Capítulo 5.
Juego de placer.
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Ambos entran al clóset. Nathaly se pone muy nerviosa al sentir cómo él la abraza contra su cuerpo. Liam toma sus caderas mientras la sostiene estando ella de espaldas a él. Esa... esa sensación otra vez que los obliga a cerrar los ojos y a morderse los labios para no jadear. Una conexión que los une, haciendo que Liam la abraza más fuerte para sentirla, mientras una corriente eléctrica recorre sus cuerpos. Ambos están sumergidos en el momento, ajenos a Diana, quien busca a su novio por todo el lugar.
— ¿Liam? Dios, ¿dónde te has metido? — Diana apaga la luz y sale de la habitación cerrando la puerta.
Ambos se quedan inmóviles. Sus respiraciones están agitadas, consumidos por el deseo que los invade. Liam le mueve el cabello a un lado y le besa el hombro hasta su cuello.
— Es inquietante ver cómo te muerdes los labios y aprietas las piernas al verme, y no puedo cumplir tus deseos.
— No sé de qué hablas — dice ella, nerviosa y sin aliento, casi en un susurro.
Liam no aguanta las ganas de tocarla.
— ¿Segura? — pregunta él, abriéndose paso poco a poco, acariciando sus muslos con las yemas de sus dedos.
Ese roce le eriza la piel. Ella se mueve un poco nerviosa, retrocede y queda aún más acorralada entre los brazos de Liam, quien la sigue acariciando.
— ¿Qué haces? — dice, agitada.
— Me cobro la recompensa — contesta él, llegando bajo su lencería para tocarla con suavidad.
Nathaly se estremece, tomándolo con fuerza del brazo.
— Liam… — jadea, moviendo sus caderas ante la sensación. Una acción que la hace sentir su erección.
Ella trata de parar, pero no puede. Él la hace desearlo. Sus respiraciones se aceleran mientras la sensación los invade. Esa conexión eléctrica les impide detenerse.
— ¿Qué pasa? ¿Jamás te han tocado así? — Su silencio le da una grata respuesta que lo hace sonreír.
La voltea, tomándola de la mandíbula. La besa sin dejar de tocarla, y ella le corresponde. Ese beso les da un vuelco a ambos, sintiendo en sus pechos una corriente eléctrica que los hace jadear en un suspiro. La sigue besando y ella lo toca, tomándolo del cuello; sus caricias lo encienden y ella toca esa erección por encima de la ropa, haciéndolo morderla con ansiedad. Tomarla en ese clóset sería muy incómodo. Salir los pondría en riesgo a ambos. Así que no les queda más que disfrutar del momento. Liam la sigue tocando suave y a la vez rápido, silenciando sus gemidos con sus besos. Nathaly se viene, mordiéndolo con intensidad para sofocar sus jadeos. Él la suelta despacio. Nathaly no sabe cómo reaccionar, y avergonzada, coloca su cabeza sobre su pecho, tomándolo de la camisa para tratar de calmarse. Liam saca el celular de su bolsillo y lo coloca en el bolso de ella, la toma de la barbilla para besarla de nuevo, y Nathaly le corresponde.
— Debo volver, te veré pronto — dice, besándola otra vez.
Liam sale del clóset y camina a la ventana. No puede volver por donde subió. Abre la ventana y se acomoda para bajar como todo deportista. No es la primera vez que se escabulle por la ventana. Llega a la entrada y se reúne con el resto del grupo, que lo busca por todas partes, excepto Nicolás, que sabe dónde está... o lo imagina.
— ¡Liam, mi amor! Llevo buscándote por toda la casa — dice Diana con enojo.
— Un error, ya que estaba afuera — dice él, muy relajado.
— ¿Dónde? — inquiere Diana, interrogándolo mientras Liam se lava las manos en el fregadero.
— Confórmate con saber que estaba afuera. ¿Bailamos?
Nicolás le sonríe y le toma el hombro al ver a Diana alejarse enojada.
— ¿Estaba buena? ¿Lo hace rico? — dice como todo macho alfa.
Liam no responde, solo sonríe. Con eso le da respuesta a las preguntas de su amigo, quien lo ve como un ídolo.
