Prólogo
Jade
¿Alguna vez te has preguntado cómo será morirse?
¿Si dolerá... O no sentirás nada...?
¿Te has preguntado si como dicen pasará tu vida por delante de tí y verás que has hecho poco frente a lo que esperabas?
Cuando estás en una situación límite como la que yo viví ese día te haces preguntas muy extrañas.
Yo nunca me lo había preguntado pero en aquel momento lo pensé, y tanto que lo pensé.
Ese día estaba segura de que moriría. Estaba segura de que no podría salvar a mi hijo, ni ninguno de los dos hombres más importantes de mi vida que estaban ahí, siendo apresados por la policía mientras yo me desangraba y perdía al hijo de uno de ellos, junto con mi vida. Al hijo más protegido de nuestro mundo y que sin embargo moría dentro de mi. Era el elegido para ser Diana de muchos, pero eso nunca sucedería si no lograba mantenerlo a salvo unos meses más.
En ese momento no tenía las cosas claras, pensaba que amar era más sencillo. Que amar era solo entregarse, pertenecer a él, recibir el mismo amor pero luego vi que no, que quise tener lo que mi verdadera madre alguna vez tuvo y no imaginé que sería tan difícil de hacerlo.
Era la amante de dos hombres que me habían convertido en la versión moderna de aquello que tanto odiaba.
Mi vida era una paradoja de todo lo que odiaba. Si el día que me pusieron frente a él hubiera sabido que toda esa caja de Pandora se abriría, no hubiese aceptado aquel trato. Me hubiera quedado en la cárcel todo el tiempo de mi condena porque lo que viví después fueras desgarrador incluso.
—¡Belkan...!
Lloriqueo su nombre al ver como no le queda aire, se está desangrando a mis pies y no puedo hacer nada.
La policía se los lleva a los dos, una ambulancia aparece en el escenario y de repente entiendo por qué.
—¡Está herida, y embarazada!
La voz de Gabriel al decirlo en voz alta me estremece. Belkan levanta sus ojos marchitos hacia mi y obtiene su repuesta a tantos días de hacerme la misma pregunta. Sin embargo, aunque ya los dos saben que llevo a un hijo de los Mancusso en mi vientre, ninguno sabe cual de los dos es el padre. Y yo no pienso hablar.
Son demasiados nuestros enemigos en ambos casos como para darme una sentencia de muerte antes de saber si logrará nacer.
Me suben a la ambulancia, médicos indicando el diagnóstico por la planta, la sangre escurriendo por mis muslos mientras Belkan y Gabriel me miran desde la patrulla. Ya no somos tres, ni siquiera cuatro... ahora no somos nada. Tomamos rumbos diferentes y ellos como siempre siguen juntos mientras yo... la manzana de la discordia entre ambos tengo que irme por otro lado, con el hijo de uno de ellos en mi vientre.
Para cuando ponen la sirena y las puertas se cierran siento como si abrieran las del infierno porque el médico se quita la bata, el gorro y un bigote falso y frente a mi tengo a Tommy... ¡Estoy muerta!