POV Mariana.
A esta le pasó el informe que le traje. Le pidió que mandara a evaluar a unos chicos, para ver si podían ayudar en mis planes, aquello me llenó de alegría. Traté de que mi felicidad no sobresaliera, pero sabía que eso era imposible, se notaba a leguas.
—Muchas gracias, señor —Me acerqué a él, lo tomé de las manos y le di una sonrisa, que reflejaba total felicidad.
—Te deseó suerte, en serio, mucha suerte —Me extendió sus manos, dándome una leve sonrisa, e indicándome que ya me podía retirar.
Salí de allí, directo al patio de entrenamiento, viendo que el jefe encargado de las prácticas me miró con un mal carácter cuando me vio, se me acercó un poco enojado y saltó con sus incoherencias.
—¡¿Crees que puedes llegar a las prácticas a la hora que quieras?! —Voceó aquello para que todos mis compañeros escucharan, y yo no respondí nada. Solo me había quedado parada en posición de respeto. Mirando hacia adelante y firme —. Responda agente —No tomaba la decisión de si debía o no contestar, porque si lo hacía podía ser castigada, porque si él tiene mal carácter, yo era mucho peor. No obstante; si no contestaba iba a pasar como de subordinada y por igual iba a ser castigada.
—Alguien con más poder que usted y que yo, me solicito —Me atreví a decir, sin cambiar mi postura, mi mirada seguía hacia adelante, mis pies juntos y mis manos a los costados —. ¿Y quién soy yo o usted para negarme a ir?, así que… si tiene algo que reclamar por seguir órdenes, aquí estoy —Todos los demás me miraban con una cara que claramente me decían que si estaba loca por hablar así.
—¿Sabe usted a quien se está dirigiendo verdad? —La cara de enojo era inminente, y más cuando giró y vio a todos mis compañeros muy atentos a lo que pasaba, y sorprendidos por lo que yo había dicho —. Está usted siendo una subordinada con sus mayores —Y era lo mismo que había pensado yo, pero él no tenía razón, yo había dicho la verdad, y al parecer a él no le gustó.
—Usted preguntó, yo solo contesté, y no quise faltarle, así que, si tiene algo que decirme hágalo, si no, pues si me permite, me iré a las prácticas —Yo intenté pasar por su lado, para ir a donde mis compañeros, pero me detuvo poniendo una mano en mi brazo, no dejándome proceder a irme.
—Las prácticas para usted se acabaron ya, puede irse a su bloque —¿Era broma? Bufé soltándome de su agarre, me di media vuelta para verlo a la cara, lanzarle una cara acusadora y largarme de una vez por todas de allí.
Subí a mi bloque, ya que esa era la última práctica del día, pero yo sabía que algún día sus humillaciones serían devueltas, si granaba y lograba desmantelar la red de la empresa Fireworks, iba a ganar el puesto que tanto quería, y ese sería el primero en besar mis pies.
Dos días después…
Llevaba media hora observándolo, no podía acercarme más aún, llevaba mi cuaderno para apuntar lo que habitualmente hacía. Con quien se juntaba, donde vivía y con quien. Ian Farah era uno de los puntos débiles de esa empresa, y mi mejor manera de atacar, era por ahí. Decidí que lo mejor era observarlo, vigilar sus pasos para no actuar a lo loco. Y era ahora o nunca, aún no estaba lista para entrar, apenas el jefe estaba consiguiendo el personal para mi caso, ya Marcos y yo conocemos uno el plan del otro, y según el jefe, el que gane, si el otro lo necesitaba, deberá ayudarlo en lo que sea.
Yo no sé cómo lo viera Marcos, pero para mí era el plan de venganza perfecto. Ser esclavo de tu contrincante.
Ian Farah, Nacido en Dubái, con 31 años de edad, con un solo hermano, su madre quien lo crio, y de su padre no se sabe nada...
Estaba leyendo el informe que había pedido en red de computación de la empresa, lo que aparecía sobre el dichoso sobrino del empresario de importaciones, la información supuestamente de lo que hacían, o, mejor dicho, lo que el público podía saber de ellos.
Estaba observándolo a él con su chofer, ya tenía su dirección, y la hora habitual en la que siempre salía de su casa, escucho mi celular sonar, y me detengo para contestar, tratando de que no vayan a verme de ninguna manera, corrí a mi auto para poder hablar con más tranquilidad.
—¿Sí? —Contesté sin quitar la vista de adelante, él se encontraba allí, seguía hablado con el hombre que estaba ahí con él, el cual creía que era su chofer, ya que en los dos días que llevaba observándole eso me pareció. Le tomé una foto para buscarlo e investigarlo.
—Mariana, tengo lo que me pediste —Escucho a Rafael decirme, él era el encargado de la red de información, al cual le envié la foto para investigar al hombre.
—Envíamelo, no puedo ir a buscarlo ahora y lo necesito —Sin decir nada, eso hizo, escuche la notificación de mi celular, y había sido un documento adjunto a unas fotos. Colgamos y revisé todo lo que decía. Se llamaba Daniel Echeverría, y sí, era el chofer de Ian Farah, y me sorprendió que antes había sido militar, y trabajó como guardaespaldas, supongo que hacía doble trabajo entonces.
Pero un ex militar, involucrado con esas personas, una de dos: O no sabía nada, o era un cómplice de este.
De repente vi que alguien se acercaba a ellos, y cuando lo visualicé bien, era él, era su tío el cabeza de esta organización. El hombre que me ayudaría a llegar a donde quiero o morir en el intento, porque o ganaba este caso y me ascendía al puesto que tanto quiero o ellos se enteraban de nuestros planes, me mataban y nadie sabría de mí.
Solo tenía dos opciones, pero sin duda yo iba a trabajar por la primera, y el mismísimo Ian Farah iba a ayudarme sin saberlo. Porque de algo estaba segura, mi plan era muy bueno, y tenía que funcionar, si no, pues mi jefe no me hubiese dicho que sí, un hombre intuitivo y calculador como él, algo muy bueno encontró en mi plan de enamorar al mismísimo sobrino del diablo. Porque sin duda estaba aburrida en el cielo, y quise bajar a jugar al infierno.