Nathaly no puede salir del clóset. ¿Qué demonios fue todo eso? ¿Liam? Se arrodilla, guiada por el cosquilleo que le produce la sensación que él le hizo sentir al tocarla. Su celular suena y lo saca, notando un mensaje de un número extraño.
— ¿Te quedarás ahí toda la noche?
Nathaly suspira con frustración por ese mensaje. ¡Genial! Tiene su número. Sin duda, revisó su celular. Se levanta y entra al baño. En ese momento, la puerta se abre y Joshua entra al lugar, acorralándola mientras ella se arregla de nuevo.
— ¿Qué haces aquí? Llevo buscándote hace mucho, pensé que te habías ido.
— Si lo hubiera hecho no lo notarías, estás muy bien acompañado.
— ¿De qué hablas? Ven, quiero estar contigo — le dice, tomándola de las caderas. Nada parecido a lo que Liam le hizo sentir.
— Quiero irme a casa, Joshua. No tengo ganas de estar aquí — dice muy seria.
— Bien, vamos, te llevaré — dice, tomándola de la mano.
Ambos salen juntos y Liam los nota. Bueno, todos los notan. Se despiden de sus amigos y Nathaly sale junto a Joshua, tomados de la mano. Son más de la una. Van de camino a la casa y Joshua detiene el coche a unas cuadras. Se acerca para besarla y ella le corresponde. Empiezan a subir la temperatura, pero Nathaly se detiene. No tiene ganas. No así.
— No puedo. Estoy en mis días, lo siento — dice, y Joshua retrocede, frustrado.
Enciende el coche sin decir nada y la deja en su casa. Ambos se despiden con un beso corto, como si nada pasara. Sin perder tiempo, Joshua se prepara para irse.
— Te escribo más tarde — dice, y arranca el coche sin esperar respuesta.
A Nathaly le da igual y entra en su casa. Fue una noche larga para ella, una noche muy larga. Al estar en su habitación, toma una ducha y se pone un camisón corto. Va a la cocina, se prepara un sándwich y se sirve un vaso de jugo. Se sienta en su cama, enciende el televisor y pone una película mientras come. Al terminar, se acomoda en su cama, relajándose un poco. Sin poder dejar de pensar en lo que pasó esa noche, toma su celular y lo revisa. Es evidente que Liam revisó todo. Al entrar en la galería, encuentra varias fotos de él sin camisa con una nota al pie de la última foto: “Así evitaremos accidentes”. Nathaly se ríe de lo ocurrente que es, mientras detalla la herida en su mano. Sigue viendo las fotos y se sonroja al saber que él vio sus fotos sin ropa que guarda en su galería oculta. Es una locura, una inquietante locura. Con esa sensación, cierra los ojos y se queda dormida.
Liam llega con Nicolás muy ebrio; apenas puede ponerse en pie.
— Hermano, tú eres mi hermano, te quiero, viejo — le dice Nicolás a su mejor amigo, a quien quiere como a un hermano.
— Yo a ti, viejo. Vamos, sube a tu habitación.
Liam lo ayuda a subir y lo acomoda en la cama. Baja para asegurar la puerta mientras se pregunta si Nathaly habrá llegado. Sus preguntas son respondidas al abrir su habitación y verla dormida con el celular en la mano. Se acerca y se lo quita, notando que estaba viendo su foto. Eso lo hace sonreír y la cubre con la sábana. Ella luce una pijama muy corta, y él está un poco ebrio. Camina por la habitación, mirando sus cosas. Está tan cansado que se va a su propia habitación, se quita la ropa quedando en bóxer y se sube a la cama, donde se queda dormido sin pensarlo.
Al día siguiente, con un dolor de cabeza insoportable y sabiendo que la mamá de Nicolás está de viaje, baja a la cocina y prepara una sopa instantánea. La cabeza le da vueltas. Camina por la cocina como si estuviera en su casa; conoce todo del lugar, así que se le hace fácil sacar todo y preparar la comida. Está cocinando cuando escucha un jadeo de dolor. Sonríe, sabiendo quién es, y camina a la escalera para ver a Nathaly acariciándose los dedos de los pies. Se levantó como de costumbre y quería preparar sus waffles favoritos, pero lo que encuentra le eleva la temperatura. Al verlo en bóxer, se sonroja y decide retroceder muy inquieta, golpeándose con la orilla de la escalera, lo que la lleva a quejarse en el suelo. Su mirada se desliza al verlo, lo recorre hasta sus ojos. Liam la toma del brazo y la levanta a su altura para sentirla de nuevo.
