca asustarte a la mitad de la noche en el baño por algún extraño fetiche, ¿no deberías pensar en que si me hubiera metido al baño para asustarte, me hubieras visto?, no soy precisamente un enclenque.
Por supuesto que enclenque y Bronce nunca podrían estar en la misma oración, parecía un modelo de revistas playboy. Él tenía razón, mi acusación era estúpida, pero entonces, ¿qué había pasado en el baño?
-Sentí que algo me estaba asechando -admití-. Yo dejé el enjuague bucal abierto y cuando voltee estaba cerrado. ¿En esta casa hay... fantasmas?
Bronce soltó una pequeña carcajada haciendo que el rubor subiera a mis mejillas.
-¿En serio acabas de preguntarme si existen los fantasmas?
Sí eso era absurdo.
-Lo siento -murmuré-, estoy agotada con todo lo que ha pasado, ando algo sensible y no puedo dormir.
Todo el humor se drenó de la cara de Bronce y esta vez me miró con real interés.
-¿Sientes mucho frio? -Indagó-, ¿mareos o vómitos?
A lo mejor era efecto del accidente, a lo mejor tenía estrés post traumático o algo así, casi esperaba que me dijera que me quedaban dos días de vida. Aclaré mi garganta y afirmé débilmente con la cabeza por temor a lo que me dijera.
-Ya veo. -susurró, pareció pensar un largo rato y luego dijo: - Cuenta regresivamente desde el diez, siempre ayuda...
Mi cabeza no daba para procesar más nada, y el sueño comenzaba a cerrar mis ojos involuntariamente, afirmé con la cabeza separándome de él y caminé por el pasillo a mi habitación.
-Cassie -llamó, me detuve sintiendo mi corazón latir más fuerte al escucharlo pronunciar mi nombre-, a veces los sueños quieren sacar nuestro lado oscuro, no desperdicies la oportunidad.
Me voltee con la idea de preguntarle a qué se refería y siquiera cómo sabía mi nombre porque estaba segura que no se lo había dicho, pero Bronce no estaba. Mi piel se erizó y comencé a temblar, mi único consuelo era que nos iríamos la mañana siguiente y toda esta pesadilla terminaría por fin.
Indira había abierto sus piernas y sus brazos como si fuera una estrella de mar, ocupando mi espacio en la cama. Miré el mueble cerca de la ventana y me acomodé entre los cómodos cojines, arrimé las cortinas observando el pueblo iluminado solamente con los faroles de luz, todo el mundo debía de estar durmiendo, ajenos tal vez al autobús que había matado a una buena población estudiantil. Cerré los ojos prometiéndome no volver a pensar en eso por lo menos en lo que quedaba de la noche.
Diez, nueve, ocho... siete... se...
Y por fin me quedé dormida.
Algo me haló el pie, despertándome enseguida, tenía miedo de abrir los ojos, temía encontrarme con algún espectro que me diera un infarto. Me encogí en posición fetal.
No es real, solo estas muy sensible.
Me repetí, pero sabía que algo me estaba observando, sentía su mirada pesada fija en mí, mi corazón latía tan fuerte que lo sentía en mi garganta y mi respiración se comenzó a acelerar,
No abras los ojos, no los abras...
No seas idiota, no existen los fantasmas.
Debía ser fuerte, nunca creí en el más allá, veía películas y leía terror solo para burlarme, pero maldita sea, vivirlo no se sentía igual.
Aguanté la respiración y abrí los ojos soltando un grito desde lo más profundo de mi garganta al ver a los pies de la cama a un hombre con la cara pintada y con un bate ensangrentado en su mano.