Allen, aún recuperándose del impacto y la sorpresa, revisó con atención a la persona con la que había tropezado. Fue entonces que sus ojos se encontraron con los de Wendy. Por un breve instante, el tiempo pareció detenerse. La felicidad que lo invadió al reconocerla sana y salva casi lo hizo estallar por dentro. Sentía una mezcla de alivio y emoción tan intensa que era difícil contenerla. Sin embargo, mientras sus ojos recorrían su rostro, algo en la respiración agitada de Wendy llamó su atención. Algo estaba mal. —¿Wendy? ¿¡Wendy!? —exclamó Allen, su voz quebrándose por la intensidad de sus emociones—. ¡Por Dios, querida! Pensé que algo te había pasado cuando no llegaste a la plaza como habíamos acordado —continuó, sin poder ocultar la felicidad que lo embargaba al verla finalmente frent