— Pensé que ya habíamos quemado esa etapa de los accidentes.
Sin duda, verlo en foto no es igual que verlo frente a ella. Nathaly lo mira con arrogancia, haciendo que Liam toma su mano y la pasa por su abdomen para que ella lo sienta y le pierda el miedo. Nathaly intenta retroceder y Liam la atrapa entre sus brazos.
— ¿Por qué huyes? Anoche te gustó tocarme — le dice al oído y se aleja para verla a los ojos.
— Anoche estaba ebria. En mi sano juicio no te tocaría.
— Estás en tu sano juicio y me estás tocando — dice con una sonrisa al ver las manos de ella apoyadas en su pecho.
— Eres un imbécil, suéltame — dice, forcejeando.
— Salúdame primero — dice, tomándola del cuello, la besa en los labios y ella lo muerde. Trata de alejarse y él la carga en sus brazos, la presiona contra la pared y logra que ella ceda.
La lleva al mesón de la cocina mientras se siguen besando. Se desean, eso se puede sentir. Es un deseo acompañado de una conexión única entre ellos; nadie los hace sentir así. Para Nathaly esto está mal, pero no puede detenerse. Liam le sube la camisa y lame sus senos con intensidad, haciéndola jadear.
— ¡Liam! — jadea entre susurros de placer.
Ella se apoya en el mesón y Liam sube más su camisa para quitársela, pero se detiene por el llamado de Nicolás, que se escucha en el pasillo. Liam le acomoda la camisa y la vuelve a besar.
— Salvada por la campana — Ambos sonríen, agitados. Este juego es excitante.
— ¿Liam? — llama Nicolás.
Nathaly se aleja corriendo y Liam la ve con una sonrisa. Nathaly sube rápido las escaleras, tropezando con Nicolás, quien la mira con mala cara.
— ¿Qué te pasa? ¿Estás loca? Sí, definitivamente estás demente — dice, llegando a la cocina, donde puede ver la razón de la actitud de su hermana.
— ¿Tu hermana? — dice Liam, como si no la hubiera visto.
— Sí, viejo. Tranquilo, ella es anormal, jamás ha visto a un hombre en bóxer — El comentario hacia ella incomoda a Liam, quien lo mira muy serio, y Nicolás lo nota. — ¿Qué? Es cierto, parece adoptada.
— Y tú un imbécil — le dice Liam, aún sin cambiar su expresión.
— Soy su hermano, la conozco mejor que tú. Ahora, me duele la cabeza, ¿qué preparas?
Este juego empieza a gustarles a ambos. Son dinamita juntos. Es como juntar un fósforo con pólvora.
Nathaly cierra su puerta, lanzándose en la cama con una sonrisa maliciosa. Si Nicolás se entera, sin duda perderá la cabeza. Para él, Liam es como un hermano prohibido en su vida. Si se entera de todo esto, Nathaly sabe que perderá la cabeza. Se levanta y toma una ducha, notando los chupones en sus senos. Tocarlos la lleva a imaginar el momento en que Liam se los hacía. Eso la hace morderse los labios. Joshua jamás le ha hecho nada parecido. Lo que no entiende es la nueva obsesión de Liam por ella, aunque no puede negar que el chico la hace sentir una extraña sensación. Sus pensamientos divagan y todo se va al demonio. Piensa en sus besos y se mira la palma de las manos, las empuña al sentir la electricidad en su cuerpo, cierra los ojos y su corazón se acelera. Al abrirlos, su expresión cambia. Está claro que es solo atracción s****l, nada más que eso, y así se quedará.
Al salir del baño, se cambia y se prepara para ir a la academia. Liam, tras comer con Nicolás, se marcha a su casa y toma una ducha. Envuelto en su toalla, se acerca a su ventana, enrollando la cortina para apreciar el hermoso día. Al verla pasar en su patineta con su bolso, se queda en una gran interrogante: ¿A dónde va? Luce muy hermosa. Sus miradas se juntan y ella se detiene ante el coche de Joshua, que llama su atención.
—Nathaly, sube, tenemos que hablar.