3.

1020 Words
Las cosas se pusieron feas en casa cuando mamá sufrió una caída muy grave, ella culpaba a los tacones que usaba a diario, pero yo, hoy en día sé que fue culpa de los doctores que la atendieron y que decidieron no operarle a tiempo. Por la caída se había fracturado la tibia y el peroné en medio de la calle, desde ese momento, la suerte de mi familia dio un giro para mal, con mamá en el hospital y sus múltiples trabajos sin su supervisión, y sin nadie que la pudiera ayudar, mamá tuvo que confiar y dejar en manos de mi papá. Mientras ella se rehabilitaba de la pierna que jamás se curaba y los dolores que sufría la hacían llorar. Se quedó seis meses postrada en la cama, con nosotras rondándola de día y de noche, y con sus negocios llevados a la quiebra por la mala administración que hacía mi padre, los empleados que estimaban a mamá le dijeron luego de mucho tiempo que mi papá se la pasaba bebiendo y que no pagaba las cuentas. Que llevaba a sus amigos y se lo consumían todo. A todo esto mi papá nunca negó nada, pero el dinero ya se lo había consumido y le devolvía a mamá los negocios prácticamente al borde de la quiebra. Yo escuchaba todo eso, y no era capaz de ayudarla, tenía apenas nueve y veía a mamá amargada por el dolor, de repente tuvo que vender los restaurantes y sólo nos quedamos con el Sol, así se llamaba el primer restaurante con el que había empezado. Pero su pierna nunca se curaba y ella sufría mucho. Se quedaba en casa pero como no podía hacer la comida, y la escuela quedaba cerca de el Sol, nos quedábamos a comer ahí, y llevábamos para ella un plato. Un día, en el que mis hermanas fueron a ver algo a una tienda me quedé sola, pero en realidad no, Luchito, el mozo, era un chico bueno y divertido, así que quedarme con él era mucho más divertido que ir con ellas, que siempre se peleaban todo el tiempo. Entré al baño a lavarme las manos luego de comer gelatina y él entró detrás de mí. —Te equivocaste de baño, Luchito –me burlaba de él, pero Luchito me seguía la corriente. —Ah, de veras… —y se volvía a salir. Así pasó varias veces, hasta que un día, en el que otra vez, no recuerdo por qué, pero estaba sola, volvió a entrar al baño cuando yo estaba. —Te volviste a equivocar de baño, Luchito. —Creo que esta vez te equivocaste vos —contestaba en broma y yo me lo creí. Miré las paredes para corroborar y él se reía de mí. Cerró la puerta con llave y me miraba con una media sonrisa en los labios. —¿Qué pasa, Luchito? ¿Por qué cierras la puerta? Pero Luchito, sin contestarme nada de lo que le decía, comenzó a acariciarme las piernas. Como seguía con el uniforme de la escuela, llevaba falda, y solo le veía haciéndolo, no me causaba nada, solo curiosidad. —Me vas a hacer reír… –le decía con toda la ingenuidad del mundo y entonces él se detenía. Se lo conté de pasada a mamá y al día siguiente no volví a ver más a Luchito. Era un buen chico, y lo extrañaba, en su lugar llegó Sofía. Era igual de agradable, por lo que le escuchaba hablar a mamá, Sofía era una chica huérfana y que había empezado a trabajar desde muy chica. —¿Ves? Otras chicas tienen que trabajar desde pequeña y tú chillando por no querer hacer las tareas… no seas floja… —Pero mami… —Nada de peros… Sofía era una chica buenísima, y la quería mucho, siempre me contaba las cosas que le regalaban sus novios, como no tenía dónde quedarse, se quedaba en casa, ella ayudaba mucho a mamá, y gracias a mamá, comenzó a tener ganas de superarse. Pero Sofía tenía un gran defecto, como mamá todavía no se recuperaba de la pierna, decidió que el Sol cerraría los domingos, y cada domingo, ella se ponía bien linda, se maquillaba la cara, se ponía sombras en los ojos, los labios se pintaba de un fuerte rojo que me gustaba mucho. Así, vuelta una muñequita estaba lista para salir a bailar con sus amigos, ella decía que tenía muchos amigos que resultaron ser sus novios, así que un domingo que se pintaba de rojo los labios, mamá le decía que se quedara, que se había soñado feo, pero Sofía ya había quedado con sus amigos así que se marchó a eso de las seis. El lunes, para abrir el Sol, ella todavía no regresaba, siempre volvía a más tardar las cuatro de la madrugada, pero ese lunes ella no estaba, y entonces el Sol seguía sin abrir, así toda la semana. Sofía nunca más volvió. Mamá dio parte a la policía. —Señora venga a reconocer un cuerpo. Por los datos que nos ha proporcionado estamos seguros que se trata de la joven. Mamá que no estaba en posición de moverse, con ayuda de las vecinas subió al taxi y fue hasta la morgue. Volvió mucho más tarde. Estaba triste. Se reunió con doña Martha, a ella se lo contó todo. —Dice que el tipo ese la forzó a tener relaciones y luego, cuando la Sofía quería marcharse la golpeó hasta matarla, ¡grandísimo hijo de puta! Usted disculpe pero estos hombres de hoy en día son unos salvajes –le decía mamá a punto de llorar y yo, contagiada por su pena, comencé a llorar por mi mamá que lloraba por ella, y lloraba también por Sofía, que era como mi hermana para nosotras. Desde esa vez, mamá con sus muletas fue al Sol, contrató a dos chicos y ella se quedaba en la caja, para cobrar. Era bonito verla ahí, aunque a ella no le hacía nada bien, su pierna parecía que jamás se terminaba de curar.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD